Caín y Abel

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En el club seguíamos como de costumbre, a todo dar. Un domingo iba a haber un baile, y empezamos a planear Zutana y yo qué vestido nos íbamos a poner, cómo íbamos a ir y sobre todo a ponernos de acuerdo para lo de los muchachos. Si el Conejo iba yo estaría con él (FELICISISIMA); si no iba, bailaría con los demás, había muchos y teníamos una contraseña que no nos fallaba nunca: si nos sacaba a bailar uno que no nos gustara, de plano decíamos que NO, sin ninguna consideración. Pero si bailábamos con alguien más o menos mono y en eso llegan a otro que nos caía mejor o ya no estábamos muy a gusto con nuestro compañero, nos jalábamos el arete izquierdo; eso quería decir: SOCORRO, entonces venía la otra h decía: "¿me acompañas al tocador?", y ya nos safábamos de él, porque inmediatamente nos sacaba otro.
Pero si estábamos muy contentas con el compañero, nos tocábamos el arete derecho y eso quería decir: "NI ME HABLES". Era una coordinación muy buena pero secreta, entre ella y yo nada más.
A los ensayos íbamos solas -vivimos a media cuadra del club-, pero a los bailes, ya era otra cosa, así que fuimos con mi mamá. Llegamos y ocupamos una mesa. Notamos que todo el mundo veía a mi mamá en forma exagerada; era de llamar la atención, las señoras, los muchachos, las muchachas, la maestra de baile, todos. Por fin se acercó un muchacho que era de los de la Junta de Festejos y sacó a bailar a Zutana; yo también me levanté a bailar, no me acuerdo con quien. Mi mamá se quedó observando, muy quitada de la pena.
En eso, nos hicimos un grupito y el que estaba con Zutana nos dijo:
—Oigan mi muchachas, su mamá nunca había venido, ¿verdad?
—No, nunca y, por cierto, ¿por qué la miran tanto?
— Sabes qué, queríamos preguntarles una cosa...
— Sí, ¿qué cosa?
— Es que todo el club está o mentando que tu mamá es idéntica –físicamente a la Sra. Veneno...
—¡Ay, claro, si son hermanas!
—¡¡¡¡HERMANAS!!!!
— Sí, hermanas, ¿por qué?
—¡NO PUEDE SER, CÓMO ES POSIBLE, ¿HERMANAS CARNALES?
Estaban ANONADADOS, y fue entonces cuando nos contaron todo lo que la Sra. Veneno había "hecho el favor de hablar" de nosotras, porque se sintieron verdaderamente INDIGNADOS y se empezó a correr la voz. –Cómo era posible que siendo tía nuestra nos hiciera semejante bajeza–. La empezaron a catalogar y también a despreciarla...Cambió un poco el viento a nuestro favor...no totalmente, porque ella (la Veneno) no quitaba en dedo del renglón, ni las Viborel, ni alguna otra maldita que se quería poner en ese plan. Aunque por dentro sabían que eran CANALLADAS, se utilizaban unas a otras para beneficio propio y perjuicio de sus dos víctimas.
De todas formas nosotras seguíamos divirtiendonos chorros en los ensayos, en las romerías, en todas partes. Teníamos dos pretendientes incondicionales, Paco y Pepe —nombres poco comunes en la H. Colonia— Eran monísimos, pero nosotras si querer les hacíamos la vida de cuadritos; el mío se desahogaba con Zutana y el de ella se consolaba conmigo. Cuando se dieron cuenta de que todo nos los decíamos una a la otra, optaron por venir a pedirle consejos a Mengana —mi hermana mayor, ¿se acuerdan? Y le decían:
— Mira, Mengana, nosotros queremos mucho a tus hermanas y fíjate como nos hacen. Les decimos: "¡dígannos la verdad, ¿ya no quieren que vengamos a verlas?", u nos dicen: "¡NO!", y nosotros de todos modos venimos.
Oye, dónde se van a encontrar a otros como nosotros.
Y así por el estilo éramos casi con todos. Un día nos enteramos de que a nuestra calle (porque vivimos en una cerrada) le pusieron el "Callejón de los Desprecios". ¡Qué cosas, ¿verdad?! La vida así es padre porque no te preocupas por nada, no te importa el pasado, ni el futuro, casi casi ni el presente. Pero sin querer hacíamos cosas que a los muchachos les lastimaban y a las viejas y a sus hijas les daban mucho coraje, por eso "algunas no nos querían". Es más, se ha llegado a pensar (aunque nosotras no creemos en esas cosas) que alguna de esas "desgraciadas" me hizo MAL DE OJO (incluyendo a mi tía la Sra. Veneno) porque hasta la fecha "NO DOY UNA": me va como en feria...

Anecdotario de una vida inútil...pero divertidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora