El lobo en su madriguera

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También teníamos amigas, no vayan a pensar que estábamos rodeadas de taradas: las inteligentes y seguras, esas eran nuestras amigas (a las otras para qué las queríamos, ¿verdad?). La mejor de todas era una chaparrita simpatiquísima, Hormiguita Buena Pierna, trabajaba perfecto, era súper-lista, estaba en mi departamento, yo echaba un relajo con ella a cuenta de todo lo que sucedía y de lo que no sucedía también...
Una vez llegó uno de los muchachos del taller (un arquitecto vaciadísimo, no feo, pero tampoco guapo; uno de sus hobbys era salir con cuanta gringa se le ponía enfrente y luego venirse a "adornar" con nosotras platicandolo, se llamaba Lobo Madriguera y me dijo:
—Oye Fulana, ¿me quieres pasar a máquina estos apuntes?
—Ay, oye, no tengo tiempo..
—Cómo eres. Si me haces este favor ahorita, en la tarde te invito a salir. Nos vamos al cine o lo que quieras.
—Ah, de manera que dos favores, ¿no? Uno en la mañana y otro en la tarde, ¡qué encajoso!
—Pero qué te estas creyendo, si a mí me sobran las mujeres, cada día salgo con una diferente...la mayoría "importadas", o sea de los "states".
—Sí es cierto —dijo Hormiguita Buena Pierna—yo te vi el sábado con una gringa.
—Ah sí, es una muchacha de 23 años muy mona.
—¿23 años? Pues los tendrá en dólares porque se veía muy "gastadita" (Hormiguita lo había visto con una gringa como de 60 años)
—Ya sé, lo que pasó es que esa era otra persona, porque yo pertenezco a un grupo de intercambio y salimos con turistas para que conozcan México y se diviertan y a veces no sabemos de qué edad nos las mandan...
Nos dio risa su "trabajito", pero como no le gustó que nos burláramos ya, nos explicó que él "vendía placer" (¡ah, bárbaro, con razón traes ese carro!, porque con tu sueldo de arquitecto, no creo).
Ya conociéndolo mejor (menos aceptaba sus invitaciones), siempre me molestaba con que dónde nos vemos y que a qué hora; yo le decía que nunca y él insistía, "si quiera cítame en algún lugar", me decía; "pues si ya sabes que no voy a ir", contestaba yo, "escoge tú la esquina que más te guste y ahí te quedas plantado".

....Un día me dijo:
—Fulana, te invito al cine.
—No, Lobo, gracias.
—Mira, presumida, yo tengo a las mujeres divididas en dos: mi mamá y las demás...
—¿Entonces por qué no invitas al cine a tu mamá?
¡Se le congestionó la cara! Por su expresión y la de los que oyeron, REFLEXIONÉ y "comprendí" lo que había dicho. ( Es que yo hablo y luego pienso, si lo hiciera al revés, O.G.M.C* y sería muy calladita. Entonces me entró miedo, corrí a mi lugar y cerré la puerta con seguro.

*Otro Gallo Me Cantara

—¡TAN, TAN!
—¿Quién es? (Con voz de Caperucita Roja)
—¡Lobo Madriguera!
—¿Qué quieres?
—Hablar contigo.
—No te molestes, yo también tengo a los hombres divididos en dos.
—¡Ay sí, copiona! Tu papá y los demás.
—¡No, en los pelados y los decentes, y tú estás entre los pelados.
Y así por el estilo, entre pique y pique, un día nos dimos un agarrón "marca diablo" y entre otras cosas me dijo:
—¡Eso me pasa por platicar con "secretarias"! (como si fuera una clase social, qué imbécil, ¿no?)
—Y a mí por "arrojarles margaritas a los cerdos"...

CONCLUSIÓN: Le prohibieron que me dirigiera la palabra. Este episodio, al igual que otros, le fue "informado de muy buena Fé" al Rey, por medio del Aviador.
El Rey, según supe después, abrió un "file" con mi caso y para que Canica Nueva York no lo leyera le puso "Srita. Taladro". Ahí archivaba lo que le "notificaban por escrito" respecto a mí, y en un "file imaginario" archivaba mentalmente lo que le "notificaban de palabra". Con estos datos empezó a formarse un Juicio a Control Remoto de la Tal Fulana de Tal... (¡Ay, cómo eran chismosos, de veras!)

Anecdotario de una vida inútil...pero divertidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora