¡Entre arquitectos te veas!

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Más adelante el Arq. Casca-Rabias, jefe del taller, supersimpatiquísimo, pero con un genio de la fregada (también era una de las Marionetas del Rey) consiguió que me dieran trabajo en las tardes, para que juntara dinero y me comprara un coche. A la semana de estar trabajando con él, empezó a "echarme los perros". Entonces me entró una duda:
¿Le gustaba porque estaba trabajando con él, o estaba trabajando con él porque le gustaba?
La eterna pregunta: ¿qué fue primero, el huevo o la gallina?, nadie lo sabe. (Yo en lo personal, creo que primero fue la gallina, pero eso no tiene nada que ver aquí) Y por supuesto, como el Rey dijo mucho tiempo después, yo los quería, pero no los respetaba y por eso pasaba lo que pasaba.

Nomás fíjese, todas más tardes llegaba Casca-Rabias y me decía:
—Fulana, te invito un helado (era casado)
—Yo no salgo con casados porque no soy tan ¡PELADA!
Así empezaba nuestra amable charla diariamente, pero iba subiendo de tono y me decía chorros de cosas y le empecé a perder el poco respeto que le tenía.
Un día se fue a Sanborns de El Palacio de Hierro a beber con sus amigotes y durante toda la tarde me estuvo llamando cada cinco minutos para decirme que se había enamorado de mí, que por favor bajara tantito. Yo le colgaba el dinero y lo mandaba al diablo.
Luego me mandaba recaderos con Varita de Nardo, un arquitecto monisimo, aristócrata, de buena familia y educado, todo le venía de herencia (hasta lo Varita de Nardo, esto último lo heredó de un tío). Claro que como era muy derecho me daba los recados pero me aconsejaba que no le hiciera caso, él estaba encargado de dar lápices y gomas y ahora lo "ponían a dar recados" y ni siquiera me pagaban "extra"; "ay, pos oye, no te dejes", le decía yo.
Una tarde que yo no tenía ganas de trabajar (qué raro) llegué y dejé mi bolsa con Hormiguita Buena Pierna, me fui a mi lugar y al ratito me levanté para salirme, y luego luego me dijo Casca-Rabias:
—¿A dónde vas? —me hablaba de tú y yo a él le hablaba de usted.
—Voy al baño, arquitecto —Como fue delante de sus amigos, no le quedó otro remedio que dejarme ir. Fui por mi bolsa, me salí del trabajo, me vine a mi casa, le dije a mi mamá que me habían dado la tarde, y nos fuimos al Puerto de Liverpool a comprar cosas.
Al día siguiente llegó como una furia y entró gritando:
—¡A DÓNDE TE LARGASTE AYER!
—Mire, arquitecto —le contesté—. Usted me puede gritar, eso si yo de lo premio, de 5 a 8, porque en las mañanas yo tengo otro jefe. Y eso de LARGASTE tampoco, arquitecto.
—Está bien —me dijo ya quedito—. ¿A dónde te fuiste ayer?
—Muy claro le dije que iba al baño.
—¿Al baño, maldita?, ¡tres horas para ir al baño!
—Es que el de aquí estaba ocupado y me tuve que ir hasta mi casa (ya qué me podía discutir con ese "justo razonamiento").
Y qué creen, milagro milagro, se soltó la carcajada y me perdonó la vida.
Otra tarde (y eso creo que fue para desquitarse) delante de sus amigos (también eran mis amigos) me dijo:
—¡Muchacha, ve a traerme unos cigarros!
Yo me quedé sin saber qué hacer, pero me gustaba tanto salirme a la calle que me levanté de mi silla (con cara de idiota), me dio $20.00 y me dijo:
—Y te puedes comprar un chocolate, si quieres...
Me salí trabada pero contenta, me tarde lo que se me dio la gana, regresé ya casi a la hora de la salida y le puse los cigarros en su escritorio, y que me dice:
—¿Y mi cambio?
—¿Cuál cambio? $5.00 de sus cigarros y $15.00 de mi chocolate, pues no me quedó nada...
Y así por el estilo era todas las tardes, cuando no se peleaba y me gritaba de cosas, yo claro que le contestaba y él acababa pidiéndome disculpas. Pero invariablemente el Aviador abría su ventanita cuando el pleito estaba en su M.M* y con todo su veneno, porque ya me odiaba, le decía: "¿te la borro de la nómina, mano?" (Para quitarme el trabajo en muy maldito)

* Mero Mole.

Lo único que se sacaba es que el arquitecto, con su geniecito, se desquitaba con él, lo ponía de colores por metiche y luego lo mandaba a Chi.....huahua a un baile (le ponía unas, de "perro bailarín)
Hasta qué un día TRONÓ TODO y Casca-Rabias me quitó el trabajo de las tardes. Tuve que ir con el Rey, pero no modo de echar de cabeza a Casca-Rabuas, tenía mucho genio pero no era malo. Entonces le dije que ya se había acabado el trabajo con Casca y que si podía ponerme en otro sitio. Nada más se me quedó viendo un raro y luego me dijo:
—Mire, el trabajo se lo di yo, no Casca, así que se va a venir para acá en las tardes. Y ahora dígame la verdad, ¿por qué se peleó con Casca?; yo estoy al tanto de todos los relajos que se arman en las tardes en esa oficina porque el Aviador me informa, pero cuénteme qué pasó hoy.
—Ay, arquitecto, pues ya que el Aviador le contó una parte, que le cuente todo, al cabo se ve que es para lo único que sirve.
—Muy bien, desde el lunes, cuando yo regrese de Ciudad Juárez, se pasa para acá en las tardesa la oficina del Arq. C.V.D, ya le diré lo que va a hacer y voy a dar órdenes de que si Casca vuelve a tener trabajo le pongan un "secretario-hombre"; estas tardes sé las doy libres.
La cosa salió perfecta, pero al día siguiente vino Casca que no sabía que me habían cambiado y me pidió una disculpa mayor que las anteriores —está ex de había puesto más pesado—, yo lo sentí mucho pero le dije las cosas. No puedo ni describirles cómo se puso, paré caía animal envenenado; materialmente como loco, me dijo HORRORES del Rey, que era un Tal x Cual, degenerado, un hijo de la..., que abusaba de su puesto para quitarme de ahí, que era un desgraciado que sabiendo bien "sus sentimientos hacia mí", le hacía está bajeza, que me cuidara de él, porque no respetaba a NADIE, que si yo supiera sus antecedentes, que ahora sí me iba a...: y dijo algo así como que iba a ser mi Waterloo (ahora ya sería mi Watergate), y que fuera inmediatamente a decirle que él me seguía necesitando. "Y a ver como lo arreglas pero tú regresas conmigo".
Y allá va la bruta con el Rey, a decirle:
—Fíjese, arquitecto, que dice el Arq. Casca-Rabias que ya tiene trabajo otra vez...
—YO NO ESTOY JUGANDO, ¡FULANA!!, lo hecho, hecho está.
Toda la sarta de "horrores" que dijo Casca del Rey me la tuve que coner, por supuesto, ya que si se la hubiera informado, Casca-Rabias R.I.P. FOREVER. Ni modo, "donde manda capitán..." pero Casca, crek que no necesitaba secretaria, porque nunca la pidió.
A principios de semana ya estaba instalada en mi nuevo lugar; al Arq. C.V.D, le dio mucho gusto que me pasarán para allá, era muy amable conmigo y muy mono, platicamos poco pero me miraba mucho (quién sabe por qué sería...)
Mi trabajo de la tarde se parecía mucho al de la mañana, sólo que este tenía fondo musical, porque el Rey me mandó, con C.V.D., un radio padrísimo de pilas, que me trajo de Ciudad Juárez (o sea que:
No hacía nada,
Pero con música)
El Rey tenia, entre otras cosas, que firmar cerros y cerros de contratos —por millones y millones de pesos— y se organizó de tal forma que las tardes las dedicaba a la firma, pero necesitaba alguien que le ayudara a pasar la hoja y para esto sólo una persona muy preparada y con "ciertas cualidades", podía servirle, ¿y quién era la indicada?, pues...mis tardes dignamente aprovechadas en pasar hojas que nada un aburridas, porque le contaba el Rey programas de TV, telenovelas y películas; él casi no tenía tiempo de ir al cine, siempre estaba ocupadísimo; ya ven que los ricos, mientras están haciendo dinero no pueden dedicarse a otra cosa, ni se divierten ni nada. Me decía: "cuéntame chismes", pero eso sí no, "para chismes ya tiene usted sus expertos", le contestaba: el Aviador, Juan Pérez, y otros que poco a poco fui descubriendo.
Empezamos a tener "diálogo" y como que noté que ya le estaba cayendo muy bien, por ahí los comentarios no se hicieron esperar, decían que "Fulana ya era la consentida del Rey", y es que me tenía muchísimas atenciones. Además de haberme "hecho justicia" en mi sueldo y en mi "tormento", Me trataba con especial deferencia, pero yo de sus atenciones no me extrañaba, porque creía que me las merecía (y lo sigo creyendo), si después de todo era casi su "confidente", me contaba chorros de cosas.
Francamente sí me impresionaba y me gustaba mucho que un Personaje como el REY, de quien todo el mundo dependía —suspiraban por una palabra suya o por su saludo—, me tuviera a mí tan en cuenta. Cuando se iba de viaje me traía regalos padrísimos y cuando no se iba, también. La Madre Superiora los almacenaba porque como que no le "acababan de convencer", o porque a lo mejor pensó que "acabarían convenciéndome a mí"...¡ese sexto sentido de las mamás.
Todas las Marionetas del Rey empezaron a tratarme perfecto, ya no sabía qué cosas decirme, yo no sabía si era "reflejo" de la conducta del Rey o si de verdad les caía muy bien. Eso se supo después...

Anecdotario de una vida inútil...pero divertidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora