Capitulo Dieciseis

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Tirado en la hamaca y con la miraba fija en su esposa, estaba Harry relajándose después de un cansador viaje de doce horas desde Londres. Cuando Amy decidió que ya era hora de salir y abrió los ojos su corazón le dio un vuelco. Lo había extrañado mas de lo que le hubiera gustado admitir, había extrañado ver su perfecta mirada verdosa, ese hermoso cabello lleno de risos, y esa cálida y perfecta sonrisa con la que estaba en ese momento. 

- Hola pequeña - dijo él mientras Amy subía las escalerillas de la piscina y le recorría con la mirada - ¿Me has echado de menos?

- ¡¡¡Harry!!! - exclamó ella sonriendo más de la cuenta – Seguro que no tanto como tú a mí, si que has llegado pronto – rió tímidamente - ¿Cómo ha ido todo por Londres?

- No me preguntes por trabajo cielo... No tengo ganas de hablar de eso – dijo levantándose y acercándose a ella – Tengo ganas de ti.

Amy con la boca entreabierta y respirando dificultosamente vio como Harry la cogía en brazos y le daba un beso fugaz, muy fugaz para lo que le espero cuando subió las escaleras y la tumbó en su cama.

Estaba tan sofocada por lo que estaba sucediendo que no se había dado cuenta de que estaba debajo de él en la cama mientras le acariciaba todo el cuerpo, sus manos fuertes recorriéndole todos los rincones habidos y por haber que hacía que le entraran escalofríos. Harry comenzó a besarle de nuevo pero el beso terminó pronto porque se fue hacía el cuello, ella gimió. Sabía que no iba a durar más de dos semanas toda aquella locura pero no aguantaba más sin saber lo que pasaría si ella se convirtiera en su amante. Harry le quitó el bikini con destreza mientras le acariciaba los pechos, ella sin demasiada experiencia pero con muchas ganas de saber cómo sería tocar aquel esculpido cuerpo comenzó a quitarle la camisa color azul que llevaba que se ajustaba tan bien a sus músculos.

La locura iba en aumento y Amy lo sabía, pero no le importaba, cuando llego a la cinturilla del pantalón Harry apretó sus labios contra los de ella con fiereza. Pocos minutos después estaban los dos completamente desnudos y acariciándose todo lo que les daba tiempo con la prisa que llevaban por estar juntos de una vez. Harry empezó a besarle el cuerpo en rincones que Amy desconocía que pudieran dar tanto placer, no dejaba de gemir y gritar su nombre mientras le acariciaba el pelo e intentaba que subiera para poder volver a unir sus labios. 

- Harry no tomo la píldora, ni nada similar – dijo Amy con voz entrecortada -

- No te preocupes... - susurró él mientras abría el cajón de la mesita de noche y sacaba un preservativo. Esa imagen le recordó que ella era virgen y él no y que en esa cama podrían haber pasado mil amantes y seguramente habría hecho lo mismo, abrir el cajón y sacar un preservativo de ahí. Decidió no pensar en eso porque su cuerpo se estaba enfriando y enfadando y no quería destrozar el momento más atrevido y erótico de su vida -

Harry con mucha agilidad se puso el preservativo y se preparó para entrar en su cuerpo, pero vio como la chica rubia cerraba sus ojos grises con un atisbo de terror. No entendía porque, de un golpe seco entró en ella y se dio cuenta de por qué cerraba sus ojos. Era virgen...

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