Capitulo Veinte

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– ¡¡¡Harry!!! - gritó Amy – ¡Ven aquí ahora mismo. Eres un cerdo, un imbécil, un..!. - las palabras se quedaron en su garganta al ver como Harry abría la puerta del salón con gesto interrogante, sentados en el sofá había dos hombres de mediana edad mirándola extrañados -

– Estoy en una reunión, ¿Te importaría interrumpir tus insultos y cuando termine con ellos te atiendo a ti? Gracias – murmuró él entre una mezcla de enfadado y burla -

Amy se quedó tan pasmada que no supo porque sus piernas subían los escalones y se sentaba en la cama que compartía con Harry, estaba tan nerviosa por haberle llamado todo eso en frente de sus clientes que ni Grym, que se estaba acomodando en su regazo ronroneando le pudo calmar ni un poco.

Pasaron diez minutos o quizá fueron diez horas, no supo bien controlar el tiempo pero se dio cuenta que sentada en la cama no haría más que pensar en lo sucedido, así que decidió ducharse y ponerse más cómoda y fue al jardín con Grym y una novela para tumbarse en una hamaca.

Pocos minutos después de comenzar a leer apareció Harry mirándola fijamente preguntándose a que venían todos esos insultos y a que venía esa forma de actuar con él. Era tan hermosa, tan especial, tan enojona, tan orgullosa… Era Amy, y no podía decir que no la fuera a extrañar cuando se marchara. La casa estaría vacía sin su presencia. Como no… Amy y sus novelas, Amy y su perro, Amy… y él.

- ¿Me puedes explicar a que ha venido todo eso? – le preguntó Harry sacando de su ensimismamiento a Amy –

- ¿Qué a que ha venido? – se levantó ella malhumorada de la hamaca – Te voy a decir yo a que ha venido… Has comprado una manzana donde estaba situado mi trabajo y el de mis jefes, a los cuales has dejado sin trabajo – le gritó ella –

- No lo sabía – respondió el con calma – Siempre puedes encontrar otro trabajo y tus jefes otro local. Lo único que yo quería era esa zona para hacer un hotel de lujo. No me dispuse a mirar quien trabajaba o quien vivía en esa zona. Todo el mundo acepto el dinero que se le dio que correspondía a su vivienda o local y punto final.

- ¡¡¡Si que lo sabías, por supuesto que lo sabías!!! Me llevaste un día a trabajar.

- ¿Y por eso me tengo que acordar? – rió Harry – Viajo por todo el mundo Amy, aunque lo pienses no eres mi prioridad.

- Ni tú la mía, es más, tú me das asco, ganas de vomitar y miedo. Y tengo tantas ganas de terminar con todo esto que estoy contando las horas, los minutos y los segundos que me quedan – siseó Amy con el rostro enfurecido –

- Me parece perfecto, tampoco te he preguntado – susurró él con la rabia reflejada en sus verdosos ojos- Dicho esto dio media vuelta y se perdió en la gran mansión –

Amy se volvió a sentar en la hamaca con Grym corriendo a su alrededor, las lagrimas se agolparon en sus ojos y pugnaban por salir, ella luchaba porque eso no pasara, si lloraba tendría que admitir algo que no quería aceptar y aunque lo intentó con todas sus fuerzas las gotas de agua comenzaron a rodar por sus sonrosadas y hermosas mejillas y un sollozo escapó de su boca. Se tumbó en la hamaca y abrazó a Grym que se había subido encima de ella. Todo lo que había dicho Harry le dolía y sabía perfectamente porque…

Estaba tan enamorada que le dolía, los besos, las caricias, las miradas, los desayunos, la cama compartida… No supo si se enamoro en Las Vegas o se enamoro cuando él se fue a Londres y le extraño tanto. No lo sabía, estaba claro que solo había una cosa innegable y era el amor que sentía en esos momentos… Y que seguramente sentiría durante toda su vida. Porque nadie le había llegado tan adentro, nadie le había hecho sentirse tan especial… Nadie, solo él. Y eso significaba que una de las cosas más difíciles de su vida, sería dejar esa casa, y dejarle a él.

La semana pasó entre compras para su hermana, y el vestido para ella misma de la boda, y llego el fin de semana… 

Esos días donde su hermana contraería matrimonio con Zayn. 

Esos días donde su relación falsa terminaría.

En las VegasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora