Seis.

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―¡Aléjate, bicho asqueroso, no toques a la chica! ―gritó Byron empujando a Kale de la cama. Abrí los ojos como platos incorporándome, para observar la guerra que se había desatado entre estos dos. Byron estaba hecho una furia y empujó a Kale contra la pared.

―¡Byron, tranquilízate! ―grité corriendo hacia él. Me ignoró y se puso rojo cuando Kale comenzó a reír tirado en el suelo.

―¡Amigo, no hicimos nada!

―¡No soy tu amigo, mierda! ―volvió a gritar el rubio. Volqué los ojos.

―¡Byron! Me acosté con él porque había tormenta. Y sabes que odio las tormentas. ―sus ojos marrones se dirigieron a los míos. Le pedí que se tranquilizara y lo hizo.

―Sí, lo sé. ―contestó con remordimiento― ¡Pero no quiero enterarme que él te tocó! ¡¿De acuerdo?!

Kale asintió con la cabeza volviendo a su cama. Los truenos habían parado hace rato, pero aún llovía. Byron entró al baño y yo me quedé sentada contra la pared en el suelo, observando las gotas chocar contra el ventanal. Suspiré.

¿Por qué le temía a las tormentas?

Era algo que no recordaba con exactitud. Me levanté y caminé hacia el balcón, el cual se encontraba empapado. Apoyé mis manos contra la baranda y miré el cielo rosado.

Un rayo volvió a caer y recordé.

La camioneta de Bill estaba siendo arrastrada por el viento de aquella tormenta eléctrica. Siempre había sido amante de la lluvia, adoraba ver películas con mi gato en la cama comiendo palomitas, pero esta noche, era especial. ¡Era la fiesta del año! Todos los adolescentes del pueblo estarían presentes allí. Así que nosotros decidimos ir. Nada ni nadie nos pararía esa noche.

Maddie subió el volumen de la radio. Se escuchaba Brain Stew de Green Day y yo fruncí el ceño al no conocer su letra. Suspiré mirando por la ventana del asiento trasero. Alice había apoyado su cabeza en mi hombro y bostezó. La lluvia la hacía querer dormir, y sonreí.

Cassie, estás demasiado callada habló David por primera vez en la noche. Lo miré con recelo y volví a lo mío. Maldito ex novio que ahora quería hacerse el amigo. ¡Me engañaste, por cierto!

Aún no sabía por qué los chicos seguían aceptándolo en el grupo. Tal vez era por Bill que no quería convertirse en el único hombre entre las mujeres y lo entendí. Otra opción era porque David fue nuestro amigo desde el kínder y no quedaba para nada bien echarlo porque a la estúpida de Cassandra se le ocurrió enamorarse de alguien que no tenía una sola mujer.

Perdona, me siento mal. contesté bostezando. David sonrió y regresó su mirada a la autopista. La lluvia estaba comenzando a hacerse más agresiva, tanto que Maddie había bajado el volumen de la música para no desconcentrar a su novio que iba al volante.

La única luz que se veía era la de la camioneta negra de nuestro amigo rubio. Pero un destello blanco se interpuso en nuestro camino, y caímos en la cuenta de que un conductor había perdido el control de su vehículo y éste venía directo hacia nosotros.

¡Cuidado! había gritado Maddie antes de dar unas cinco vueltas en el aire.

Y hasta ahí llegaba mi recuerdo.

Volteé para entrar a la habitación y allí me esperaba Kale.

Llevé una mano a mi corazón por el susto que me había pegado.

―¿Por qué lloras? ―preguntó mirándome fijo.

―Recordé mi temor a las tormentas. ―sonreí nostálgica.

―Entra, es tarde. Diría que duermas y mañana nos cuentes sobre tu recuerdo para poder atar cabos ―dijo Byron secando su cabello. Asentí con la cabeza y me recosté en la cama.


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