Recuerdo uno.

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Las ambulancias que cargaban los cinco cuerpos de los adolescentes no tardaron mucho en llegar al hospital. Cada una venía asistida de los médicos, divididas entre los pacientes más graves y los que corrían riesgo de vida.

―¡Ayuda! ―gritó un paramédico llamando la atención de los enfermeros de guardia. Salieron todos a asistirlos y comenzaron con su trabajo, dirigiendo cada camilla hacia la sala de urgencias.

―Margaret, necesito nombres. ¿Pudieron identificarlos? ―preguntó uno de los enfermeros mientras corría hacia el teléfono del hospital. Su asistente o más bien, la encargada de llamar a la familia de las víctimas, corrió tras él.

―A todos, señor. Los dos fallecidos corresponden a los nombres de Maddison Spencer y David Galet. ―el tipo asintió con la cabeza― Los tres graves son Alice Collins, Bill Wesley y Cassandra Dawson.

Llamó primero a la familia de los fallecidos. Se podía sentir el llanto del que había respondido al llamado desde el otro lado de la línea. Antes de marcar el número de Alice, uno de los doctores se asomó y negó con la cabeza― Alice Collins acaba de fallecer.

Una vez que llamó a las familias de los sobrevivientes, se acercó a la escena. Los jóvenes se encontraban inconscientes aún, con un conducto en el cual estaba lleno de sangre y viajaba a su organismo.

―¿Esa sangre? ―preguntó inocentemente. Los doctores, que tenían una sonrisa en el rostro por su buen trabajo, lo ignoraron. El rubio comenzó a incomodarse. ¿Qué estaban ocultando?, o bien, ¿de qué manera hacían su trabajo?― ¡Oigan!

El Dr. Riggs se adelantó y quebró su cuello antes de poder decir algo. Luego, volvió a poner sus brazos en jarra y regresó su mirada de satisfacción.

―Por lo que veo tu trabajo salió bien, Bob. ―espetó estrechándole las manos a un hombre calvo de no más de cuarenta años que recién llegaba― ¿Él ha muerto?

―Lamentablemente. Al colisionar su coche contra la camioneta de éstos jóvenes, él también dio trompo. Estaba ebrio y no había alcanzado a ponerse el cinturón de seguridad. ¿Sobrevivieron los cinco?

Riggs negó con la cabeza.

―No, sólo dos de ellos. Dos llegaron muertos y perdimos a una mientras le hacíamos la transfusión. Pero ahora esperamos a que la sangre entre bien a sus cuerpos para luego sedarlos y tener nuestro objetivo.

―¿Qué harás con ella? ―preguntó Bob señalando a Cassandra. Riggs se encogió de hombros.

―Me encargaré de ella los siguientes cuatro meses. Para ver cómo evoluciona todo este tiempo. Ya sabes, lo mismo de siempre.

―¿Qué sujetos son?

―Él 355. Ella 356. ―respondió sin dejar de mirar a los jóvenes que comenzaban a pestañear. Una enfermera de piel de color, entró sonriendo a los doctores de forma respetuosa para colocarse del lado de la chica. Ellos se alejaron y observaron su plática. Cassandra no los veía gracias al polarizado de los vidrios.

―Hola cariño. Soy Missy ―dijo la mujer. La chica abrió los ojos como platos y comenzó a desesperarse.

―¿Dónde estoy? ¿Dónde están mis amigos?

―Mira a tu derecha ―le sonrió y Cassie suspiró tranquila al ver a Bill observando su charla. La chica le sonrió, pero duró un microsegundo al notar que faltaban los demás.

―¿Qué sucedió?

―Tuvieron un accidente en la ruta. Chocaron contra un coche y su camioneta volcó. ―tragó saliva― Maddison, David y Alice...

―¿Qué pasó con ellos? ―preguntó Bill abriendo sus ojos.

―Ellos murieron.

―No... ―comenzó a decir Cassandra― ¡No! ¡No!

Bajó los pies al suelo y Missy la sostuvo intentando clavarle un calmante en su brazo, pero ella lo lanzó al suelo y abofeteó a la doctora. Riggs y Bob entraron a defenderla, y en pocos minutos, todo quedó a oscuras para la chica. Habían quebrado su cuello.

―Tú llévate a Wesley y yo a Dawson, ¿de acuerdo? Salgamos por la puerta trasera. Cuando estés a salvo, llámalo a Alexander. Él se hará cargo del joven. ―ordenó Riggs sosteniendo en sus brazos a la muerta/viva joven castaña. La miró con compasión y una luz de remordimiento pasó por su cabeza. Este es mi trabajo, se dijo y comenzó a correr por el pasillo vacío.


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