Treinta.

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Grité tapando mis oídos. Kale tapó mi boca apretándome contra él al mismo tiempo que Byron tomaba un revólver de un cajón.

―¿Byron qué...? ―comencé a decir, mientras mi hermano me ignoraba. Comenzó a disparar y me pareció estúpido, ya que Andy y Riggs eran vampiros. Para esto se necesitaban estacas y efedra, no fusiles y cualquier tipo de armas.

Kale se puso en cuatro patas y comenzó a gatear alejándose de la escena. Lo seguí y pasamos por entre los demás quienes disparaban como si fuera la última vez en el mundo. Allí estaban Andy y Riggs disparando contra otros tres que no pude ver sus rostros.

Gemí desplomándome en el suelo cuando dispararon en mi espalda. Los disparos siguieron en mi dirección, pero no llegaban. Estaba demasiado adolorida como para mirar quién me estaba cubriendo.

Jadeé en busca de aire. Kale me alzó en sus brazos y me dirigió hacia una de las habitaciones donde Harrison abrió la ventana.

El castaño mordió su muñeca y bebí de su sangre. Sentía que mi herida comenzaba a cicatrizar al igual que las otras que Ivette me había hecho.

Los disparos cesaban con lentitud y temí por la vida de Byron. No quería que muera por mi culpa. Si a Kale o Byron, incluso Harrison les sucedía algo, iba a ser mi culpa. No cabía duda.

A medida que pasaban los segundos, mi corazón volvía a latir normalmente. Me sentía como nueva, y agradecí el hecho de no haber vomitado la sangre de Kale. La imagen de Jon con las dos estacas en sus manos llegó a mi mente y me pregunté dónde diablos estaba metido.

Hasta que el cuerpo de Harrison cayó inerte al suelo.

―¡KALE, CUIDADO! ―grité antes que Jon clavara la estaca en el estómago de mi acompañante. Mis ojos se abrieron como platos y me incorporé lo más rápido que pude.

Su piel comenzó a tomar un color pálido y sus venas se iban marcando con lentitud. Jon se sonó el cuello y sonrió listo para asesinarme. Fui más rápida y quebré su cuello, regresando la mirada a Kale.

―Hazlo. ―masculló desde el suelo― Dame tu sangre.

―¿Qué? ―pregunté arrodillándome a su lado. Quité la estaca de su estómago pero ya era tarde, todas sus venas estaban marcadas.

―Tú eres la cura. Conviérteme.

Tomé aire y me arremangué la camiseta. Kale mordió mi muñeca y ahogué una exclamación. Sentía que mi piel se desgarraba y abrí los ojos como platos cuando la piel de mi compañero tomó color.

Él se recompuso. Las venas volvieron a la normalidad, y apenas soltó mi brazo, tomó una bocanada de aire. Byron dejó caer la mandíbula apenas entró en la habitación y sólo se quedó mirando.

―Me siento más vivo que nunca. ―susurró Kale. Miré a Byron, que rodó los ojos como respuesta.

―Debemos irnos. Holland y Anderson no tardarán en recomponerse. ―dijo. Kale señaló a Jon, confundido― Tiene sangre de vampiro en su organismo. Despertará en cuatro horas.

―Aguarda... ¿dijiste que tiene sangre vampira en su sistema?

―Imagínate a un Jon vampiro. ¿Genial, no? ―ironizó caminando hacia la puerta de entrada. Observé el cuerpo del joven que estaba tirado en el suelo cayendo en la cuenta de que era Ryan.

Ryan me había salvado.


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