Capítulo 11- Palabras

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Entre el artista, el enmascarado, y yo pusimos la mesa rápidamente; Deidara fue a llamar a el resto de Akatsuki, que no tardaron en llegar hambrientos e impacientes.

-Espero que os guste la comida-Cuando me percaté, ya estaban comiendo, sobretodo Hidan, que prácticamente acabó con toda la fuente de costillas de cerdo, no paraba de agradecer a su dios Jashin lo buenas que estaban.

Yo me llené el plato con un poco de bakudan y costillas, Deidara estaba a mi lado, el cual se hinchaba a la misma comida que la mía, para ser aparentemente delgado, parecía un pozo sin fondo, parecía que disfrutaba con dicha comida.

Al acabar, todos estaban con la cara roja y de gusto, algunos me agradecieron lo buenos que estaban los platos, me ruboricé por tantos cumplidos.

Tiempo después todos me ayudaron a recoger la mesa como muestra de gratitud.

Tras haber comido, cada uno se fue a hacer sus cosas: Kisame a cuidar de su espada Samehada, Deidara a hacer su arte explosivo, Kakuzu a contar su dinero... (otra vez...)

Yo me fui a escribir al bosque, a inspirarme y desahogar mis adentros.

Me puse a escribir sobre lo que pasó con Kakuzu, y también lo ocurrido con Deidara, en una hoja aparte y con mala letra, total, iba a quemarlo...

"Querida especie de diario efímero:
Esta mañana, al estar con mis pensamientos en la cascada, me he topado por accidente con Kakuzu, él no sabía que yo estaba ahí, escondida, y miraba como estaba dándose un baño, no pude evitar observar con detalle todas sus cicatrices, su cuerpazo moreno y la tableta marcada, supongo que resultado de tantas matanzas.... Su pelazo cayendo apegándose a su espalda ancha. Nunca imaginé que alguien como él podría estar tan bien cuidado, (y dotado) no me lo esperaba.
Más tarde, al estar cocinando el bakudan y las costillas, Deidara demostró sus ansias hacía mí sentándome en la encimera y besándome con lujuria. El sabor de sus besos y su aliento, conjunto sus susurros diciendo mi nombre me hicieron seguirle el juego.
No sé si volverá a repetirlo, pero le tengo muchas ganas. Si consigue llegar algo más lejos, sería mi primera vez, no sé ni como se hace ni lo que se siente, pero me gustaría saber lo que puede hacer con esas lenguas"

Acto seguido, arrugué el papel y lo guardé dentro de la túnica, para así deshacerme de él más tarde.
Ahora estaba algo más desahogada, más relajada, me he quitado un peso de encima, ahora... vuelta a la guarida!

Secretos de tela: La historia de LebenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora