Capítulo 29- Esperando al deseo

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Seguí al artista hasta su habitación, parecía exagerado, pero iba dejando gotitas de cola-cao por donde pasaba.
él se metió en su dormitorio, yo antes de entrar cogí unas toallas del baño.

Se quitó la túnica, empapada, y la extendió sobre en la cama, cogió una de las toallas que le di y se puso a limpiar dicha prenda.

-Lo siento... No me esperaba que fuera ese tipo de noticia...- Estaba a su lado, ayudándole. Me fijé en su expresión, no parecía enfadado, de hecho, esbozó una leve sonrisa.

Se detuvo en su labor de intentar limpiar la túnica, e hizo todo a un lado repentinamente, Me cogió de los muslos y me tiró a la cama.

Me pilló de sorpresa, me devoraba a besos y sus manos me agarraban con más fuerza que la última vez, esa en la que Hidan nos estropeó la velada y no tuvimos más remedio que dejarlo, sólo que esta vez todo estaba más tranquilo, sabía que todo era distinto, sabía que nadie nos estropearía este momento.

Sentía su aliento en el cuello, y sus besos bajando por este. Cuando me quitó la parte de arriba de la redecilla, sentí tal vergüenza que me tapé los pechos y le miraba inocentemente. Deidara sonrió, y ladeó la cabeza.

-Tranquila, sólo aparta las manos, déjame verlas, hm...- Me mordí el labio y miré a un lado, roja. Lentamente aparte las manos, tímida, el rubio se mordió el labio con deseo, ruborizándose.

-Son preciosas, Leben, hm...- Se relamió, pasó las manos por mi cintura y pude sentir su lengua pasar por mis pezones lentamente.

La sensación de su lengua, sus jadeos y el calor de su aliento me hicieron gemir de tremenda excitación.
Dejándome llevar por el deseo, le cogí de la cabeza. Quería sentirle más intensamente.

Se desapegó de mí, y fue quitándome la ropa restante, quedándome completamente desnuda ante él, tumbada en su cama. Era una situación que deseaba desde hace tiempo.

Deidara se puso de pie enfrente de la cama, y empezó a sacarse la ropa prenda a prenda sin dejar de observarme con deseo y ganas. Se quedó sólo en ropa interior, marcándose sus "ganas" de hacerme suya.

Su cuerpo definido con una tableta levemente notable, sus dos cicatrices en los brazos, cosidos por Kakuzu, la boca en su pecho en el lado izquierdo de su cuerpo, su melena rubia dejándose caer por la espalda, todo me estremecía, y quería sentirle con mi cuerpo.

Se abalanzó encima de mí, estaba deseosa, pero con miedo al dolor de la primera vez. Me devoraba a besos, hasta que se levantó, quedando de rodillas enfrente mía.

Empezó a bajarse la ropa interior lentamente, hasta que, por fin, pude verle completamente sin nada.

Me entró algo más de miedo, al ver lo que iba a desvirgarme. Era enorme, venosa, latente. Le miré a los ojos, él sonreía, se relamía.

Con una de las bocas de sus manos, empezó a lamerse a si mismo, comenzó a gemir levemente, me senté y sin más, tímidamente, comencé a pasar la lengua por la punta.

-A-Aghmn.... Leben...- Sus gemidos me excitaban cada vez más, cosa que me llevó a meterme parte de su "arte" en la boca.

Comencé a acostumbrarme, hasta el punto de meterme todo en la boca; Deidara gemía y jadeaba, temblaba de excitación, no paraba de gemir mi nombre, puso una mano en mi cabeza, y aceleró, la saliva goteaba de su falo que cada vez se agrandaba más, le miraba mientras devoraba su arte con ansia, y a cada vez que tocaba mi garganta, escuchaba sus gemidos.

Deidara pasó a agarrarme de los hombros y tumbarme en cama, no tardé en sentir sus manos, y las bocas de estas adentrándose en mí poco a poco.

-ARHG!! Se bueno, Deidara...

-Lo seré, disfruta de mi arte! Hm...!- Pasó a meterme un dedo dentro de mí, y a moverlo dentro. Era una sensación que nunca había sentido. Temblaba, y él disfrutaba viendo lo que me hacía. Sonreía relamiéndose sensualmente.

Ese placer fue a más, Deidara aceleró, haciéndome soltar más fluido, hasta llegar al punto en que me retorcí de placer y llegando al orgasmo gritando su nombre.

Sacó su mano de mis adentros y lamió el fluido que había en esta, saboreándolo con placer.

-Aún no he terminado, hm...

Secretos de tela: La historia de LebenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora