Capítulo 12: El ser de la cascada

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Al llegar a la guarida, Kakuzu estaba apoyado en la pared, a uno de los lados de la entrada. A pesar de que su máscara le tapara gran parte de la cara, su expresión era de un enfado e ira inconmensurable, más de lo normal. En su mano derecha tenía un papel arrugado, de origen extrañamente familiar; a su lado, saliendo de la pared estaba Zetsu ocultándose.

Extendiendo su brazo, cosa que me sorprendió, me empujó y me aplastó contra la otra pared de la entrada.

Se fue acercando a mí, no sabía lo que ocurría, pero el hecho de ver la nota en su mano, y su enfado me hicieron relacionarlo con Zetsu de manera lógica y única.

-Explícame esto!- Levantó la nota indicando su presencia, era la nota que había escrito, y que no tenía guardada donde la escondí; Zetsu se había enterado de la nota y contó lo escrito al moreno.
Kakuzu, al acercarse a mí, me agarró del cuello y me levantó del suelo, gemí del dolor y temor.
-Kakuzu! No quería!!...arhg!! Lo siento!!- Agarré su mano para que me soltara pero eso hacía que me apretara más...
Una de sus máscaras salió de su espalda, haciendo que rompiera la túnica, acto seguido abrió la boca y de ella se concentraba un leve fulgor que iba aumentando y concentrando lo que parecía ser una bola de rayo.

La luz iluminaba y cegaba mis ojos, los cerré, aceptando mi destino, cuando una sombra de un pájaro, paso demasiado cerca de mí partiendo fuertemente una de sus alas en mi costillar. Este se cruzó eclipsando la boca de la máscara y siendo él el receptor del raiton.

Cuando abrí los ojos, pude ver que Deidara me estaba llevando en brazos, pude sentir un tremendo dolor donde el pájaro había impactado conmigo. Acto seguido, escupió arcilla de sus dos bocas y generó rápidamente un búho en el cual nos llevo volando lejos de la guarida.

Tiempo después, llegamos a una especie de llanura. El búho se posó delicadamente sobre la hierba, y agachó levemente el cuerpo, bajando Deidara conmigo en brazos. Se puso de rodillas y me dejó en el suelo, me abrió la túnica con cuidado de no hacerme daño. Me ruboricé en el momento en el que me la quitó.

La herida que tenía en el costillar era un corte medianamente profundo, no era grave, pero echaba algo de sangre, tenía la redecilla rasgada. mi dolor aumentó al sentir el aire del entorno.

-Tengo que limpiarte eso, tiene muy mala pinta, hm...
-Lo siento...- El artista me miró, sonriendo tiernamente, negando leve con la cabeza, en señal que no le importaba el echo de que tenga que curarme.

Sin más, sacó su túnica, iba vestido con una camiseta de redecilla de manga corta y por encima otra pero de tela negra y un poco más pequeña.
Se sacó ésta, mostrando su torso bajo la redecilla, me estremecí al verle, y aparté tímidamente la mirada.
Cogió la camisa y la hizo tiras, con una me limpiaba la sangre cuidadosamente, sin apartar la mirada ni la concentración en no hacerme daño.
Al tocar un punto sensible, solté un quejido de dolor, Deidara se preocupó

-Lo siento!

-No pasa nada... gracias por salvarme...- Él sonrió.

-Es lo menos que pude hacer, voy a por un poco de agua, tú no te muevas, hm...- Seguidamente, se levantó con la tela llena de sangre y se fue en busca de un poco de agua.

Secretos de tela: La historia de LebenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora