CAPITULO 15.

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Se quedó callado y se sentó en una de las sillas de la cocina. Esta vez insistí yo la misma pregunta que le hizo María.

Irina: ¿Que ha pasado?

Víctor: Me han pegado. ¿No me ves la cara?

Irina: ¿Quien a sido?

María: Sergio.

Víctor: No, no ha sido él. Ese pingajo tiene mucha cara.

Irina: ¡¿Quien ha sido?!

Víctor: Sus amigos. Me han pegado sus amigos. El no tiene la cara para pegarme y ha mandado a sus putos amigos.

Irina: Pero si decían que la pelea era uno contra uno.

Víctor: Pues no. Eran cuatro contra mi. Ese niño juega muy sucio.

Irina: Menudo hijo de puta. No sabía que el de la pelea eras tú. Me hubiera quedado.

Víctor: ¿Para qué? ¿Para ver como me pegaban, por ti?

María: No pienses eso. Ella te habría sacado de ahí.

Víctor: Que me da igual las veces que me peguen por ella.

María: ¿A donde vas?

Irina: A casa de Sergio. El aún no ha llegado, pero se va a cagar cuando lo haga. Víctor, vamos.

Víctor: ¿Yo para qué?

Irina: Quiero que sus padres te vean. Quiero que vean como su asqueroso hijo te ha dejado la cara.

María: Yo no pinto nada allí, me voy a casa.

No sé de donde saco las fuerzas para hacer este tipo de cosas, pero las saco.

Me presenté en su casa. Estaban su madre y su hermana, Elena.

Lola: Hola cariño, Sergio aún no ha llegado, pasa.

Irina: Hola. No vengo sola. Vengo con un amigo.

Lola: Pobre chico, ¿que te ha pasado en la cara?

Irina: Eso mismo venía yo a preguntarle a su hijo.

Elena: Sergio no es capaz de pegarle a nadie.

Víctor: Pero sus amigos sí.

Irina: Quiero contaros todo lo que ha pasado desde que conocí a Víctor.

Les conté todo, incluso que él me había dejado.

Lola: Sergio está subiendo. Víctor, quiero que tú le abras la puerta.

Como niño obediente, lo hizo. Le abrió la puerta. Lo peor pasó después.

Lola: Sergio, ni te molestes en venir a darme un beso. ¿Te parece de niño maduro lo que has hecho?

Sergio: ¿Qué hace este niñato en mi casa?

Lola: No es ningún niñato, es un niño con más educación que tú. ¿Te parece correcto mandar a tus amigos a que le peguen? ¡¡Mira como le han dejado la cara!! ¿Que amigos han sido? ¿Cuantos eran Víctor?

Víctor: Eran cuatro. Solo conozco a dos de ellos. Erik y Hugo.

Elena: Sergio, eres un descerebrado. Solamente esos dos podrían haberlo matado. ¿En que piensas? Has perdido a Irina por tu culpa, no por la de él.

Lola: ¿Quienes eran los otros dos?

Sergio: Eran Pablo y Miguel. ¿Que no es su culpa? El fue quien se metió en nuestra vida.

Irina: Se metió en la mía no en la tuya, ¿lo entiendes ahora? Ya te lo dije esta mañana, si realmente me quisieras, te daría igual quien entre en mi vida.

Sergio: Que no. ¿Como me va a dar igual que este tío viva en tu casa? Se que es capaz de intentar cosas contigo.

Lola: Te equivocas Sergio. Es ahí donde Irina demuestra que te quiere. Aunque en esos dos meses Víctor intentara algo con ella, ella es tu novia.

Sergio: Irina perdoname, vuelve conmigo. Olvidemos todo esto por favor. Perdoname.

Irina: ¿En serio pretendes que te perdone? Ni se te ocurra volver a aparecer en mi vida nunca más, ¿me entiendes? Ni me llames, ni me escribas y si me ves ni te pares a saludarme.

Lola: Irina cariño mío, yo no quiero que haya problemas entre Paula y Elena.

Irina: Esto no tiene por qué afectarle a ellas.

Cogí a Víctor del brazo y me lo llevé hacía la puerta. Antes de cerrar me giré y dije mi última frase.

Irina: Dile de mi parte a tus amigos que les voy a poner una denuncia.

Ahora sí. Cerré su puerta y bajamos las escaleras. Escuche a Lola darle muchas voces a su hijo, pero merecidas se las tiene.

Llegamos a casa. Todavía faltaban 4 horas y media para que llegaran mis padres. Subí con Víctor al baño y le curé todas sus heridas.

Irina: ¿Que te pasa? ¿Por qué me miras así?

Víctor: Por tus padres, van a enfadarse contigo. Y también con mis padres.

Irina: Eso no va a pasar, tranquilo.

Víctor: No sabía que tuvieras tantas narices para enfrentarte así a la gente.

Irina: No se de donde saco fuerzas. Víctor a partir de ahora, te quedan dos meses en mi casa, no te quiero solo en ningún momento.

Víctor: Por favor, no me atosigues. Es broma, quiero estar contigo siempre.

Irina: Ya no tienes más sangre, ¿vamos a comer?

Mi madre nos había dejado una bandeja de filetes empanados. Preparamos la mesa para comer mientras que veíamos Castle. Yo acabé de comer antes que él, puse mi plato en el fregadero y me tumbé en el sofá. Cinco minutos después se tumbó él en otro sofá. Terminó dormido.

Duerme muy lindo, parece un angelito. Me senté en el suelo, justo delante del sofá y me quedé mirándolo. Estábamos a 15 centímetros el uno del otro.

Le di un beso en la mejilla. Otro en la frente y por último uno en los labios. Pero continuaba durmiendo como un tronco.

Me levanté del suelo y antes de girar para ir a mi sofá, me agarró del brazo y me tiró encima de él. Me empezó a dar besos por toda la cara hasta que yo le di otro en los labios. Abrió los ojos y se quedó atónito.

Víctor: ¿Qué haces?

Irina: Perdón, no se que me ha pasado. - Me levanté del sofá pero el volvió a tirar de mi brazo para que me sentara.-

Víctor: No no no, no te vayas que me gusta.

Irina: ¿Entonces para que me dices eso?

Víctor: Estaba soñando contigo. Al verte encima de mi pensé que seguía soñando. Por cierto...

Irina: Dime.

Víctor: Te quiero.

Irina: Víctor, yo... No se que decirte...

Continuará...

Mi Cheque al PortamorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora