14-Cigarrillos

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06:01 pm 3 de junio de 2018

Rusakovo, Koriak, Rusia   

Arrodillado con sigilo, levanté mi M-110, le quité el seguro, y apunté al cráneo del que parecía ser el líder de aquel otro grupo. Se trataba de un sujeto rubio, alto, robusto y que vestía con una gruesa chaqueta negra. Tenía cara de pocos amigos, facciones rústicas y ladraba órdenes en ruso que sus hombres, con una mezcla de respeto y temor, corrían a cumplir.

Estaba preparado para hacer un tiro limpio si las cosas se complicaban, no obstante, en un determinado momento, algo llamó su atención y se fue por donde vino.

—Estamos a salvo —suspiré.

—Bastian, tenemos otro problema —me informó Fran, señalando hacia el interior del lugar.

Allí divisé cinco siluetas, dos masculinas y tres femeninas. Por lo poco que pude ver, supuse que tenían unos veinte y tantos años.

—¿Qué hacen ustedes aquí?—soltó Ricardo en tono desafiante.

—Eso nos lo preguntamos nosotros —protestó uno de los chicos, dando un paso hacia adelante.    

—Disculpa a mi amigo —me interpuse entre Ricardo y su interlocutor—, vinimos a escondernos de otro grupo.

—¿De qué grupo hablas? —inquirió una de las chicas, parecía estar muy interesada en el tema.

—No pudimos verlos bien, pero a simple vista supimos que nos superaban en número —indicó JDM, parándose a mi lado.

—¿Por casualidad no seguían a un tipo alto y rubio? —asentí en silencio, y los del otro grupo intercambiaron miradas.

—Esos son los hijos de perra que mataron a Marshall —gruñó el mismo chico de antes, para luego lanzar una retahíla de palabrotas en ruso.

—Tranquilízate, Jack, esos malditos pagarán con sangre lo que hicieron —lo consoló una de las chicas, y después todo el lugar permació en silencio por varios minutos.

—Creo que deberíamos irnos —dijo José, rompiendo el silencio.

—¡Alto ahí! —gritó el que parecía ser el líder del grupo, y todos le apuntamos con nuestras armas. Este se mostró indiferente a la amenaza y siguió hablando—. Dejaremos que se queden con nosotros durante un par de días para que puedan descansar.

—¿A cambio de qué? —bajé el arma.

—Parecen estar familiarizados con el combate, y nosotros queremos acabar con los bandidos. Creo que ya entiendes adonde quiero llegar...

—Entiendo, pero creo que deberíamos hablarlo bien y...

—Aceptamos —interrumpí a JDM—. Si alguien no está de acuerdo, que lo diga de una buena vez.

—Estoy de acuerdo con Bastian —me apoyó Fran, a su vez, los demás asentían en silencio.

—Está decidido, nos quedamos —indiqué, mirando a José.


04:13 pm 6 de junio de 2018 

Rusakovo, Koriak, Rusia     

Ya llevábamos un par de días refugiándonos con el otro grupo y, por suerte, no habíamos tenido problemas de ningún tipo. Dividimos el amplio edificio por la mitad, y acordamos no cruzar esa división a menos que fuera estrictamente necesario.

El Elemento de la Destrucción (En reedición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora