Capítulo 14.

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Abrió la puerta y miré el departamento.

Era un ambiente cálido, con sus paredes color crema y el piso de madera. El living tenía un sillón de tres cuerpos y en la pared de enfrente, había un televisor plasma. Una mesita ratona de vidrio estaba adornada por un pequeño florero. Más en el centro del lugar, había una mesa más grande de vidrio y con seis sillas a su alrededor.

Separada por una barra de desayuno, estaba la cocina que tenía vista directa a la sala. Luego, doblando una esquina, había un pasillo con tres puertas. La primera era el baño. La que estaba en medio, era una habitación que estaba completamente desordenada, sus paredes eran de colores cálidos, había una gran cama de dos plazas en medio y también había un gran armario embustido en la pared. Fui a la última y ésta estaba ordenada, con las paredes pintadas de un amarillo pastel y también tenía una cama grande. A diferencia de la habitación anterior, esta sólo tenía cajones.

Suspiré y volví a la sala. Dylan estaba sentado mirando su celular y cuando me vio, se paró de inmediato.

—¿Ya conociste mi departamento?

—Hm, sí... —respondí incómoda y me crucé de brazos—. Dylan yo de verdad no quiero molestar, puedo irme ahora...

—No —interrumpió—, quiero que te quedes. No estás bien y no quiero dejarte en tu casa así.

Sonreí con tristeza.

—Gracias.

—Pediré pizza, ¿te parece bien? —asentí en respuesta y él fue hacia la cocina a hablar por el teléfono.

Me quité la chaqueta y me acerqué a los muebles. Había muchas fotografías y una en especial me llamaba la atención. Era Dylan con una chica rubia, ambos sonriendo a la cámara muy felices, y cuando iba a tomar el cuadro entre mis manos el celular vibró en mi bolsillo trasero del jean sobresaltándome.

Recé internamente cuando vi el identificador de llamada.

—Hola mamá.

¡______! ¡YA CASI VAN A SER LAS DIEZ DE LA NOCHE Y TODAVÍA NO REGRESASTE! ¡¿EN DÓNDE TE METISTE?! —gritó mi madre por el otro lado de la línea telefónica.

—Si te calmas, puedo hablar civilizadamente contigo —dije con voz queda, sentándome en el sillón.

Oí cómo respiraba profundamente.

Bien. Ya me he calmado. Ahora, ¿en dónde estás, ______?

Con Dylan.

¿Y exactamente en dónde estás con Dylan?

Me quedé unos instantes callada hasta que volví a escuchar la voz chillona de mi progenitora.

¡¿ESTÁS EN SU CASA?!

—Vive en un departamento —contradije sonriente sabiendo que eso la enfadaría.

No quieras pasarte conmigo muchacha. ¿Qué estás haciendo en su departamento? ¿Volverás temprano?

No dormiré en casa hoy, mamá. Me quedaré con Dylan y mañana volveré.

¡¿QUÉ?! —gritó de nuevo. Alejé el celular de mi oreja para evitar quedar sorda—. ¡¿CÓMO QUE NO DORMIRÁS EN CASA?!

Te dejo mamá. Adiós.

¡PERO ________!

Y colgué antes de que me dijera algo más.

Suspiré y me tiré contra el sillón sintiendo cómo el nudo en la garganta se acrecentaba más y más. Esa tarde le había contado la historia de mi padre y me sentí mal por volver a tocar el tema. Dylan me había llevado a todos los lugares que se le habían ocurrido para que yo me sintiera mejor, hubo momentos en los que me olvidaba de todo y la pasaba genial pero cuando se me cruzaban un padre y su hija, mis ojos se aguaban y salía del lugar para evitar hacer un escándalo en público.

•●◇ Del otro lado ◇●• | Dylan O'Brien & Tú | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora