S. Temporada♡ Capítulo 4.

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La mirada de Dylan se oscureció.

—¿Junto a mí? —susurró rozando nuestros labios. Mis ojos se cerraron ante el tacto de los suyos, sabiendo que no los probaba hace bastante tiempo.

—Sí... —suspiré sobre su boca. Hasta que luego de unos tortuosos segundos, Dylan fundió su boca con la mía.

Al principio el beso fue lento, como si temiera que yo me alejase en cualquier momento y para que sepa que no iba a hacerlo, puse una mano sobre su nuca y otra sobre su mejilla. Con el paso de los segundos, el beso se fue tornando de forma más pasional y desesperado. Sus manos estaban en mi cintura tratando de acercarme más a él como si fuera posible. Nuestros labios encajaban a la perfección y fue ahí cuando me di cuenta de lo mucho que lo había extrañado, y que nunca había dejado de amarlo. Chupó mi labio inferior y yo gruñí, aferrando mis dos manos a su nuca y acercándolo más a mí. Todo era hermoso y excitante, hasta que oí que me llamaban desde la cocina. Separé nuestros labios y respiré dificultosamente, apoyando mi frente contra la suya, oyendo su respiración acelerada.

—Ese fue un gran beso de bienvenida —susurré cerrando mis ojos.

—Nunca creí que me iba a convertir adicto a algo... Pero tus labios son mi droga —reí ante su comparación.

—¡_______! —escuché que Holland gritaba desde la cocina.

—¡Voy! —contesté tratando de que me dejen de temblar las piernas.

—¡Ahora! —gritó Regi.

—¡YA VOY! —repetí con voz ronca. Besé una última vez a Dylan y caminé hasta la cocina.

No hice ni dos pasos que mi pie derecho salió volando hacia delante, y mi cuerpo se echó para atrás. Lo próximo que sentí fueron dos brazos sujetándome de las axilas y evitando que mi trasero se diera de lleno contra el mármol. Miré hacia arriba y Dylan estaba riendo.

—Que fea hubiera sido esa caída —comentó, enderezándome.

Le hice burla y miré a los chicos. Estaban empapados.

—¿Qué carajos les pasó? —pregunté sorprendida.

—Fue Tyler con la manguera —dijo Crys riendo.

Me quedé un minuto en shock por lo que había dicho hasta que vi por la ventana como la manguera para regar las plantas se movía de acá para allá con un fuerte chorro de agua. Corrí hacia afuera sintiendo el frío y traté de agarrar la manguera. Cuando lo conseguí, volteé y el chorro dio de lleno contra Dylan, empapándolo.

—Dylan...

—Oh no, esto es una declaración de guerra —anunció mientras comenzaba a perseguirme con otra manguera.

Luego de unos minutos corriendo consiguió alcanzarme y agarrándome de la cintura, me besó de nuevo.

—¡SON MÁS DULCE QUE EL AZÚCAR! ¡VAN A PROVOCARME DIABETES! —gritó Tyler y nosotros sólo atinamos a sonreír.

Volvimos a entrar para secarnos. Los chicos ya estaban acomodados en el sillón para ver la película pero nosotros seguíamos con la ropa empapada.

—Ahora volvemos —dije y llevé a Dylan hacia mi cuarto para darle ropa seca. Él se sentó en mi sillón y yo fui al cuarto donde solía estar mi papá para buscar algo que sirva como pijama. Encontré una remera blanca y unos pantalones azules así que supuse que eso bastaría. Volví a mi cuarto y al entrar me encontré con que Dylan se estaba quitando la ropa húmeda de espaldas a mí. Me quedé helada unos minutos y entonces reaccioné—. Mmm, Dylan te traje ropa...

Él rápidamente se dio la vuelta y se sonrojó.

—Lo siento... —se acercó a mí y tomó la ropa. Yo tenía la cabeza agachada y sólo veía sus pies—. Me cambiaré en el baño.

—De acuerdo —y escuché como la puerta se abría pero no se cerraba.

Levanté la mirada y había dejado la puerta entornada pero no se veía nada. Sentía mis mejillas calientes pero sin embargo me había gustado lo que había visto. Respire hondo y traté de calmar mis nervios. Me quite los pantalones y la remera mojada y las dejé sobre una silla. Busqué mi pijama y sólo encontré el pantalón, me lo puse y quedé sólo con el sostén. Fui a mi armario, moví todas mis remeras pero no estaba allí. Bufé y giré para buscarla en mis cajones, pero choque contra algo.

Levanté la vista y me encontré con Dylan ya cambiado. Nuestros ojos no se dejaban de mirar y podía sentir como mi corazón volvía a latir desesperado. Él me observaba y yo sentía que en cualquier momento caería por falta de fuerza en mis piernas.

—¿Necesitas algo? —pregunté después de ver que no hablaba hace cinco minutos. Él asintió.

—Sí. Esto.

Tomó mi cara entre sus manos y me besó. Sus labios chocaron con los míos de una forma desesperada y yo me aferré a su cuello, atrayendolo hacia mí. Sus manos recorrían mi espalda desnuda y sentía cómo la piel se me erizaba con sus caricias. Me empujó contra la puerta del armario y enrollé mis piernas en su cintura, mientras el beso se volvía más y más apasionado. Mis manos revolvían su cabello mientras sus manos me apretaban contra él. Mordí su labio inferior y junté mi frente con la suya.

—¿Qué fue eso? —susurré con la voz entrecortada.

—Terminaba lo que dejamos abajo en tu living —sonreí y lo besé suavemente.

—Debemos bajar o ellos creerán cualquier cosa —él frunció el ceño y me besó en el cuello provocándome cosquillas. Reí y me solté de él—. Busco mi remera y bajamos.

—Yo me quedaría aquí contigo dándote duro contra la... —lo miré con una ceja levantada y él rió—, es broma linda. Igual hace unos segundos te di duro contra la pared así que...

—¡Dylan! —grité riéndome. Él también rió y yo rodé los ojos. Busque entre mis sábanas y ahí estaba mi remera. Me la puse y volteé a verlo—. Bien, ya estoy lista.

Me puse mis pantuflas y Dylan me dio una palmada en el trasero. Lo miré incrédula y él se empezó a reír a carcajadas. Rodé los ojos con una sonrisa y bajamos con los chicos que seguramente ya se habrán quedado dormidos en el sofá.

•●◇ Del otro lado ◇●• | Dylan O'Brien & Tú | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora