Capítulo 21.

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—¿Quién eres y qué le has hecho a la niña que estaba enojada conmigo?

Sonreí cuando se acercó a mi rostro, examinándome, como si fuera otra yo.

Sigo siendo ella, pero déjame de llamarme así o te golpeare. Y tendrías tus razones de no contarme lo de Britt así que, supongo que ya no estoy enojada.

¿Cómo sabes su nombre?

Por favor Dylan. La investigué y descubrí que hicieron una película juntos. A partir de ahí no se separaron jamás. Entiendo que no me lo quisieras contar, era algo privado, pero...

—¿Pero qué? ¿Es broma o qué? ¿Eres capaz de escribir testamentos pero NO de completarme la oración? —reí al ver como empezaba a molestarse.

Me ilusionaste. Creí que podíamos empezar algo pero está ella en medio y no quiero arruinar nada, ni ser la culpable de la infelicidad de nadie.

Dylan me miró con ternura y se acercó más a mí rostro. Lo miré seria.

—Estoy muy arrepentido si te hice sentir así, de verdad. Yo también estaba confundido contigo en mi vida así que, literalmente, me olvide de Britt. Sólo tenía cabeza para ti y tu bienestar. Sólo tú ocupas mi mente todo el tiempo.

Nuestras frentes estaban juntas y nuestras bocas rozaban. Mire sus ojos y sus labios unos segundos, para luego romper la distancia y besarlo. Él se acercó en su silla aún más cerca de mí, agarrándome de mis mejillas tratando de que nuestras bocas se fusionaran más si es que era posible.

Con todo el cuidado del mundo, llevé ambas manos detrás de su cuello para también atraerlo más a mí. Necesitaba decirle con este beso lo que no podía con palabras, porque en estos días que he estado sola sin su compañía, entendí que lo extrañaba y que lo necesitaba más de lo que admitiría. Luego de unos minutos, nos separamos despacio para tomar aire juntando nuestras frentes.

Fue ahí cuando me di cuenta de que era la primera vez que lo besaba desde que lo conocí y me había imaginado un montón de lugares en el que podríamos darnos nuestro primer beso por primera vez, pero terminó siendo en el hospital. Sin embargo, no dejaba de ser especial.

—No sabes cuánto esperé esto... —susurró sobre mis labios. Abrí mis ojos y me encontré con los suyos, brillosos y grandes—. De verdad que no te das una idea de cuánto he aguantado.

Sonreí y me tensé cuando oí pequeños repiqueteos por el pasillo. Dylan se sentó al instante y fingió estar dormido sobre la camilla, mientras que yo simulaba recién despertarme. La puerta blanca se abrió y la misma mujer que estuvo hoy en la tarde volvía a entrar. Me miró tímida y luego miró al castaño. Éste roncaba suavemente, pero yo podía ver como sus ojos se movían, hasta que hizo un guiño disimulado y volvió a cerrarlos.

Sonreí y negué con la cabeza.

—Es su novio un chico muy bonito, tiene suerte.

Volteé a ver a la mujer y ella estaba haciendo su trabajo con el suero y las máquinas.

¿Puedo intentar hablar? escribí en la pizarra.

Cecilia, creo que así era como se llamaba, leyó mis palabras y asintió. Tosí un poco e intente hablar.

—Se llama... Dylan... —seguía con la voz rasposa.

—Hermoso nombre —comentó Cecilia—. Ha estado preguntando por ti desde la primera vez que lo vi ingresar al hospital.

Bajé la vista hacia Dylan y su cara estaba un poco roja. El maldito estaba escuchando todo.

—Lo quiero tanto... —susurré  acariciándole el cabello.

—¿Él se quedará en la noche? —asentí al instante—. Será mejor que lo despierte y lo mande al sillón, puede contraer un fuerte dolor en la columna si no duerme como se debe.

Y dicho esto, la enfermera salió, dejándonos de nuevo en el silencio. Cuando volví a mirar a Dylan, noté que el pobre se había quedado dormido sobre mis piernas. Su respiración tranquila y su cabello apenas cubriendo sus ojos, lo hacían parecer un ángel. Volví a sonreír, y comencé a tirarle el brazo.

Él se despertó al instante.

—¿Qué pasó? ¿Necesitas algo?

Abrí las sábanas y me corrí hacia un lado. Luego de unos segundos de confusión, entendió mi idea.

—No, no ______, debes descansar bien y no podrás conmigo a tu lado.

Lo miré seriamente.

—Acuéstate.... en este... instante... —susurré pero se oyó bastante firme a causa del silencio.

Dylan suspiró.

—Okey.

Se quitó los zapatos y la chaqueta negra, quedándose en jeans y camiseta. Se metió en la camilla y al instante me abracé a su pecho. Pasó un brazo por mi cintura y yo quede a la altura de su pecho.

—Buenas noches, niña especial... —le golpeé el brazo y él rió. Me dio un beso en la frente y ambos nos quedamos dormidos.

El sonido de un celular sonando hizo que me despertara. Mire por la ventana y vi al sol comenzando a salir. El sonido seguía. Y me di cuenta que era el teléfono de Dylan. Con cuidado lo saque de su bolsillo y lo desbloqueé, ya que no tenía patrón. Al instante, el sonido dejó de escucharse.

Miré la pantalla y ahí estaba yo, completamente dormida como una morsa y él me tenía como fondo de su celular. Era un imbécil.

Entonces distinguí el logo de WhatsApp en la barra de notificaciones. Abrí la aplicación y encontré un mensaje de Britt.

«¡Hola amor! No sé en dónde has estado, pero quiero decirte que ya tengo las invitaciones de nuestro casamiento a punto de enviarse. Pero antes te adjunto la foto de cómo es el diseño de las tarjetas, para que me digas que te parece. Nos vemos en la tarde bebé. Te amo».

Es un maldito bastardo.

•●◇ Del otro lado ◇●• | Dylan O'Brien & Tú | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora