Capítulo 10.

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Le di una patada a la puerta y no se abrió. Con el pie traté de mover el picaporte hacia abajo pero tampoco pude, entonces le di un golpe con la cabeza.

—¡¿QUIÉN ES?!

—¡Soy yo! ¡Ábranme que se me cansan los brazos!

Al instante la puerta se abrió dejándome ver a Tyler, quien al mirar la bandeja se le iluminaron los ojos.

—¿Chocolate caliente? —preguntó como niño pequeño.

Entré a mi cuarto mirándolo con rareza.

—Sí —contesté y dejé la bandeja en mi mesa de noche.

Miré a Regina y se había puesto mi pijama de dulces por lo que yo tendría que ponerme el de unicornios, cosa que no me gustaba porque esos pijamas los usaba en mi casa con mi mejor amiga, no cuando hay otra gente además de nosotras.

Al diablo. Me pondré mi pijama orgullosamente y al primero que me diga algo lo golpearé》.

—_________ —volteé a mirar a Tyler, quien ya estaba con un bigote de chocolate. Reí—, gracias por esta ropa, espero que tu padre no se moleste.

—Tranquilo —contesté con una sonrisa triste—, no se dará cuenta.

Él asintió desinteresado y se sentó con mi amiga en el sofá mientras veían vídeos. Sonreí y miré por la ventana, donde la fuerte lluvia chocaba contra el vidrio. Había empeorado ya que luego de que llegamos a casa, la tormenta parecía el diluvio universal. Al vernos llegar empapados mi madre casi pega el grito en el cielo porque nos habíamos ido sin su permiso, pero se tranquilizó cuando Dylan y Tyler le dijeron que nos cuidaron, así que vaya a saber por qué motivo, sonrío y nos dejó solos. Pero al rato bajó con unos viejos pijamas de mi padre, supongo de cuando era joven, y los chicos la aceptaron encantados.

—Bueno —agarré mi pijama y me dirigí a mi baño—, iré a cambiarme.

—Yo no entraría —me detuvo Regi riendo—, Dylan ha estado ahí metido desde que llegamos.

Abrí la boca.

—¿Me estas jodiendo? —ella negó—. Pues tendrá que salir.

Me acerqué a la puerta y la golpeé frenéticamente.

—¡O'Brien! ¡Abre la puerta! ¡Quiero entrar!

No oí contestaciones del otro lado y empezaba a enojarme.

—¡DYLAN O'BRIEN! —grité con más fuerza mientras los otros dos se retorcían de risa—. ¡SAL YA MISMO DE ESE MALD...

De golpe, la puerta se abrió y una mano me jaló hacia dentro. Sentí cómo era apoyada contra la puerta y un cuerpo se apretaba contra el mío.

—¿Qué se supone que haces? —susurré nerviosa. Él no contestaba, sólo me observaba provocando que me ponga nerviosa, aún más de lo que estaba—. Dylan...

—Déjame estar así por favor —susurró mientras pegaba su frente con la mía—. Me siento en paz cuando estoy contigo.

—Dylan... ¿Qué estás diciendo?

—Que podrás tener casi decinueve años, pero eso no impide que me sienta como me siento... —me miró a los ojos y las piernas me temblaron y el estómago se me revolvió— _________, ¿Qué me estás haciendo?

«No no no, esto no está bien, no está nada bien. Por favor Dylan, aléjate de mí antes de que sea tarde».

Dylan... Me conoces hace menos de dos semanas —murmuré—, no puedo estar haciéndote nada porque no está pasando nada.

Él me miró y se alejó de mí lentamente.

—¿C-cómo que no está pasando nada? —dijo tartamudeando.

Suspiré y dejé mi pijama arriba de la tapa del inodoro.

—Dylan, no pienses cosas que no son —até mi pelo en una coleta—. No ocurre nada...

—Me estás mintiendo —insistió y su ojo derecho empezó a parpadear—. Sé que te pasa algo conmigo.

—No tienes como probarlo.

—Hace instantes cuando me pegué a ti pude sentir tu corazón latiendo rápidamente —abrí grande los ojos y comencé a retorcerme las manos—, sé que es poco tiempo, pero me siento así...

—No Dylan... No sabes lo que estás diciendo —me senté en el borde de la bañera y puse mi cara entre mis manos—. No puedes... No puedo... Esto no tiene que pasar...

—¿Por qué me dices esto? ¿Tienes miedo? —preguntó arrodillándose frente a mí y unos recuerdos volvieron a mí, haciendo que sollozara.

No podía permitirme volver a confiar, no podía permitirme otra vez sufrir por esto. Simplemente no puedo.

—Dylan, yo no quiero... no puedo dejar que entrem en mi vida y se vayan así como así. No puedo dejar que me fallen otra vez...

—¿Qué te fallen? ¿Tienes miedo de que te yo te falle? —lo miré con los ojos cubiertos de lágrimas y él sin pensarlo me abrazó.

Lloré abrazada a él, sacando todo lo que me hacía mal, mientras me masajeaba la espalda con movimientos circulares, tranquilizándome.

—Lo siento... —dijo él de pronto y yo me separé secándome los ojos—. Quizás sentiste presión de mi parte y...

—No Dylan escúchame —coloqué mi dedo sobre su boca, parecía que sacaba trompita—. Está bien, te perdono, pero yo...

—¿No quieres que sienta cosas por ti? —miré sus ojos y dudé.

—Tratemos de ir despacio ¿sí? —propuse y él asintió—. Necesito que me prometas una cosa.

—Lo que sea.

—Si algo llegara a pasar entre nosotros, prométeme que nunca me dejarás te irás sin despedirte —lo miré sintiendo cómo las lágrimas picaban.

—Te prometo que jamás te dejaré sola —me dijo apretando mis cachetes.

Lo abracé otra vez y él también me abrazó.

—No hagas que me arrepienta —susurré en su oído. En respuesta, me abrazó más fuerte y sentí como mi respiración se irregularizaba.

—Déjame demostrarte que lo que me pasa contigo es real —susurró en mi oído.

Me alejé de su cuello y lo miré a los ojos. Pude ver que lo que decía era cierto y que de verdad tiene ganas de estar conmigo.

—Sólo si prometes no romper la promesa que me hiciste antes —dije alzando una ceja y sonriendo tímidamente.

—Lo prometo —volvió a decir mostrándome su sonrisa.

•●◇ Del otro lado ◇●• | Dylan O'Brien & Tú | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora