-Shhh - susurró - sólo confía en mí, al menos una vez en tu vida. Mañana a la mañana, nos levantaremos y te llevarán a tu casa. Prepararás las cosas más importantes de los dos y vendrán. Luego hablaremos bien de como seguiremos con nuestras vidas, los tres juntos. - su voz era suave, pero inflexible.
-Julián, recapacita. Piensa lo que estás diciendo. Es un bebé de diez meses que tiene una rutina, que está habituado a un lugar, y a algunas personas. - le expliqué suavemente - no puedo hacer un giro de trescientos sesenta grados en su vida en menos de veinticuatro horas.
-Santiago se va a acostumbrar, debe acostumbrarse. Soy su padre, y todavía es muy pequeño para que le afecte demasiado.
-Que sea pequeño no significa que no se dé cuenta que ahora le apareció un padre, una casa nueva, gente nueva, etc. - nada de lo que le decía, parecía hacerle entender mi punto. No me iba a ir de mi casa. - Si quieres puedes ir de vez en cuando a mi departamento, verlo y listo. Nosotros podemos iniciar nuevamente los papeles de divorcio y todo se arreglaría.
-Parece que no estás entendiendo Mag, no te estoy dando opciones.
- ¡No me puedes obligar! - grité desesperada
- No quiero llegar a tener que obligarte. Te lo estoy pidiendo de buena manera, te estoy rogando que hagamos las cosas de una manera civilizada. - sus palabras me hicieron reír. ¿Civilizada? ¿De verdad el muy estúpido estaba nombrando esa palabra?
- ¿Te parece esta, una manera civilizada? - le pregunté con ironía - Prácticamente, me estás obligando a que siga casada con un vikingo como vos, y que le cambie la vida a Santi en menos de veinte minutos.
- ¿Un vikingo? - preguntó sonriendo - Créeme mi amor, que desearía ser un verdadero vikingo en este momento. Entonces, no tendría que estar discutiendo contigo si no que mi hijo estaría en una habitación de al lado, y tu estarías desnuda y gritando mi nombre en mi cama.
¡Ven que tengo razón cuando digo que es un hombre de las cavernas!
- ¡Por dios! Mira lo que estás diciendo. - dije totalmente sonrojada. Sus palabras me habían provocado un hueco en la panza. Uno que hacía mucho tiempo no sentía. Me enfadó el tener tan poco poder sobre mí misma. Y el hecho de que en ese momento vistiera una camisa suya, que transparentaba la lencería roja que llevaba puesta no me ayudaba en absolutamente nada. - Sólo quiero ir a mi casa y quiero mi maldito vestido.
- Pues ahora ninguna de las dos cosas se te cumplirán. Estoy demasiado cansado, ha sido un día demasiado largo y quiero dormir. Así que deja de comportarte como una niña y vamos a acostarnos.
- ¿Perdón? ¿Vamos? ¡No pienso dormir con vos!
- No creeras que yo puedo dejarte en otra habitación, ¿verdad?
- Claro que sí, ¿Por qué no?
- Por dos simples razones. Primero, te irías. Segundo, eres mi esposa.
- No. Yo aquí no duermo. - dije, cruzándome de brazos en medio de la habitación. Escuché su suspiro y lo vi dirigirse al guardarropa. Sonreí, pensando que le había ganado y que me traería mi ropa. ¡Que equivocada estaba! Lo próximo que sentí fue como una suave tela se enroscaba en mi muñeca, cuando intenté entender que era lo que sucedía, Julián ya me había tirado sobre la cama y estaba amarrando una de mis manos a la cama con una corbata. Con una maldita corbata amarrada a la cama. Maldición.- ¿Qué mierda estás haciendo Julián?
- Te dije que quería dormir, y no lo voy a poder hacer tranquilo si sé que te puedes escapar en cualquier momento de la noche. - cuando terminó de atarme, se recostó detrás de mí y me abrazó. - Mhm... demasida tela - susurró para luego desabotonar su camisa y colocar una de sus manos sobre mi vientre. A pesar de todo, sonreí. Había extrañado demasiado sus locuras.
- Buenas noche, Ma vie - susurré, después de un rato, y entonces me dormí.
Sentí besos en mi vientre, luego entre mis pechos, en mi cuello, detrás de la oreja y lo único que podía hacer era sonreír. Pero entonces me sobresalté, ¿quién me estaba besando?
Abrí los ojos, asustada, para ver una sonrisita que venía nada más ni nada menos que del estúpido de Julián.
Me miré, ya no estaba atada a su cama, tampoco tenía la camisa puesta sino que estaba solamente en ropa interior. Sin embargo no podía mover las manos, porque él las tenía sujetas sobre mi cabeza con una de sus manos.
- Buenos días, Mag - susurró besándome.
- Julián, suéltame. - dije suavemente. Es muy temprano para pelear.
- No quiero - respondió él, como un niñito encaprichado.
- Ya basta, tengo que volver a casa y estoy bastante lejos. - lo regañé.
- No tienes que ir a ningún lado, mandé a buscar a nuestro hijo hace rato, deben estar por llegar.
- ¿Qué hiciste qué? - grité sobresaltada. - eso es imposible, Lea no dejará que traigan a Santiago.
- La llamé desde tu teléfono, le dije que estabas dormida y que queríamos traer a Santi para acá, porque ya era hora de que su padre lo conociera. - habló él, como si me estuviera contando una noticia de lo más normal - Lea se sorprendió, y accedió siempre y cuando ella viniera también. Me gustó que defendiera a Santi así. - ¿Qué quiso decir con ese comentario? ¿Qué aceptaba a mi empleada? ¡Eso solo lo hago yo, maldito vikingo! - Mis hombres, Lea y Santiago deben estar por llegar en cualquier momento.
- ¡No tenías ningún derecho a hacer lo que hiciste Julián! Santi es MI hijo, ¿Cómo hago para que lo entiendas? - pregunté alterada, mientras intentaba lograr que soltara mis manos.
- Ya deja de forcejear, no te voy a soltar Mag - dijo enfadado. Sí, enfadado,
- Acá la enojada soy yo, así que no des vuelta los papeles niño malcriado. - creo que el comentario no le gustó. Sonreí.
- Bien, me cansaste. Superaste mis límites Maguie. - dictó mientras me soltaba.
- ¿De qué hablas?
- De que si no aceptas las cosas por las buenas, te daré el divorcio, pero Santiago se queda conmigo. - mi corazón dejó de latir por un momento. Era lo que siempre había temido.
- ¿Sabes algo? Estaba esperando que digas esas palabras. Créeme Julián, que no lograrías quitarme a mi bebé, porque tengo a todas las de la ley de mi lado.
- ¿Tan segura estás, mi amor?- ironizó él.
- ¿Apostamos? - pregunté, mirándolo fijamente a los ojos.
- Maguie, no juegues conmigo. Sabes que puedo encontrar un abogado que por algo de dinero se olvide de sus escrúpulos. Una prueba de ADN, y Santi se quedaría conmigo. Pero realmente, no quiero sacarle su madre a mi hijo. - se acercó nuevamente a mí, y puso sus manos en mi mejilla. Bajó el tono de su voz, diciéndome - No quiero hacerte mal Mag, sólo quiero tenerlos a ambos.
- No puedes esperar que todo sea como un cuento de hadas, como si no hubiera pasado nada entre nosotros. No nos separamos porque se nos ocurrió, hay demasiadas cosas en el medio.
- Hablémoslo. Pero no hoy, en cualquier momento llegarán Lea y Santiago. Quiero conocer a mi hijo, en un ambiente relajado. Por favor Mag, deja descansar este tema al menos hoy.
No respondí, pero el silencio fue una aceptación que él entendió. Escuchamos ruidos abajo, y él me miró sonriendo mientras bajaba prácticamente corriendo. Yo lo iba a seguir, pero recordé que no estaba vestida, y no quería que Lea me viera así. Se podrían malinterpretar las cosas. Porque no pasó nada...lamentablemente.
Después de cambiarse con una remera y unos shorts de Julián bajé lentamente, tratando de darme fuerzas para ver a padre e hijo juntos. Me asusté cuando sentí un grito de mi bebé, los busqué desesperadamente y los encontré sentados en el piso. Santiago se reía en brazos de su papá.
De su papá.
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¡Feliz año nuevo! Perdón por la demora, espero poder subir más seguido. Besos para todos y todas! Espero sus hermosos votos y comentarios ❤❤❤❤❤❤
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Mi Hijo
RomanceJulián había vuelto a su vida como un terremoto, diciéndole que nunca se habían divorciado por un error en el papeleo, que él sabía de la existencia de su hijo y que ella ahora estaba obligada a ir a vivir con él por el bebé. Maguie había cambiado m...