Me desperté y estiré mis brazos. Estaba pensando en los proyectos de hoy, cuando toqué a alguien. Entonces recordé que no estaba en mi departamento, si no en la casa de la playa de Julián.
- Hola mami – la voz de Julián, imitando a un bebé es terrorífica. Reí. Cuando abrí los ojos me di cuenta que el hermoso padre de mi hijo estaba sentado en forma de indio al lado mío, y entre sus piernas estaba Santiago riendo por la mala imitación de su voz que su padre estaba haciendo.
- Buenos días, ¿Santiago lloró? Ni siquiera lo escuché – pregunté, frunciendo el ceño.
- No lloró, me levanté y fui a verlo. - Julián agarraba sus manitos y lo hacía jugar mientras hablaba. Y no entendía porque, una inmensa paz, que jamás había sentido, inundaba todo mi cuerpo. - estaba despierto, mordiéndose su piecito. ¿O no campeón?
- Siempre se muerde el pie cuando tiene hambre, ¿o no bebé?
- Hay todo tipo de comidas para bebe en la cocina, no preparé nada porque no sabía si era alérgico a algo o si hay algo que no le gustara. Y soy pésimo con eso de la temperatura de la leche, pero supongo que aprenderé. - aseguró él. Se me hizo un nudo en el estómago al darme cuenta que pensaba en todo, jamás dejaba nada a la ligera. Y tenía mucho miedo, porque tampoco sabía cómo comunicarle el hecho de que no me quedaría con él. Y que quería el divorcio.
- No es alérgico a nada, o al menos, nada de lo que haya comido hasta ahora. Voy a prepararle una leche para que desayune, ¿vos ya lo hiciste? Puedo preparar algo para los dos.
- ¿De verdad? - me preguntó, por lo que asentí – En realidad, me levanté pensando en tus tostadas, ¿si puede hacer algunas?
- Claro, ahora hago. ¿Lo cuidas mientras cocino?
- Por supuesto, nosotros nos quedamos jugando. - habló, mientras le hacía cosquillas a Santi.
Fui a la cocina, le preparé la leche a Santiago y café con tostadas para nosotros. Cuando Julián había dicho que había comida para bebé no me imaginé que tanta así.
Mientras preparaba una bandeja para llevarla a la habitación, pensaba en alguna manera de comunicarle la decisión que había tomado al padre de mi hijo. Anoche me había dejado muy en claro que no iba a permitir que nos alejáramos de él. Pero... no me puede obligar a quedarme con él ¿No? Además, ahora que sabe que tiene un hijo y viendo como ha reaccionado con tanta felicidad, sé que no puedo alejarlos. Santi merece tener un papá. Podríamos acordar días de visita, las vacaciones y todo eso.
Mi intención no es alejarlos, pero yo tengo que hacerme un paso al costado. Mentiría si dijera que no siento nada por ese hombre, pero es obvio que voy a tener sentimientos hacia él. Es el papá de mi bebé. Sólo ese tipo de sentimientos. Sólo eso... ¿sólo eso?
Julián no me quiere a mí, quiere tener a su hijo. Y lo entiendo. Pero no será como el piensa. Muchas parejas se separan, después de que un bebé nazca y pueden tener una excelente relación entre ellos, porque son inteligentes y quieren el mejor estilo de vida para su hijo.
Agarré la bandeja y fui hacia la habitación. Luego hablaría con Julián.
- Llegó el desayuno – dije al entrar en la habitación. Encontrándome con una escena por demás de tierna. Julián permanecía recostado boca abajo, Santiago acostado en la misma posición pero sobre la espalda de su padre, y con sus bracitos rodeaba el cuello de Julián. Ambos con los ojos cerrados. Dejé la bandeja en uno de los muebles, tomé mi celular que estaba en la mesita de luz y les saqué una foto. Después agarré a Santiago, que frunció el ceño enojado por el hecho de que lo haya sacado de su comodidad. Al verme, sonrió. Tomé su mamadera y la puse en su boquita.
- Es la imagen más dulce que vi en mi vida – miré a Julián con una sonrisa, pensando interiormente que yo acababa de guardar en la galería de mi celular la imagen más tierna que vi en la vida. – Y es una imagen que me gustaría ver por el resto de mi vida.
- Julián... yo... quiero decir, hablando de eso... creo que es mejor que sigamos con los papeles de divorcio y arreglemos alguna forma para que veas a Santi, pero...
- No, ni siquiera termines esa maldita oración. No te atrevas, Maguie. – él se levantó de la cama hecho una furia – voy a darme una ducha, cuando salga vamos a desayunar y a acordar como van a hacer las cosas desde ahora, Mag. No vamos a discutir frente a Santi.
- Parece que papá se enojó – le susurré a Santi, cuando Julián entró al baño, él me respondió frunciendo el ceño. Suspiré, el mismo gesto que su padre. Iguales.
Al final, desayunamos en silencio. Volvimos a su casa de nuevo y Julián dejó a Santi dormido en la cama grande rodeado de almohadas y al cuidado de una señora. Rodeó una de mis muñecas con sus manos y como un verdadero vikingo me arrastró hasta su oficina.
- Ahora, siéntate. Vamos a aclarar como son las cosas Mag. – intenté quejarme, pero levantando una de sus manos, me calló. – Tú estás legalmente casada conmigo, eres mi esposa y lo vas a seguir siendo. Mañana temprano iremos a firmar los papeles para que Santi tenga mi apellido.
- Estoy de acuerdo en que Santiago tenga ambos apellidos. No voy a discutir sobre eso, sin embargo, no puedes decidir sobre MI vida. No soy tuya Julián.
- ¿Estás segura de lo que estás diciendo? ¿Tú en realidad crees que no eres mía? Yo creo que sí, que eres toda mía. – él se acercaba lentamente a mí, rodeándome con sus brazos, hasta que caímos juntos sobre el sillón. Julián encima de mí.
- Julián... déjame... por favor...
- ¿Por qué tienes tanto miedo de que me acerque? ¿no puedes contenerte? ¿Es por eso que me alejas? Sabes que no te puedes controlar, y que si te provoco, cederás. Porque sigues siendo mía, siempre lo fuiste y lo vas a seguir siendo hasta el último día que respires.
- Eres un maldito vikingo – jadeé cuando mordió el lóbulo de mi oreja, dejando besos en mi cuello hasta llegar a mis labios. Me estremecí por la profundidad de su beso, por sus caricias que recorrían todo mi cuerpo.
Entonces entendí, que había usado de excusa a Santi todo el tiempo que había estado alejado de él. Porque decía que no tenía tiempo para conocer otros hombres al tener a mi hijo, sin embargo, la única razón por la que no estaba dispuesta a conocer a otra persona que me pudiera hacer feliz, es porque seguía enamorada de una sola persona... del papa de mi hijo, de mi bebé.
Lo había amado desde el primer segundo, y lo iba a seguir amando hasta mi último segundo. Decidí ceder, decidí darnos una oportunidad más, estar lejos de él era doloroso. Sus besos me convencieron de entregarme a él, de ceder ante sus besos, ante sus caricias.
Nunca supe cuando quedé desnuda bajo de él, ni cuando él me tomó nuevamente como suya, afirmando lo que tanto intentaba negar. Que el amor que nos profesábamos entre ambos, era irrevocable, era imborrable. Era... verdadero amor.
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Mi Hijo
RomantizmJulián había vuelto a su vida como un terremoto, diciéndole que nunca se habían divorciado por un error en el papeleo, que él sabía de la existencia de su hijo y que ella ahora estaba obligada a ir a vivir con él por el bebé. Maguie había cambiado m...