Capítulo 14: "Expulsando sentimientos"

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Entré al restaurante y me senté con ambos. ¡Qué nervios! ¿Por qué demonios me sentía como si estuviera diciéndole a mis padres que tuviera un nuevo novio?

- ¡Mami! ¡Mami!

- Hola mi niño hermoso - lo abracé y le di varios besos en todo su pequeño rostro.

- Mamaaaaaa, ya estoy grande - Nunca vas a ser demasiado grande para mi, Santi - reí, haciendole cosquillas. - Cuéntenme, ¿que hicieron?

Santiago no paró de hablar en toda la comida, Julián le sonreía. Sin embargo, cada vez que me miraba sentía que tenía ganas de comerme en pedacitos.

Terminamos de comer, y salimos del restó.

- Bueno, ¿vamos a casa Santi? Despídete de tu padre.

- Los llevo yo - dijo Julián. Juro sonó como una orden. 
- Estamos cerca, no hace falta. 

- Los llevo yo. Súbete Santi.

Dos cuadras después, me di cuenta que no íbamos a mi casa. 
- Mi casa no queda por ahí, Julián.
- Lo sé - sonrió a Santi por el espejo retrovisor - Santiago, ¿Te gustaría ir con la abuela un rato a jugar? 

- ¡Siiiiiiiiiiiiiiiiii! ¿Vamos a su casa?
- Sí, hijo. - después de cinco minutos, de total silencio - Vamos, Santi, despídete de mamá. Yo la voy a llevar a casa.

- No hace fal...

- Vamos Santi, tu abuela te está esperando.

Santi se despidio, y en unos segundos Julián se subió al auto nuevamente. 

- Podrás haberme dejado en mi casa, y luego lo traías. ¿No te parece?

- No vamos a tu casa.

- ¿Y dónde vamos?

- A la casa de la playa.

- Yo no voy a ir a ningun lado. 

- Tu te viene conmigo y punto. Tenemos que hablar. Y parece ser, que con tus andadas de adolescente, tengo que llevarte a rastras para que podamos hablar a solas.
- ¿Perdón? - Cuestioné, gritando - ¿Andadas de adolescente? ¿Estás loco? o mejor dicho, no te parece bastante hipócrita que me digas eso cuando te apareces después de meses sin ver a tu hijo. Además de madre, soy mujer, Julián. Y tengo todo el derecho del mundo a hacer lo que se me venga en gana.

- Hablaremos cuando lleguemos a la casa. 

Despúes de media hora de viaje, o tal vez un poco más llegamos a la cabaña. Nos sentamos en los sillones, Julián mirándome fijamente.

- No me parece lo que estás haciendo, Maggie.

- Tu no eres quién para decirme como comportarme - levanté mi mano para señalar que se calle. ¿Quería hablar? Íbamos a hablar. - Sí, me equivoqué al ocultarte la existencia de Santi cuando nació. Pero ahora me arrepiento de que te hayas enterado. De que te hayas metido en nuestra vida. - Los ojos se me llenaron de lágrimas, pero no iba a derramar ninguna. Me negaba. - Sí, no me mires así. No me mires así cuando entraste en nuestras vidas, ilusionándome, ilusionando a tu hijo. Nos pintaste una vida de colores, cuando al primer segundo desapareciste. Trajiste a tu amante al primer año de Santiago. No puedo. Realmente no quiero que mi hijo tenga este tipo de recuerdos. Quiero que Santi tenga una vida plena, y no va a ser así si desapareces seis meses. Santiago no necesita tu dinero, no necesita juguetes. Necesita tiempo, necesita tu presencia, abrazos. Todo esto no se lo brindaste. Podes decirme que soy cruel, pero nuestro hijo tiene seis años ya. Se de cuenta de las cosas, es consciente de nuestros erros. Estoy en una posición horrible, en la que no se que hacer. No sé si dejarte aparecer de a ratos, para que por lo menos te vea de vez en cuando, o hacer que en realidad no aparezcas más. Para que luego de llorar un tiempo, se levante y luche aunque no tenga a su papá. Y eso es lo más triste sabes. Que estás vivo, estas, sano y cuerdo. Pero en realidad no estás, no sos su papá. Seguís siendo un hombre soltero que viene hacerme escenas estúpidas de celos. Cuando no soy yo la que te tengo que importar, vos demostraste mil veces que yo no te importaba. Antes de que tengamos un hijo, cuando hacías lo que querías, y nada de lo que a mi me pasaba te importaba. Entonces me fui, me fui porque no quería seguir sufriendo. Al tiempo me di cuenta de que dentro mío, llevaba a la persona que más fuerza me daría, por quien quería y quiero luchar. Por él luché para tener la constructora. Por él me levanto. También tengo que entender que de acá a veinte años él va a tener su propia vida, y yo voy a seguir siendo una mujer que sufre, que siente, que llora, que ríe, que ama. No quiero dejar de vivir, quiero ser una mujer plena y feliz. Para que Santiago tenga alguien fuerte a su lado. Que, al menos de niño no sepa lo feo que es el rencor, el odio. Quiero enseñarle que las cosas malas existen, pero que no hay que permitir que sean más que las buenas. Que la gente se va y viene, que hacen lo que quieren y lo que puedan. Quiero que él sepa que todos somos iguales. Vos tenías vergüenza de llevarme con tus amigos. Me sentía la persona más insignificante de la tierra. Me ocultabas cuando yo te llevé y mostré todo de mí. Jamás me importaste por tu dinero. Yo te amaba. Ciega e irracionalmente. Creía en las estupideces que me decías, en tus mentiras. El problema fue que te quise más a vos que a mí. Y ese fue mi peor error. Hoy elijo por mi hijo y por mi. Si de acá en quince años él quiere tener una relación con vos, es libre de hacerlo. Es libre de elegir. No te necesito para mantenerlo, luché para poder darle todo lo que necesita y más. - había derramado lágrimas. No pude controlarlo. Pero sentía que con cada palabra que decía, mi alma se sentía más liviana.

- Estos seis meses en los que no estuve fueron los más dificiles de mi vida. - dijo - saber que vos y que Santigo no estaba cerca me dolía. Pero tenía que irme. Necesitaba tomar decisiones. Te juro que nunca más va a pasar. Yo quiero estar presente en la vida de Santiago. Necesito que me des otra oportunidad. ¿Por favor?

- Te doy una oportunidad más para que estés con tu hijo. Voy a ser lo más insoportable del universo. Te aclaro que - me agarré la cabeza, una puntada muy fuerte me atormentó. Sentí que las rodillas me fallaban y que un sudor frío me recorría. Sentía la voz de Julián en el fondo. Pero no lograba responderle, entonces todo se volvió negro.


Mi HijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora