POV Maguie
Necesitaba un día con más de 24 horas. Tenía que terminar de revisar los últimos detalles para el proyecto de los Arredo, el más importante de toda mi carrera, para antes de las tres. Hora en la que tenía que ir a buscar a mi pequeño a la guardería. Suspiró, mi pequeño estaba creciendo demasiado rápido, faltaban dos meses para que cumpliera su primer añito.
Recordaba la primera vez que lo había dejado en la guardería, una que estaba a dos cuadras de donde está el edificio en el que trabajo. Sentía que dejaba una pierna, ese día y el resto de la primera semana había llamado cada quince minutos preguntando como estaba. Y aunque permanecía tranquila cuando me decían que era un niño muy tranquilo que ni siquiera lloraba; hubiera deseado que llorara y gritara, extrañándome. Así tendría la excusa perfecta para seguir teniendo a mi bebé en la oficina. Con ella. Todo el día.
- Maguie, acabó de hablar con la secretaria de los Arredo. Confirmamos la cena de presentación está noche, a las diez. Como habíamos quedado. - dijo mi secretaria, Lea, entrando a mi despacho.
- Perfecto. ¿En el Hotel Hugh Star? - pregunté, había buscado referencias de un hotel bonito, elegante y que tuviera un restaurante con buena comida y una sala de juntas lo suficientemente grande. Había encontrado todas esas características en ese hotel.- No - dijo Lea; por lo que la miré extrañada - es lo único que cambiaron. La reunión va a ser en su mansión. El accionista mayoritario, es decir, su hijo, llegará justo porque está de viaje. Y prefirió que se haga en su casa. Ya hable con el ama de llaves del lugar y me dijo que no era problema armar todo lo que necesitamos.
- Está bien, hagámoslo así. Odio que me cambien los planes en el último momento; pero de verdad que necesitamos esta cuenta. Podremos entrar en la alta sociedad, y ahí sí que vamos para arriba. ¿Dónde me dijiste que queda la mansión?
- No te dije, y ahí está lo que no te va a gustar. La casa queda a 120 kilómetros.
- Eso significa que voy a llegar de madrugada a mi casa. Detesto hacerle eso a Santi. - me quejé.
- Tú hijo no tiene ni un año, y duerme como un tierno osito, ni siquiera se va a dar cuenta. Además; la mujer de Arredo aseguró que ellos se sentirían culpables si te vuelves a esas altas horas de la noche. Así que ponían a tu disposición una habitación. Podrás volver a primera hora, mañana.
- Eso sí que no. No pienso quedarme en una casa que no conozco. Y mucho menos dejar a mi hijo sólo toda la noche.- No va a estar sólo, sino con la niñera. O puedo ir yo y cuidarlo. Pronostican una tormenta horrible para esta noche, sería muy peligroso que volvieras.
Me quedé pensando en lo que decía, admitía que tenía razón pero no me gustaba dejar a mi bebé sin mí toda la noche. La única manera en la que podía dormir es sintiendo el calorcito que emanaba su pequeño cuerpo. Miré la hora, tres menos diez.
- Resolveré ese dilema luego. Voy a buscar a Santiago a la guardería. Luego iré directamente a mi departamento para ver que me pondré y pasar el resto del día con Santi mientras estudio todo para esta noche. - avisé, mientras recogía las carpetas y mi computadora portátil.
Subí al ascensor y bajé, abrí el auto y dejé todos los papeles. Cerré el auto y caminé hasta la guardería. Miré la hora en el reloj que permanecía en mi muñeca. Las tres. Entré y fui por mi bebé. Me recibió cómo todos los días con su sonrisita que sólo tenía dos dientes.
Al llegar al departamento lo bañé, le di su mamadera y jugamos un rato. Eran las siete y las carpetas seguían sobre la mesa sin ser tocadas y no tenía idea que era lo que me iba a poner. Pero amaba pasar tiempo con mi niño.Para las ocho y media, ya había revisado todo y había seleccionado un vestido largo de color rojo al cuerpo. Era elegante y nada cargado.
Cuando Lea llegó; Santi estaba totalmente dormido. Subió a su auto a las nueve menos diez, si aceleraba un poco llegaría bien; ya que a esta hora no había mucho tránsito.
Tocó la puerta de la hermosa casa a las diez en punto, que aunque ya la había buscado por Internet, personalmente superaba cualquier fotografía. Un hombre alto, con un traje completamente negro y una postura elegante abrió la puerta.
- Buenas noches, ¿Usted es la señorita Maguie Browson? - preguntó
- Sí, soy yo. - respondí
- Bienvenida, pase por favor, la están esperando en la sala del té. - dijo el hombre, que yo supuse era el mayordomo.
- Em... claro... gracias. - Caminé por donde me indicó y encontré un hermoso living en el que estaban sentados Arredo y su mujer.
- Querida, pasa por favor, estás en tu casa. Lamentamos haber cambiado todo a último momento, mi hijo tenía que cerrar un negocio y no iba a llegar a horario si lo hacíamos en el hotel. Prefirió que lo hiciéramos acá, en su casa.
- No hay ningún tipo de problema señora Arredo.
- Oh por favor, Llámame Natalie. Demasiado formalismo.
- Muchas Gracias, señ... Natalie. - sonreí- Puede llamarme Maguie.
Permanecemos sentados en el living unos quince minutos más hablando de nimiedades, hasta que el hombre que me había abierto la puerta, dijo que pasaríamos al comedor, que el señor bajaría en unos minutos.
Estaba por sentarme cuando una voz ronca, una voz que gritaba "Soy sexy", una voz que ya conocía demasiado bien, una que lograba ponerme demasiado nerviosa, entró al comedor.
- Buenas noches, perdón por la tardanza, el helicóptero tuvo un pequeño fallo.
- ¿Un fallo? ¿Estás bien hijo? - preguntó preocupada Natalie, desconociendo totalmente lo que en ese instante mi cuerpo sentía. Estaba de espaldas a él, pero no necesitaba verlo para asegurarme. Hasta su aroma era el mismo, seguía usando el mismo perfume. ¡Maldición! Me dije interiormente.
- Si mamá, estoy perfecto.
- Está bien. - Susurró con inseguridad - ¡Ah, perdón! Voy a presentarte a la mujer de la que tanto te he hablado. Maguie, ven. - Al darme vuelta, Me choque con sus enormes ojos verdes. Esos ojos, ese hermoso color, que veía todos los días. Cada mañana, Cada tarde y cada noche. Ese verde que estaba plasmado en los ojos de mi hijo.
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Mi Hijo
RomantizmJulián había vuelto a su vida como un terremoto, diciéndole que nunca se habían divorciado por un error en el papeleo, que él sabía de la existencia de su hijo y que ella ahora estaba obligada a ir a vivir con él por el bebé. Maguie había cambiado m...