Gracias por comentar, y me alegra mucho que te guste la historia pupynarez
Había pasado un mes y algunas semanas desde que Julián reapareció en mi vida y en la de Santi. Todo iba como cuento de hadas, y ese era mi gran temor. Las hadas no existen, así que vivía constantemente con ese miedo a que algo pase y todo se rompa.
Hoy es el cumple de Santiago, mi bebé cumple un año. ¡Cómo pasa el tiempo! Julián estaba que caminaba por las paredes de los nervios. La semana anterior, le había confesado a sus padres que tenía un hijo y una esposa, algo que siempre les había ocultado... otro tema del cual no hablamos. Julián y yo, comenzamos de cero, pero en realidad nada está siendo sano. Sé que ambos necesitamos respuestas, de preguntas que no nos animamos a decir.
Entonces, los abuelos paternos de Santi, vendrían al cumpleaños y conocerían a su nieto, lo verían por primera vez. Insistí en armar una fiesta en donde solo estuviera la gente más cercana, Julián es una persona que tiene muchos conocidos, y que la prensa lo sigue por su fortuna. Odiaría que un día tan especial como el primer cumpleaños de mi hijo, existiera un mal momento.
- Mag, ¿falta algo? – me preguntó Lea
- No, creo que está todo. Voy a bañar a Santi, así luego puedo bañarme yo y estamos preparados.
- Ve tranquila, yo reviso una última vez si todo está bien acá.
- Gracias, Lea. – caminé a la habitación. Todavía no me acostumbraba a la casa de Julián. Mi departamento, era pequeño pero acogedor, lo extraño un poco todavía. Al día siguiente de la visita a la casa de la playa, Santiago y yo estábamos totalmente instalados en la casa de Julián. Habíamos decidido ir a vivir al ático en la ciudad, si bien la mansión era hermosa, estaba muy lejos de la empresa, del jardín y de todo. Entré a la habitación y me encontré con Santiago imitando ser un avión en los brazos de su padre. – Es hora de bañarse, San. – reí al ver sus pucheros, se lo quite de los brazos a Julián y lo llevé al baño.
- ¿Falta hacer algo, Mag?
- No, está todo listo. Tenemos que bañarnos nosotros, asi vamos a esperar a los invitados. ¿O no Santi? ¡El príncipe de la casa cumple años y hay que festejar!
- Sí mamá, tolta, quielo tolta.
- Podrás comer toda la torta que quieras, príncipe mío.
Bañamos a Santiago los dos juntos, y bajamos para que Lea lo cuidara unos minutos. Subí rápido y me metí en la ducha. Tenía miedo, si bien había conocido a los señores Arredo, los había conocido como clientes. No sabía si estarían de acuerdo que yo formara parte de la vida de su hijo. No sabía cómo reaccionarían ante Santi. Según Julián, solo vendrían unos amigos, los cuales ya conocía, sus padres y sus tíos. Yo sólo tenía a Lea y a Marco. Mis padres habían muerto hace años. Y había estado sola en la vida hasta la llegada de Santiago.
Unas manos en la cintura hicieron que todo mi cuerpo se estremeciera.
- Julián, ¿Qué haces aquí?
- Te necesito tanto Mag. – sus caricias me ponían la piel de gallina.
- Tenemos que bañarnos rápido para bajar, Julián. – me quejé, aunque no lo alejé de mí.
- Todavia faltan dos horas para que los invitados comiencen a llegar. Tenemos tiempo de hacer taaantas cosas.
***
El cumpleaños iba viento en popa. Los padres de Santiago, sólo mostraban su felicidad por tener un nieto y poder consentirlo. Mi miedo a que me vean con resentimiento, solo quedo en eso en un temor.
- ¡Vamos a soplar las velitas! A cantarle el feliz cumpleaños al príncipe de la fiesta. – Julián lo alzó en brazos y se acercó a la mesa en donde habíamos colocado la torta y las cosas dulces. Se puso al lado mío y me abrazó con uno de sus brazos mientras tenía a Santiago en el otro. Me dio un beso en los labios, sorprendiéndome. Jamás había hecho una muestra de cariño hacia mí, delante de otras personas. Me sonrojé y le sonreí. Le di besos en los cachetes a Santi y le cantamos la canción del feliz cumpleaños. Corté la torta, la repartí. Santiago estaba feliz de brazos en brazos. Tocaron el timbre y fruncí el ceño, extrañada.
- Debe ser mi hermano – dijo el señor Arredo – dijo que llegaría tarde por otro compromiso, pero que deseaba conocer a su sobrino ñeto.
- Yo voy a abrir, Mag – dijo Julián. Asentí sonriéndole. Había estado toda la tarde abrazándome, como nunca.
Pasaron uno minutos y entraron unos señores, quiénes saludaron amablemente y alababan a Santiago. Sin embargo, Julián no volvía. Estaba por entrar desde el patio hacia la cocina, para ver si necesitaba algo, y en ese momento entró él con una sonrisa, y acompañado de una mujer.
No de cualquier mujer, de esa mujer. Era ella quién me abrió la puerta semidesnuda cuando quise decirle a Julián que estaba embarazada. Los miré, asombrada. Temblaba del odio, de la bronca y de la impotencia que tenía.
La miré fijamente, ella también me miró. Me sonrió, ambas sabíamos perfectamente quienes éramos. Un escalofrió me recorrió el cuerpo entero al ver su labial corrido, pero fue la imagen de Julián intentando limpiarse lo rojo en sus propios labios lo que hizo que mis lágrimas asomaran con fuerza y sin fuerza para resistirse.
Sentí que la fuerza me abandonaba, cuando sentí unos brazos a mi alrededor, sosteniéndome.
- No dejes que ganen – me susurró Marco – si lloras y te debilitas, la sonrisa que ella tiene en este momento aumentará y te lo gozará aún más.
Entonces entendí todo, las muestras de cariño de Julián durante toda la tarde eran por Marco, él era el causante de que "mi marido" quisiera demostrar cuanto cariño tenia hacia mí.
Ese día aprendí algo, una lección esencial e importantísima para la vida. Cuando haya cosas para decir, no las metas debajo de la alfombra. Porque por más que intentes simular que esos miedos, esas inseguridades, esos rencores no existen, sí están. Frescos, y esperando a aparecer en el peor momento.
He vuelto!
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Mi Hijo
عاطفيةJulián había vuelto a su vida como un terremoto, diciéndole que nunca se habían divorciado por un error en el papeleo, que él sabía de la existencia de su hijo y que ella ahora estaba obligada a ir a vivir con él por el bebé. Maguie había cambiado m...