EPÍLOGO

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- ¿Quieres mami? - reí, mientras derramaba lágrimas y más lágrimas. Julián había bajado del escenario con Santi en sus brazos. Permanecía parado frente a mi, mirándome fijamente. Esperando una respuesta. Me acerqué a él y lo besé. Dando por segunda vez, mi "sí" a la misma persona.

De lejos sentí los aplausos, y los brazos de Santi abrazándonos.

***

427 días después.

"¡Feliz aniversario, mi amor!" decía la nota enganchada a un ramo de rosas. Hoy cumplíamos un año de casados con Julián.

A veces, cuando Julián y Santiago salen juntos, aprecio esos minutos para pensar, para reflexionar. La vida, el destino o lo que sea que nos de rumbo en el día a día, nos arrastra de acá para allá, nos hace sentir solos, a veces muy tristes. Y también hay momentos en los que sentimos que la felicidad nos abraza. A mi personalmente, me sucede que cuando las cosas están encaminadas, siento que en cualquier momento algo malo va a pasar. 

Entonces, trato de eliminar esos pensamientos negativos que me inundan, porque sí, es posible que me sucedan cosas malas, o que tenga que enfrentar problemas. Pero hoy me siento segura de que si tengo que enfrentar cualquier adversidad, no estoy sola. Que voy a tener ayuda, voy a tener brazos que me rodeen cuando sienta que no pueda más. Que me sostengan cuando esté por caer. Y que me acaricien cuando me duerma, en paz.

Me encontraba limpiando cajas que, cuando nos mudamos los tres juntos, había guardado todo en una habitación que no usábamos. Ahora, Santi quería usar esta habitación como su cuarto de juegos, así que me dispuse a limpiarla. En el lío de cajas y bolsas, veo una pequeña caja de madera, la tenía desde adolescente, lleno de recuerdos. Me senté en el piso, rodeada de cosas y la abrí. Encontré fotos, dibujos, cartas y entre ellas, un pequeño cuaderno que usaba para desahogarme cuando sentía que los sentimientos salían de mi cuerpo. Lo había comprado cuando me enteré que estaba embarazada de Santi. Miedo. Amor. Rabia. Esperanza. Eran tan confusos mis sentimientos en ese momento. 


"Ojalá sepa ser tu mamá, no sabes el miedo que llevo dentro".... "Antes no creía en el amor sin conocer, con vos, mi niño lo he descubierto"..... "Elegí Santiago como tu nombre. ¿Te gustara en el futuro?"... 

Llegué a la última hoja, y al leer las primeras palabras, recordé el momento justo en que escribí esas oraciones. Se me erizó la piel al leerlas, siento que esa mujer está tan lejos y es tan diferentes de lo que soy ahora.

 "Era como una inyección de oxígeno, o más bien, como una pequeña dosis de esa droga a la que me había vuelto adicta: Sus besos. Tardé demasiado tiempo en darme cuenta lo que él hacía, ya era una completa adicta cuando mi mente tuvo unos segundos de claridad, el tiempo necesario para comprender que lo necesitaba para vivir, pero que esa necesidad me estaba matando. Tardé demasiado en querer olvidarlo, porque dependía de él, de sus manos, de su cuello, de su boca, de sus ojos. Quise, de verdad que intenté desintoxicarme, pero cada que vez que comenzaba a lograrlo, él aparecía, dándome ese beso del que era adicta, ese con el que soñaba y por el que lloraba. Me hacía ilusiones, volvía a entrar a ese mundo de alucinaciones, de finales felices, de momentos eternos. Y entonces, caía. Así como me sentía estar alto, la caída era dolorosamente larga y era demasiado profundo el hueco en donde terminaba. Rompía mis huesos, desgarraba mi alma, y destrozaba lo poco que me quedaba de corazón. Tardé demasiado, en entender que no me quería, que amaba a otra, que yo solo era un capricho. Una piedra en su zapato, una piedra que a veces, cuando esa otra lo dejaba, le gustaba sentir. Pero una piedra que cuando esa otra estaba ahí, presente, molestaba demasiado.Tardé demasiado en alejarme, para comprender que él no se fue con una, se fue con dos, con tres y así... El problema era yo, que quería ser para él, lo que él era para mí. Y eso es imposible, porque él jamás perdería su dignidad, ni su orgullo. Irónicamente, él hacía todo es que yo quería que haga por mí, por otra que le hacía lo mismo que él me hacía a mí. El amor mata, te hace sufrir, te hace débil, te hace... adicta. Pero a veces, hay momentos tan perfectos que pienso si no vale la pena, pasar por todo aquello. Los días pasaban, y luego las semanas se convertían en meses, nada cambiaba. Sólo mi humor y mis pensamientos. Porque había días que no me importaba nada más que estar a su lado, otros en los que quería verlo sólo para gritarle cuánto lo odiaba.

Finalmente, todo se aclaró para mí, lo que odiaba y amaba al mismo tiempo, era que con tan sólo una mirada, me desmoronara. "

Pienso que ese vaivén constante en que no sometemos por el hecho de sentir, es hermoso y terrorífico a la vez. Amar es difícil, es doloroso, es increíble. El ser capaz de amar, no es tan fácil como creemos a veces. El entregarse al amor, es, probablemente la meta más difícil que nos pongamos en la vida. Pero, sin embargo, es, a mi parecer, el logro más placentero de la vida. Y el amor va más allá de una pareja. Es con una madre, con un padre, con un hermano, con sobrino, con un ser al que no le recorra tu sangre por las venas, pero que te llene el corazón de igual manera. 

Cerré el cuaderno y sonreí al ver a Santi entrar corriendo y tirándose a mis brazos.

- Te amo, hijo.

- Yo a ti, mamita. - sonreí y levanté la mirada, encontrándome a Julián apoyado en el marco de la puerta, mirándonos. Me sonrió. Se acercó a nosotros. Los tres sentados en el suelo, abrazándonos. Julián se acercó, y me besó. Tierna y dulcemente. 

- Te amo - me dijo. Y en ese pequeño instante, no necesitaba nada más. 

Era feliz. Vivía amando.  Había logrado mi meta, ¡Que placer!


***

INMENSAMENTE AGRADECIDA. FIN. Y SOY FELIZ.

Mi HijoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora