Habían llegado a la casa de Tom. Todavía no habia señal de su madre. El agua chorreaba de sus ropas. Tom camino hacia la sala y prendió la calefacción. Buscó un par de mantas y se las entregó a Bill. Sin preguntar, preparo un poco de chocolate para los dos. No queria que él ni Bill se enfermasen. A pesar del mal carácter de su madre, habia educado bien a su hijo.
El silencio se hizo presente. Tom no sabia que decir. Siempre le había costado preguntar el estado de alguien, y más si se tratase de Bill. Porque no lo conocía mucho para hacer eso.
-Eh.. ¿To-todo en orden? - preguntó titubeante.
Bill alzo la mirada. Su mirada le partió el alma. Se veía destrozado, demasiado. Bill comenzó a llorar de nuevo, ahora fue él quien lo abrazó. Seguía sin saber que decir. Y ahora menos que preguntar, porque su cabeza pasó la idea de que él tenía la culpa ahora, por haberlo hecho llorar, de nuevo, solo por hacer esa pregunta.
Bill, sin dar aviso alguno, se quedó dormido; acurrucado en el pecho de Tom.
Y fue así, que la noche se pasó.
