Capítulo 3

620 54 5
                                    

Sangre. Haber visto caer mi sangre tras una huida fallida es lo último que me viene a la memoria.

Al fin logro recuperar la consciencia, abriendo los ojos lentamente. Trato de llevarme una mano a la cabeza, pero ambas están encadenadas tras mi espalda. Esas... cosas, ¿nos han atrapado? En cierto modo esto me alivia, pues pensé que iban a matarnos. Aunque ese mismo será mi final si utilizo mi poder una vez más antes de tratar esta herida. Resoplo, esto está oscuro, las cadenas frías, me duele el abdomen por motivos obvios y, por si no fuese suficiente, no estoy solo, cosa de la que aún no me he dado cuenta.

-Esto es tu culpa. Lo sabes, ¿no?

La voz de Shen ha logrado despertarme por completo. Pese a la escasa luz de la habitación, logro distinguirlo cuando me giro; por lo menos, todo lo que las ataduras me permiten. Está exactamente en la misma situación que yo, pero sin la enorme herida. Sus manos están encadenadas no muy lejos de las mías, cosa que no había notado hasta ahora; estamos espalda contra espalda.

-Eres tú el que se dejó derribar.

-Pero tú te lanzaste al suicidio. Si me derribaron fue para que no te matasen a ti.

Molesto. Es el único adjetivo que se me ocurre ahora para definirle. Me vuelvo hacia el frente de nuevo pero, aún así, puedo notar cómo me mira de reojo con aquella dorada y punzante mirada suya. Me atrevería a decir que está cabreado, mas es bastante improbable que así sea. Trato de levantarme pero, tras el esfuerzo que esto me supone, no llego a más que a ponerme de rodillas e inclinarme hacia adelante. Si tan solo pudiese usar el truco de la sombra una vez más... ¿Qué demonios va a pasar con nosotros? Por mucho que me cueste admitirlo, la situación me produce cierto...

-Miedo. ¿Ni siquiera esto te asusta, Shen?

-¿Debería?

Por un momento me habría gustado girarme hacia él y gesticular exageradamente por tal locura, pero no puedo.

-¡Mira a tu alrededor, estamos perdidos!

-Eres tú quien tiene miedo, tan solo trata de ca...

-¡¿Calmarme?!

No dice nada tras esto, yo tampoco. Puedo escuchar su respiración gracias al silencio de esta... ¿celda? no me atrevería a decir exactamente dónde estamos. Lo que sí está claro es que él no va a ayudarme, nunca lo ha hecho. Tanto estúpido equilibrio y tranquilidad, tanta neutralidad, tanta seriedad. Siempre ha sido así y, por un momento, me gustaría oírle decir que tiene miedo también, que no soy el único. Tanto él como su padre se aseguraron siempre de hacerme sentir... inferior.

-Zed, saldremos de aquí, te lo aseguro.

-¿Me lo aseguras? ¿A caso tienes una idea?

-No, en realidad no.

-Genial.



La única luz. [Pendiente de Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora