Capítulo 8

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Avanzo por los pasillos del lugar, sin la menor idea de hacia dónde nos llevan. El hecho de tener que llevar al peliblanco en brazos me ralentiza notablemente, mas dudo que él fuese capaz de moverse en condiciones en su estado actual.
Mis pasos retumban en el lugar, y mi visión es cada vez más reducida a medida que avanzo. Simplemente me dejo guiar por mi instinto, el cual no suele fallarme, hasta que algo logra hacer que me detenga. Uno de mis brazos se está humedeciendo a culpa de la sangre del contrario, pues su herida está empeorando.
-Shen...
Le miro a los ojos cuando pronuncia mi nombre, en cierto modo extrañado. Se lo repiensa unos segundos y, finalmente, deja caer su cabeza hacia atrás, resoplando.
-Siempre me gustó verte actuar en el festival, pero nunca pensé que pudieses mentir tan bien.
-No mentía.
Puedo notar lo mucho que le desagrada que yo le lleve en brazos ahora mismo, pero me limito a continuar andando sin rumbo.
-Realmente sería incapaz de verte morir.
Siento cómo se queda sin habla al oírlo, mas no sé por qué le sorprende. Se lo he dejado lo suficientemente claro antes de salir de aquí.
La salida. Puedo verla no muy lejos. Me resulta realmente extraño que no hubiese más que un guardia, pero esta sensación desaparece cuando cruzo nuestra única vía de escape.
La capital jonia se ha convertido ahora en un campo de batalla, por el que logro escabullirme sin llamar la atención del enemigo, aunque tampoco me conviene que me vean mis aliados tampoco, o más bien, no me conviene que le vean a él.
Mi propia mente contradice esto último cuando me doy cuenta de cuál es mi única salida ahora. Aún sintiendo cómo la sangre del peliblanco mancha mi ropa, pongo rumbo al lugar en el que ellos deberían estar.

La única luz. [Pendiente de Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora