Capítulo 2

803 62 1
                                    

Genial, estamos rodeados. Miro a Zed en busca de una idea, esperando ver aquella máscara suya, pero no la hay. Por alguna razón, ambos nos hemos reencontrado sin máscara alguna. Está frustrado. ¿Por esta situación? No nos será difícil escapar, por lo que no es difícil adivinar en qué piensa.

-¿Es esto cosa tuya, Shen?

-Pensaba que habrías olvidado la cara de tu compañero.

Está claro que le ha sentado mal mi respuesta, aunque se me ocurren demasiadas razones para esto como para decidirme por una. Me limito a coger una de las dagas que llevo ocultas.

-No somos compañeros, ¿está claro?

-Como prefieras. -Resoplo, pero no por más razón que la de ver el recorrido de mi bufido a causa del frío.- Y no, no soy el culpable de esto. ¿Porqué te habría ayudado de ser así?

-Tsk. Deja de hacerte el listillo.

Tras decir esto, el peliblanco utiliza su sombra para acabar con un par de enemigos, cómo no, gracias a aquellas peculiares armas que porta. Mas no tiene la suerte que esperaba, y aquel ataque le es devuelto antes de que pueda reaccionar. No puedo evitar parpadear un par de veces seguidas, esperando que tal estupidez por parte del contrario no haya sido más que mi imaginación, pero resulta no ser así. Este utiliza su magia una vez más para volver a mi lado, pero esto tan solo logra que comience a sangrar. Le veo dispuesto a hacerlo una vez más, pero logro detenerle al lanzar dos dagas a la ¿cabeza? de aquellos enemigos. No sé qué son exactamente, pero el saber que sangran es suficiente información para mí.

El peliblanco ha caído de rodillas y, pese a que ha fijado su vista en el suelo, puedo notar cómo el rojo de sus ojos se oscurece, lleno de odio, cuando le extiendo mi mano para que se levante.

-¿Estás...? -Interrumpe sus palabras por culpa de un repentino ataque de tos.- ¿Estás de broma?

-¿Crees que es momento para eso?

-No voy a agarrar la mano de mi enemigo.

-No soy tu enemigo, nunca lo he sido.

Está claro que no va a fiarse de mí pero ,si tengo suerte y queda algo del Zed que yo conocí, podremos salir de esta. Ambos. Tan solo se calla tras mis últimas palabras, molesto. Muevo un poco mi pie derecho hacia él, buscando movilidad para lanzar mis ataques, lo que me lleva a pisar la sangre del contrario. Por culpa de esto, mis dagas se ven desviadas ante un amago de caída. Miro hacia lo que por poco me hace caer, aunque termino mirándole a él. ¿Está temblando?

No. Se está aguantando la risa. Se está riendo de mí.

Logro lanzar correctamente un par de mis dagas, sin resbalar esta vez, mas no sirven de mucho.

-Zed. Podemos salir de esta, pero tenemos que hacerlo juntos.

Resopla, haciendo un par de intentos de ponerse en pie, lográndolo finalmente a la tercera vez. No aparta su mano de la herida, la cual está bastante manchada de un rojo carmesí. Es este mismo color el de los ojos del contrario, los cuales me miran con disimulo. Toma aliento, parece que ha tomado una decisión decente por una vez en su vida. Parece.

-No pienso hacer equipo contigo.

Esto sí ha logrado sobresaltarme, e instantáneamente me he girado hacia él, por puro reflejo. Tras esto, no recuerdo más que un potente golpe en mi nuca.



La única luz. [Pendiente de Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora