Capítulo 6

507 57 1
                                    

Silencio. Lo único que hay en esta habitación además de nosotros dos es un tremendo silencio. Ni siquiera yo entiendo muy bien lo que he dicho minutos antes hasta que me pongo a pensar en ello.
Acabo de... ¿confesarme a Zed? ¿Qué significa esto?
Un escalofrío me recorre por completo, pues todo lo que puedo ver ahora es la espalda del contrario, el cual se niega a girarse lo más mínimo tras lo ocurrido.
Realmente se siente extraño. Para empezar, no debería sentir nada. Para eso es para lo que sirvo, pero con él hay algo dentro de mí que falla; o quizá al contrario, quizá sea él quien hace que mi resquebrajado mecanismo funcione de nuevo tras tantos años.
Es cuando mi mente se encuentra inmersa en estos pensamientos que algo se ilumina. De manera literal, una luz se ha encendido no muy lejos, lo que revela nuestra situación.
Efectivamente, estamos limitados por barrotes además de estas cadenas. Entonces el peliblanco se pone de rodillas, inclinándose hacia delante todo lo que las cadenas le permiten, lo que me deja con unas vistas que no facilitan para nada mis intentos de ordenarme por dentro; ha dejado un primer plano de su trasero frente a mis ojos, el cual no está nada mal, aunque desearía ser capaz de apartar la mirada ahora mismo.
-Creo que tengo una idea.
-¿Huh? -Ahora sí se digna a mirarme, desconfiado.
-Seguramente no te resulte del todo agradable, pero...
Se deja caer hacia atrás, indicando que le diga lo que he pensado. Me acerco a su oído para decírselo, mas me resulta difícil con el rojo de su rostro aumentando por cada palabra que digo.
-... Está bien. Pero que no salga de aquí.

La única luz. [Pendiente de Editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora