Capítulo 5- ¿Qué dijiste?

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Luego de una larga caminata de vuelta a casa junto a Sus, haciéndome preguntas como: ¿Qué hay entre Adam y tú? ¿Por qué quiere que conozcas su habitación?, llegué a casa. Sus había doblado en la cuadra anterior y prácticamente durante la cuadra a mi casa me acompañaron unos perros.

-Buenos días, hogar. ¡Mi querido hogar!- Empecé a hablar cuando ingrese y noté que no había nadie.- Cuanto te había extrañado, no te imaginas.

Hablando sola. Me asustas Sophie.

Me dirijo a la cocina en busca de algo para comer, el maldito quiosco no había abierto. Al menos eso había observado antes de estar castigada.

Cuando entro a la cocina me encuentro con una nota. Una nota que cambiaría mi vida. Bueno, en realidad no. A veces exagero solo un poco.

"Sophie, fuimos al Supermercado. Cámbiate, iremos a casa de la familia Jackson"

¿Familia Jackson? Eso significa Adam Jackson. Ya tuve suficiente con él por hoy. No necesito volver a cruzármelo, de hecho, no quiero. Después de que me había dicho 'No es nada de tu interés' me había enojado bastante, después de todo, él me había dicho que era su amiga y que me quería en su vida. ¿Pero que le pasaba? Parece una simple oración. Pero no. Por más ridícula que sea la pregunta, el modo de responderla es lo más importante, al menos para mí.

Tarde cinco minutos en darme cuenta que parecía una estúpida parada en el medio de la cocina, sin moverse, como si estuviera congelada. Típico de mí. En el momento que reaccione corrí hacia la heladera, saque un sándwich de milanesa que había preparado mi madre, me lo metí a la boca sin antes morder, y así y todo con el pan en la boca, subí corriendo a mi habitación.

-¿Qué mierda me pongo?- Hablaba solo para mí. Por supuesto. No había nadie más... creo.

Por más que vea mi armario lleno de ropa siempre voy a decir que no tengo nada que ponerme. Algunas prendas son demasiado para esta salida *Si así se le puede decir a una cena* y otras son para el hogar.

-¿Este vestido?- Me quede pensando- No, claro que no. Demasiado fiestero.

Tras revolver todo mi armario y dejar todo arrojado sobre mi cama pude encontrar algo que ponerme. Un jean negro, una blusa blanca, y unas converse que hacían conjunto con el pantalón. ¿Sería demasiado? ¿Sería poco?

No entendía por qué me preocupaba tanto. No iba a salir de fiesta, tampoco a un comedor de esos famosos, donde te cobran hasta la servilleta, solo iba a ir a la casa de Adam.

Y ahí me di cuenta. Adam era el problema. ¿Tan nerviosa me ponía? Tal vez su mirada, su boca que a veces era de un rosita clarito, otras se volvía un poco roja, otras blancas. Tal vez todo de él.

La vergüenza mayor es que, pasara lo que pasara, lo tendría que soportar en el colegio. ¿Pero ya qué? No puedo hacer nada, debo ir. Iré.

Corrí hacia mi baño para maquillarme un poco antes de que mis padres lleguen y me lleven del cabello.

-¡Maldito labial! ¿Dónde se ha metido? Si no sales te reemplazaré con otro, tú decides.

¿Será magia? ¿Qué hacía mi labial dentro de la valija de mi madre? Cuántas veces debo decirle que no use mis pinturas.

-Sophie- Es mi madre- Regresamos, cariño. ¿Estás lista? La familia Jackson nos espera.

-Si mamá, en cinco minutos estoy abajo.

¿A quién iba a engañar? Necesito media hora más.

-¡Sophie! Estás muy bonita. Seguro terminaras enamorando a Adam.

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