El inicio

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Podría decir que esta historia comenzó en aquella fiesta de Becca, la chica popular de mi escuela. Tomar más de la cuenta no estaba en mis planes, y mucho menos el terminar acostándome con mi Mejor Amigo Gay. Me gustaría poder darles más detalles, pero lamentablemente no recuerdo casi nada de aquella noche, así que saltaré a unas tres semanas después, mientras estaba sentada en el borde la bañera.

Maldito Tequila

Maldita gente que dice que jugar a "verdad o consecuencia" es divertido

Más o menos esos fueron mis pensamientos mientras terminaba de limpiar el vómito de mi cara y tomaba mi celular para buscar cuanto podía durar una resaca. Pero antes de que pudiera entrar a Google, mis ojos encontraron la hermosa aplicación que tanto había estado intentando evitar.

Mi calendario del periodo.

Mi corazón comenzó a latir rápidamente mientras lo presionaba y miraba hacía el calendario.

Una semana y media de retraso

-¡La puta madre!- chillé, para luego perder el equilibrio y caer dentro de la bañera. Suspire mientras me levantaba. Mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas. ¿¡Qué se suponía que iba a hacer!?

-Todo está bien... Preocúpate cuando te hayas hecho una prueba...- susurré para mí misma.

Pero ¿A quién estaba intentando engañar? Era claro que estaba embarazada, y aquellas dos líneas rosadas en la prueba que le había comprado a la loca de la esquina solamente lo comprobaban.

-¡Mierda!

Tomé mi celular y marqué el número de Willi, tenía que decirle.

-¿Aló? ¿Nini?

-¡Willi! ¡Necesito que vengas a mi casa de INMEDIATO!- le dije, mientras caminaba de un lado a otro con la prueba en mi mano. Luego recordé que había orinado en ella y la lance al basurero. Luego recordé que debía de mostrársela a Willi y la volví a sacar.

-¿Qué ocurrió?- escuche como una puerta se cerraba.

-Pasó algo, solamente date prisa.

No le tomó más de cinco minutos llegar a mi casa, ya que vivíamos con solo unas pocas cuadras de diferencia.

-Ya llegué, ¿Cuál es la emergencia?- dijo entrando al baño.

-Está es la emergencia- dije, apuntando hacia la prueba positiva que había dejado sobre el lavabo.

-Oh Dios mío...

 Me senté en el asiento del inodoro (lo sé, menos dramático que el borde la bañera, pero la cadera aún me dolía por la caída), y me tomé la cabeza entre las manos.

-¿Yo soy el padre, verdad?

-¡Claro que tú eres el padre!

-Perdón solo... solo me quería asegurar- el sí se sentó en el borde de la bañera.- Estoy muy ¿sorprendido? No lo sé... Te voy a apoyar, en lo que tú decidas hacer

-Aún no sé qué es lo que quiero hacer, me refiero a que... ¡Es un bebé! Y solo tengo diecisiete años.

-Hay chicas que se quedan embarazadas a los quince, y se quedan con sus bebés.

-Ya lo sé... Pero aún no debemos de pensar en eso, aún me tengo que hacer una ecografía y decirle a mis padres, y también...- palidecí- Por Neptuno...

-¿Ahora qué paso?

-¡Debemos decirle a tú novio!- grité, levantándome de un salto.

-¡Carajo!

Era solamente el inicio del embarazo, y ya sabía que no iba a ser para nada normal. El padre de mi hijo/hija era Gay, y tenía un novio muy dramático. Ambos éramos jóvenes, y sin nada de experiencia en el área del cuidado de niños. Willi tenía dieciocho y yo diecisiete, nuestro nivel de madurez era de menos cincuenta y cuatro por ciento, pero por alguna razón el mundo me mando la responsabilidad más grande que se le puede conceder a una mujer.

Ser madre.

Pero antes de que mi hijo/hija llegará al mundo, debía de hacer muchas cosas, y pasar por muchas etapas.

La primera fue... Decirles a mis padres.

1° Etapa: Decirle a mis padres que estaba embarazada

Había invitado a Willi a comer a mi casa, y ahora estábamos en el patio trasero, comiendo unos chocolates y hablando con mis padres.

Mi corazón estaba latiendo a mil por hora, pensando que en los próximos minutos les tendría que explicar porque había invocado a una "reunión familiar" y porque había invitado a Willi a esta.

-Bueno, Nini dinos, ¿por qué invocaste una reunión familiar?- me preguntó mi papá.

-Eh... Bueno... Verán... Yo...- mis ojos se pusieron llorosos.

-¿Qué ocurre?- dijo mi mamá, tomando mi mano.

-Estoy embarazada- dije, mientras una lágrima caía por mi rostro.

Mis papás se quedaron en silencio, pensé que mi mamá iba a soltar mi mano, pero no lo hizo.

-Hija, pero ¿Cuándo?

-En aquella fiesta a la que fui hace unas tres semanas, lo lamento tanto.

-¿Él es el padre?- pregunto mi papá, apuntando a Willi.

-Sí, y me haré cargo de todo- respondió él.

-¡Pues te harás cargo de tu funeral!- dijo, sacando una escopeta de detrás del sillón. Willi salió corriendo, y mi papá detrás de él.

-Ven aquí- dijo mi mamá, palmeando el asiento a su lado. Me senté junto a ella y me abrazo.- No puedo decir que no estoy sorprendida, porque lo estoy, y necesitare de algunos días para aceptar el hecho de que mi única hija va a tener un hijo, pero... No te voy a abandonar. No vas a estar sola.

La abrace con fuerza.

Escuche un gritó y vi como mi papá amarraba a Willi a un árbol.

-Cariño, deja al pobre chico en paz.- mi mamá suspiro y se levantó para desamarrar a Willi.

Sonreí.

No iba a ser fácil, y eso lo tenía más que claro, pero mis papás estaban allí para mí, y también el padre de mi hijo, así que... eso me ayudaría ¿verdad?


Embarazada de mi mejor amigo GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora