10º Etapa: Decoración

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Dos semanas luego de las compras en la tienda de bebés (donde drogan a niños), estábamos todos en mi casa.

Cuando hablo de todos me refiero a los que no somos mafiosos, por lo que Liz no se encontraba. Me había mandado un mensaje diciendo que iba a llegar tarde porque estaba terminando de hacer al de vida o muerte.

Con la gente que acababa de conocer, no me sorprendería que fuera verdad.

Nos habíamos sentado en círculo, mirando las paredes blancas y con todos los botes de pintura alrededor de nosotros.

-Vale, no nos podemos quedar aquí sentados para siempre, vamos a tener que ponernos a trabajar en algún momento- dije levantándome con esfuerzo. Mi estómago ya estaba bastante grande y según mi doctor (el gruñón que ya no es tan gruñón desde que se enteró de que mi mejor amiga es Liz) solo me quedan 2 meses y ¡Fuera bebés!

-Nini tiene razón, pero primero tenemos que decidir de qué color vamos a pintar las paredes- dijo Willi levantándose.

-¡Rosadas!- dijo Myrtha.

-¡Moradas!- dije yo.

-Mejor de color negro y plateado- Dijo Fede, todos lo miramos extrañados- ¿Qué? Fueron los colores más usados en la semana de la moda en Nueva York.

-Bueno, antes de pintar el color oficial tenemos que poner esta pintura base en la pared, "hace que la pintura se seque más rápido, evita los malos olores y que la pintura se caiga a pedazos una vez que este seca"- dije leyendo la etiqueta.

Todos asintieron y nos pusimos unos monos blancos encima de la ropa, para no mancharla. Luego tomamos una brocha y comenzamos a pintar.

Todo estaba muy tranquilo hasta que...

-¡He llegado!- chilló una voz en la puerta.

Todos gritamos y miramos hacia allá.

Liz estaba parada con los brazos extendidos, el cabello en un moño alto muy desordenado, pintura rosada, celeste y morada en los brazos y en la cara y un traje como el que todos estábamos utilizando, salvo que el suyo estaba lleno de pintura.

-Liz, llegaste- dijo Myrtha dejando la brocha en el suelo, que estaba cubierto de papel de diario.

-Sí, lamento la tardanza.

-¿Qué era ese asunto de vida o muerte?- le pregunté.- ¿Y por qué estás tan manchada?

-Estaba en medio de una guerra de captura la bandera y las pistolas tenían balas de pintura. Giorgio Hadid estuvo a punto de encontrar mi bandera, pero le di una patada en el estómago y luego salté encima de él y Mexicano con Mostacho me impulso y pude atrapar la bandera del otro equipo, que estaba encima de un árbol.

-Como eso es tan normal...- susurro Fede detrás de mí.

-Lo fue, en general las balas de pintura son balas de verdad.

-¿¡Qué!?- chillamos todos.

-Estoy bromeando- dijo riéndo- ¿Acaso creen que estoy loca?

Todos nos miramos.

-Sí, eso es lo que creemos.

-Lo sé... ¡Pero mi psiquiatra dijo que estoy perfectamente!

-¡Después de que la amenazaras!

-Ya pague mi servicio comunitario por eso, no es necesario que me lo recuerdes- dijo apuntando a Myrtha.

-Vale...- dijimos todos juntos.

-Bueno, ¿Qué están haciendo ahora?

-Estamos pintando las paredes con una pintura base, antes de pintarlas de color que decidamos.

-Que alguien me dé una brocha para ayudarlos- le di la mía y me senté en una silla a descansar.

Alguien conecto su celular a un parlante y música de Martin Garrix comenzó a sonar por toda la habitación.

-¡Tsunami!- dijeron todos, mientras bailaban al ritmo de la canción y pintaban las paredes, yo solo reía y los grababa con mi celular.

Todo iba muy bien, hasta que...

-¡LIZ!- chilló Fede, tocándose el pelo.

Entre medio de todo el baile, Liz había pintado el pelo de Federico.

-¡Venganza!- chilló mientras lanzaba pintura hacia ella, pero se agacho y le llego a los rulos de Myrtha.

-¡Considérate hombre muerto!- gritó, abriendo una lata de pintura morada y mojando un pincel.

En unos segundos, todos estaban llenos de pintura, y esta volaba por los aires.

Yo me estaba riendo como foca retrasada, hasta que sentí un líquido caer encima de mí.

-¡Te voy a matar!- le dije a Willi, levantándome. ¡El muy imbécil me había tirado un balde de pintura celeste! ¡EL BALDE COMPLETO!

Por culpa de la pintura apenas podía ver y termine chocando contra la pared, pero encontré un pincel y le pinte el pelo de morado.

Estuvimos así por un largo rato, sin poder dejar de reír y tirar pintura. Solo nos detuvimos cuando mis padres entraron a la pieza.

-¿¡Pero qué está pasando aquí!?

Todos nos callamos y lo único que se escuchaba era la música de Martin Garrix.

Mi mamá se acercó amenazadoramente hacía mí, pero se resbalo con un charco de pintura amarilla y cayo de bruces al suelo.

-¡Mamá!- dije acercándome a ella, Willi y Fede la intentaron levantar pero también terminaron en el suelo.

Sentí un bufido detrás de mí y al darme la vuelta vi a Liz con la cara roja.

-¿Liz?- dije. Tenía las mejillas infladas y la cara tan roja como un tomate.

Un gritó me hizo desviar la vista hacia Myrtha, que había tropezado con un bote de pintura, se había pegado contra la pared y se había caído encima del mismo bote de pintura, donde se había quedado atascada.

Eso fue demasiado para la pobre Liz que estallo en carcajadas, haciendo que terminara en el suelo revolcándose en los diarios y pinturas.

-Ay Dios Mío- dije pasándome una mano por el pelo lleno de pintura celeste.

1 hora después...

Nuevamente estábamos todos sentados en un círculo, mirando las paredes, pero ahora Liz estaba con nosotros.

Habíamos limpiado el desastre que habíamos dejado y luego nos habíamos ido a limpiar. Gracias a los trajes blancos nuestra ropa se había salvado de la guerra de pintura.

Aún teníamos toallas en las manos mientras nos secábamos el pelo.

-Fíjense en como quedaron las paredes...- dije.

Las, antes, blancas paredes estaban ahora llenas de manchas de diversos colores de pintura e incluso en una parte tenían la forma de mi cuerpo, cuando choque contra la pared después de que me vaciaran el balde de pintura celeste encima.

-¿Quieres que pintemos encima?- me pregunto Willi.

-No, dejemos la pared así, quiero que nuestras hijas sepan los hermosos amigos que tenemos, y los increíbles tíos que van a tener.

-¿Firmamos?- pregunto Myrtha, tomando un pincel fino y abriendo un bote de pintura negra.

Todos escribimos nuestros nombres y luego decidimos ir a comer al McDonalds.

Pero, claro, antes de irnos tuve que pasar al baño porque me dieron ganas de vomitar.


Embarazada de mi mejor amigo GAYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora