-...Y después decidí adoptar a esta hermosa cabra.- dijo Liz, terminando de contar la historia sobre cómo había terminado con una cabra en su casa.
-¿Y no es complicado cuidarla?- le preguntó Myrtha, mientras tomaba un sorbo de su Coca-Cola.
-En realidad no, ósea, se la pasa comiendo la ropa de mi hermano, pero a mí eso no me incumbe.
Llevábamos dos horas sentadas en el suelo de la habitación de Liz, mientras comíamos comida basura y hablábamos de distintos temas. Todo eso mientras una cabra con un estetoscopio dormía a nuestro lado.
Los padres de Liz habían salido de la ciudad (de nuevo), y la habían dejado sola en la casa ya que, y dicto sus palabras, "creían que su hija tenía menos vida social que una oruga en su capullo, y estaba claro que no invitaría a hombres a la casa".
Claramente sus padres no tenían idea que hace una hora en la cocina había habido dos mafiosos cocinando una torta de chocolate con nueces.
-Ey, Nini, ¿cuándo es la fecha del parto de los bebés?- me pregunto Myrtha.
-Según el doctor aún quedan un par de semanas.
-Genial, porque todavía no llegan los osos de peluche que mande a hacer.
-¿Por qué mandaste a hacer osos de peluche? Puedes comprar uno en la tienda de la esquina.
-Primero, en la tienda de la esquina estoy casi segura de que hay un prostíbulo y de que los osos de peluche tienen bombas adentro. Segundo, los que mandé a hacer tienen escrito en el estómago, "De parte de Myrtha, la mejor tía que podrías desear".
Me reí, solo a ella se le podía ocurrir eso.
-No puedo creer que ya hayan pasado ocho meses, parece que fue ayer que le tuve que decir a mis padres que estaba embarazada.
-Sí...- nos pusimos a hablar de todo lo que había pasado en los últimos meses.
Cuando tuve que ver la escena más empalagosa de mi vida al ser testigo de cómo Willi le decía a Fede que me había dejado embarazada.
El día en que Liz manejo para llevarme al hospital, y descubrimos que eran dos lindas niñas.
Cuando nos tuvimos que comer aquel bistec de diez kilos, y luego comprar las cosas para las niñas en menos de una hora con ayuda de un montón de mafiosos.
La guerra de pintura en mi casa, que quedó para siempre grabada en las paredes, incluso con mi cuerpo completo estampado en pintura azul.
En la biblioteca, donde Liz encontró al amor de su vida, que resultó ser una cabra. Y donde un fantasma de una vieja se nos apareció.
Eran un montón de recuerdos que nunca iba a querer olvidar. Eran los recuerdos más felices de mi vida.
Con una sonrisa en mi rostro me levanté para ir a buscar un vaso a la cocina.
-Nini...- dijo Liz despacio.
-¿Sí?
-Dijiste que aún faltaba para el parto, ¿verdad?
-Sí, ¿por qué?
-Porqué creo que tu fuente se acaba de romper en mi alfombra.
-¿¡Qué!?
Miré para abajo, y me di cuenta de que Liz tenía razón.
-¡Mierda!- gritamos las tres al mismo tiempo.
-¿Qué hacemos ahora?- dijo Myrtha. Liz se levantó como un resorte y fue a su armario.
-Pónganse zapatos, vamos a ir a la clínica- dijo, rebuscando algo en su armario. Me puse mis botas y miré a Liz, que tenía las llaves de un auto en la mano.
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Embarazada de mi mejor amigo GAY
UmorismoDiecisiete años. Completamente rara. Y Embarazada De Mi Mejor Amigo Gay. ¡Sabía que ir a aquella fiesta era mala idea! Maldito Tequila...