Capítulo 8

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Maddie entró a la sala de urgencias del hospital como lo hacen aquellos que sí tienen una urgencia médica. Pálida, agitada, temblando de pies a cabeza.

Se acercó al mesón de información, intentando no pensar demasiado, porque era cierto, tenía miedo, no sabía lo que estaba haciendo; y por supuesto que lo menos quería era meditar en aquel instante.

- Hola – saludó a la enfermera del mesón. – ¿Puede decirme dónde encontrar al enfermero Lukas Wallas?

- ¿Lukas Wallas? – la enfermera frunció el ceño, pero tecleó su nombre en el ordenador de todos modos. – Cariño, nadie bajo ese nombre trabaja aquí.

Maddie soltó una risa. ¡Pero qué tonta!

- Perdón, quizás... Lucy, Lucy Wallas – hizo una mueca. La enfermera asintió con la cabeza.

- La llamaré de inmediato.

Maddie se sentó en la sala de espera mientras la enfermera hacía su llamado. Algunos minutos más tarde, Lukas apareció en el pasillo y se quedó congelado en su lugar al ver a Maddie esperándolo ahí.

Cuando sus miradas se cruzaron, Maddie se puso de pie con una sonrisa nerviosa en el rostro, cosa que le revolvió el estómago a Lukas, de pronto se encontró sudando de pies a cabeza.

Ella se acercó mordiéndose el labio de los más puros nervios y antes de poder abrir la boca, Lukas habló.

- ¿Qué haces aquí? Estoy trabajando.

- Pues... ¿Podemos hablar?

- Maddie, estoy trabajando – repitió Lukas. Tragó saliva con fuerza, intentando componerse, jamás se imaginó que Maddie se apareciera así.

- Es importante – masculló ella.

Lukas debatió consigo mismo antes de tomarla del brazo y arrastrarla hasta un corredor más o menos vacío. Se apoyó en la muralla y esperó a que ella hablara.

- No tengo mucho tiempo, hay personas con urgencias reales allá afuera. – dijo él con voz grave, intentando ocultar su emoción. Incluso aquella respuesta no cambió la expresión en el rostro de Maddie. Aquella preciosa expresión de ilusión. Como un niño la mañana de navidad.

- Esta es una urgencia real, Lukas – a Maddie le tembló la voz. – Quiero pedirte perdón.

- ¿Perdón?

- Por cómo reaccioné en la cena – aclaró Maddie. – No debí salir corriendo así, soy una tonta.

- Está bien – Lukas se encogió de hombros, restándole importancia. De eso iba, ella solo se sentía culpable. – No esperaba otra reacción.

- No debí hacerlo – siguió ella, bajando la mirada y jugueteando con sus manos. – Solo me asusté un poco.

- Lo sé...

- Y no sabía qué decir.

- También lo sé.

- Porque la verdad es que me gustas, Lukas.

- Lo... ¿qué?

- Me gustas – repitió Maddie, casi inaudible. Estaba temblando también. Lukas se quedó en silencio, esperando a que ella se corrigiera o que saliera corriendo otra vez, pero no lo hizo. Ella estaba ahí, frente a él, mirándolo a los ojos.

- Estás confundida, es todo – fue lo único que él atinó a decir. Lukas tenía el pulso acelerado. Ella negó con la cabeza y sonrió.

- No lo estoy – suspiró. – Y quiero arriesgarme a decir que tú te sientes igual.

Lightning | Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora