Louise y Ashton habían recorrido toda la ciudad para cuando el reloj marcó las diez de la noche.
Ashton no podía dejar de sentirse estúpido por mucho que Lou le repitiera que no había sido su culpa, que era un simple accidente.
- Me va a odiar por siempre, ¿cómo se supone que voy a mirarla a la cara ahora? – masculló Ash con el ceño fruncido por la preocupación. Nunca había sido su intención incomodar a nadie, menos a Lukas.
- Mirarlo – corrigió Louise. Denotaba cierto tono de molestia. – Es él.
- Pero...
- ¡Pero nada! – detuvo el carro en una esquina y se llevó las manos a la cara. – Es un chico, siempre ha sido un chico y siempre lo será.
Ash se sintió todavía peor. Quiso disculparse pero no habría servido de nada, no era Louise con quien debía hablar, sino con Lukas.
- Es tu... amigo – musitó Ash de pronto. – Piensa, ¿dónde puede estar?
- ¡Demonios, Ashton! – gritó Louise. – ¡¿Qué crees que he estado haciendo todo este tiempo?! ¿Dar vueltas sin motivo? ¡Conozco a Lukas como a mí misma y ya hemos ido a todos los lugares que le gustan!
- Quizás deberíamos ir a uno que no le guste – ideó Ashton. – Cuando estoy triste y confundido hago cosas que me hacen sentir peor, no sé por qué lo hago. Soy masoquista, supongo.
Louise lo miró como si estuviera analizándolo. Volvió los ojos al frente y echó a andar el destartalado carro que poseía.
Ashton supo que era una buena idea aunque Lou no lo hubiese admitido, y la entendía, no parecía estar atravesando su mejor día y no iba a juzgarla por eso. Debía ser terrible, pensó, que tu mejor amigo escapara luego de que su peor pesadilla se hiciera realidad.
Media hora más tarde, Louise detuvo una vez más el vehículo en el bosque a las afueras de la ciudad. Ash estaba un poco confundido pero no dijo nada y la siguió por entre los árboles en la oscuridad. No quería causar más problemas.
Lou parecía saber dónde iban, sin embargo él no veía más que las mismas plantas cada dos metros. Habría pensado que iban en círculos de no ser porque escuchó el murmullo del río y supo dónde se dirigían.
Louise paró en seco a unos metros de la pequeña silueta sentada sobre una roca húmeda junto al riachuelo.
- Aquí fue el último lugar en el que vio a su padre – murmuró Lou. Ashton asintió. – Ve – siguió.
Ash frunció el ceño. No estaba seguro de ser el indicado para sacar a Lukas de aquel estado.
- ¿Por qué yo?
- Eres tú quien lo espantó – ella se cruzó de brazos, evidentemente molesta. – No lo arruines más, por favor.
Ashton se relamió los labios y sin pensarlo más se encaminó hasta Lukas. No quería decir nada estúpido, porque se sentía lo suficientemente jodido como para joderlo más.
Se sentó con cuidado junto a Lukas, quien lo miró entre sollozos y bajó la vista a sus manos, avergonzado.
Ashton estaba intentando ordenar sus pensamientos, no estaba seguro de por dónde empezar a hablar, así que dijo lo primero que se le vino a la mente.
- ¿Quieres ir por pizza?
Lukas se volteó a verlo como si hubiese dicho la más asquerosa palabra de todas.
- ¿Qué? – preguntó con la voz temblorosa.
- Bueno, es tarde y no sé tú pero yo muero de hambre – sonrió Ash. Quería que Lukas confiara en él, quería que supiera que nada había cambiado.
- Yo...
- Yo invito – continuó Ashton. – Conozco un lugar excelente y hace varios días que no como chatarra.
Lukas soltó una risa dolorosa y se secó las lágrimas.
- Bien – asintió con la cabeza y tragó saliva con fuerza. Aunque estaba triste, el hecho de que Ashton estuviera actuando como si nada, le deba un poco de confianza.
- Por cierto – suspiró Ash. – Lamento no haber llamado a la puerta, estoy acostumbrado a...
- A ver penes, entiendo – rio Lukas. Ashton soltó una carcajada un poco más fuerte de lo que esperó.
- Sí – hizo una mueca, intentando ponerse un poco más serio. – Si sirve de consuelo, tengo una idea de dónde puedes quedarte y no tener que compartir baño.
Lukas lo miró a los ojos y todo lo que Ashton pudo percibir fue gratitud, no estaba seguro de por qué pero le gustó esa mirada.
- Vamos por esa pizza y hablamos de los detalles – Lukas se puso de pie y también lo hizo Ashton.
Compartieron una sonrisa con Louise y salieron del bosque, camino a una cena un poco tarde y llena de risas muy improvisada.
Cuando el ambiente de tensión se hubo disipado, Louise, quien estaba haciendo de chofer aquella noche, llevó a los chicos de vuelta al departamento para poder recoger las cosas de Lukas, quien quería dejar de molestar lo más pronto posible en el departamento, y aunque Ash le había dicho que no era molestia alguna, Lukas no podía dejar de sentirse así.
Siempre se había sentido como si no perteneciera a ningún lugar.
Ashton había llamado a Maddie, y a pesar de que ella sonaba bastante herida por el acontecimiento de aquella mañana, no dudó en aceptar a Lukas en su casa.
Ash se sintió aliviado, sin embargo, no se había disculpado con Maddie todavía, las cosas seguían algo extrañas entre ellos y él quería pensar un poco antes de ir a hablarle. Sabía muy bien que haber salido corriendo después de la hospitalidad que Maddie le mostró, había sido de muy mala educación. Y no quería que ella se sintiera pasada a llevar, ni mucho menos, él jamás habría dañado los sentimientos de Maddie a propósito. Ashton tenía que pensar en qué decir exactamente, no quería seguir metiendo la pata con la única persona a la que Matt amaba más que a cualquier cosa en el universo: su hermana.
Lukas, por otro lado, estaba nervioso por ir de nuevo a vivir con una desconocida, pero según lo que Lou y Ashton le habían dicho, Maddie necesitaba compañía. Había perdido a su hermano y única familia en el mundo y además tenía un problema de alcoholismo en el que Ash temía que volviera a caer por la muerte de Matt.
- Piensa en esto como ayuda mutua– le dijo Louise cuando se detuvo frente al bloque de Maddie. – Ella necesita de supervisión y tú necesitas dónde vivir.
- Maddie es amable con todo el mundo – añadió Ashton, quien deseaba con todas sus fuerzas que Maddie y Lukas se llevaran bien, porque se necesitaban. – Aunque un poco mandona.
- Creo que estaré bien – sonrió Lukas, genuinamente feliz de poder ser de ayuda para Maddie. – Gracias por traerme, Lou.
- ¡Cuando quieras!
- Y Ashton – suspiró Lukas. – Gracias por todo.
- No hay de qué, Lukas.
Lukas, aquel nombre tenía un significado distinto en su cabeza después de aquella noche.
Ashton no pudo evitar sentir emoción en el pecho cuando vio a Maddie abrir la puerta y saludar a Lukas con una sonrisa dentada. Ambos estaban en buenas manos.
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Lightning | Libro #2
Fiksi UmumLucy siempre fue infeliz, tanto, que ya ni siquiera recurría al llanto para ahogar su pena. Pero había algo en ella, siempre lo hubo, algo que brillaba con una intensidad capaz de iluminar la faz de la tierra. Algo que a pesar de ser triste, era her...