Volvió al invernadero y se lo encontró repasando las formulas que le había apuntado en el esquema. Observó cómo se pasaba las manos por el pelo, supo que se sentía frustrado. Todo aquello estaba yendo muy rápido. Era algo inexplicable, pero sentía que su alma estaba conectada a la de Ulises. No sabía que clase de sentimiento era el que tenía dentro de su pecho, pero si estaba segura de que era mucho más fuerte e intenso que lo que aún sentía por León.
Se acercó sigilosamente para no estropear su concentración, pero no pudo evitar sentarse en sus rodillas sobresaltándole. Se acurrucó abrazándole. Necesitaba el calor que desprendía su piel. Su cuerpo conocía al de Ulises aunque no lo conociera.
-¿Y esto?- Preguntó sorprendido por su ternura pero encantado con el gesto.
-Necesitaba hacerlo. Pero si te incomodo me quito.- Respondió ella sin soltarle.
Él en respuesta solo la abrazó más fuerte, acarició su pelo, Mayra levantó la cabeza del hueco de su cuello. Para sonreírle, pero la boca de él se apoderó de la suya. Él también la necesitaba. Era su primer beso porque les apetecía, no porque quisieran hacer daño a León. Era el primer beso que se daban poniendo la piel y el corazón.
Un beso que ella consideró mágico y especial. No se exigían nada, solo la ternura y el consuelo que les daba aquel beso a sus castigadas almas.
-Tenemos que hacer los deberes.- Dijo ella volviendo a la realidad, pero su corazón latía desbocado. Pero su mente era un caos, estaba confundida y no entendía que estaba sintiendo. Todo era nuevo.
-Lo sé cariño. ¿Pero me preguntas primero estas dichosas y asquerosas formulas?- Preguntó él adorando su responsabilidad. Si hubiese sido por él hubiese acabado quitándole la ropa y poseyéndola encima de aquella mesa. Su cuerpo ardía como nunca y sabía con certeza que su corazón estaba amando a Mayra. Sus sentimientos iban muy rápido pero no lo podía evitar.
Mayra hizo ademan de levantarse del regazo de Ulises para sentarse a su lado en el banco. Pero él se lo impidió. Necesitaba sentirla cerca, necesitaba su calor.
-Tengo una idea May, cada vez que falle me darás un beso.- Propuso Ulises.
-Yo tengo una idea mejor, cada vez que aciertes te daré ese beso.- Ella cambió la proposición, le parecía más correcto premiarle por acertar que por fallar.
Entonces se vio dándole besos por todas y cada una de las formulas químicas porque sorprendentemente se las había aprendido todas. Ella orgullosa lo felicitó abrazándole. Luego él le permitió sentarse a su lado para hacer la tarea. Pero se sintió vacío por no tenerla en sus brazos.
Ulises casi podía jurar que había aprendido y entendido todo lo que no se había molestado en aprender durante el curso. Ella era una gran influencia para él.
Cuando terminaron de hacer los deberes Mayra siguió enseñándole a configurar formulas químicas ya que al día siguiente él tenía un examen para conseguir aprobar los pasados trimestres.
La criada interrumpió la intensa concentración avisándoles de que la cena estaba servida.
Recogieron todo pero antes de salir del invernadero Ulises le dijo a Mayra:
-May no puedo quedarme, tengo que hacer unos recados, pero me ha encantado tener esta sesión de besos y estudios contigo.-
-Por favor, quédate, solo comer y te vas. Por favor, venga porfa.- Suplicó ella agarrándole las manos y pegando saltitos como niña pequeña.
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LOS JUEGOS DEL AMOR.
RomanceElla se ilusionó con León. Su vida estaba llena de sueños e ilusiones que empezaban con él y terminan con él. Una mañana fue a buscarle para darle una sorpresa y oye una conversación que deseó no haber oido nunca. Huye del lugar destrozaday tropieza...