CAPITULO 16º: ESPERA DESESPERADA:

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Mayra se despertó sobresaltada, al principio no sabía dónde estaba, pero luego recordó que estaba en casa de Ulises.

Él estaba al borde de sus fuerzas, agradeció a dios que ya era la última pelea, notaba que mucho no podría aguantar. La sangre corría por su rostro, sabía que se le había abierto la herida de la ceja. Y tenía otra herida exactamente igual en la otra ceja. Los puntos del hombro se le habían saltado en la pelea anterior y también sangraba.

Empezaba a ver puntos negros, sabía que pronto desfallecería, se acordó de Mayra. De su perfecta sonrisa, de sus gemidos cuando le hacía el amor, de su concentración cuando estudiaba o leía. Dejó que el amor por ella le inundara y le diera fuerzas. Pero no era suficiente, entonces lo vio, a su hijo. Porque no podía llamarlo de otra manera. No tenía su sangre pero él sentía que le pertenecía. Era tan perfecto y tan pequeño. Tan indefenso. Y cuando naciera le iba a necesitar. No podía dejarse vencer.

Su adversario sonrió, creía tener la batalla ganada, pero Ulises sacó las últimas fuerzas que le quedaban y le golpeó tres veces en el estomago. Aprovechó el factor sorpresa a su favor, golpeó su nuca con su codo y el hombre cayó inconsciente dándole a él el triunfo.

Ulises escupió sangre, intentó sonreír pero ya estaba demasiado débil y cayó de rodillas. Tiger se saltó las reglas y corrió a ayudar a su amigo cuando sonó la campana de final de combate. Lo llevó a su despacho y recogió sus cincuenta mil euros. Tiger estaba desesperado, su amigo llevaba un rato inconsciente y no estaba seguro de lo que tenía que hacer.

Al final desesperado le echó un vaso de agua helada por encima, Ulises despertó unos instantes que Tiger aprovechó para cogerle y caminar con él hasta su coche. Se le hacía un poco difícil caminar con el peso del dinero y de su compañero, pero luchó contra el cansancio para poder llegar al vehículo. Mayra sabría que hacer. Así que iría a la casa que los dos compartían.

El conocimiento de Mayra acudió poco a poco, se acordó del campeonato. Angustiada miró la hora y vio que eran las tres de la mañana. Él le prometió que intentaría volver pronto.

Tenía un horrible presentimiento que le oprimía el corazón. Le dolió el estomago, se llevó la mano al vientre y murmuró:

"Lo siento bebe, tranquilo, mamá se tranquilizará."

Algo le estaba diciendo que se vistiera y no quería ponerse algo apretado, buscó un vestido holgado de manga larga, de color verde botella con estampados de mariposas. Se hizo una coleta y fue a la cocina para preparase una infusión de valeriana.

Después cuando tuvo la taza en las manos con el líquido caliente salió a esperar en la puerta. No podía con tanta inquietud. Dejó la taza vacía en la mesa pequeña y siguió allí esperando.

Unos instantes más tarde vio como el coche de Tiger aparcaba delante de ella, sin pedir permiso abrió la puerta del copiloto. Ulises casi se cae y tuvo que sujetarlo. Seguía estando inconsciente, contuvo un grito cuando se dio cuenta de que estaba todo magullado y lleno de sangre. Si así estaba por fuera no quería saber cómo estaba por dentro.

-No sabía que hacer Mayra.- Explicó él a la novia de su amigo.

-¡Serás imbécil! ¡Llevarlo a un hospital! ¡Si se muere me muero yo con él!- Exclamó ahogando un sollozo.

Tiger se acercó y cerró la puerta del coche para que Ulises no se cayera, se permitió abrazar a Mayra para darle consuelo.

-Tranquila, Ulises es muy cabezota, se salvará. Tiene un hijo que conocer.- Dijo él acariciando su vientre, que estaba ligeramente redondeado. Pronto empezaría a crecer.

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