Ulises la ayudó a salir de la bañera, le empezaba a doler su herida del hombro. Pero aún así la secó con ternura y la guió a la habitación de la mano.
Ella cayó rendida apenas su cuerpo tocó la cama, él la admiró, su pelo brillante desparramado por la almohada. Su piel tan luminosa y suave. Se fijó en su vientre todavía plano.
Y no lo pudo evitar, se acostó apoyando la cabeza en él, besó su barriga y se dispuso a hablarle al bebe. Había leído en alguna parte que los fetos escuchaban.
No se dio cuenta que Mayra se había despertado. Ella emocionada no le quiso interrumpir.
"Bebe todo lo que haga será por ti. Te prometo que para cuando nazcas tendré preparado tu hogar, nuestro hogar. No te he visto pero te quiero y también te prometo que haré lo posible porque te sientas orgulloso de mí. No te faltara nada."
Volvió a besar su vientre y se quedó dormido en esa postura.
Mayra estaba emocionada y feliz. Sentía en ese momento algo que no sabía identificar. No sabía si estaba enamorada. Ya se había equivocado una vez pensando que si lo estaba. Pero lo que si sabía era que Ulises estaba encadenado en su pecho. No sabía si eso era bueno o malo. Pero llevaría esa relación hasta donde los llevara.
Intuía que su vida en los siguientes meses cambiaría mucho y no solo a causa del embarazo y posterior llegada del bebe.
Estiró la mano soñolienta hacía la mesa de noche, cogió el despertador y lo puso para las diez. Resopló, últimamente necesitaba dormir más que de costumbre y ya eran las cinco y pico de la mañana.
Después de dejar el reloj en su sitio se entregó a los brazos de Morfeo.
A las diez en punto la alarma empezó a sonar machaconamente, Mayra y Ulises se quejaron.
Ella alargó la mano y lo apagó, luchó para mantener los ojos abiertos, se moría de sueño. La voz ronca de Ulises terminó de despertarla:
-¿Se puede saber por qué has puesto el despertador un sábado?- Preguntó él adormilado.
-Quedé con Nancy en el centro comercial. Mañana de chicas. Nunca he tenido una amiga y me apetece mucho pasear con ella por los establecimientos y cotillear sobre moda y esas cosas.- Contestó emocionada ella pensando en su mañana.
-¿A qué hora has quedado?- Volvió a preguntar él.
-A las once y media.- Contestó Mayra.
-Son las diez y cinco, me da tiempo.- Repuso Ulises.
-¿Tiempo a qué?- Preguntó ella curiosa pero como no le respondía lo llamó: -¿Ulises?- Y de repente supo sus intenciones, porque le había abierto las piernas soplándole su parte intima.
Ella intentó quejarse, no porque no le gustara, es que no quería llegar tarde. Pero cuando la lengua de Ulises se paseó por su pequeño botón, perdió todo pensamiento coherente. Se agarró a las sábanas y gimió.
Él se deleitó con su sabor, se estaba volviendo adicto a su cuerpo, le encantaba tomarla así con su boca y sentir como se humedecía. Dio círculos y tiró haciendo que ella se estirara hacía arriba buscando más.
Cuando paró para tomar aire ella aprovechó para devolverle la jugada. Agarró su miembro con miedo, era la primera que hacia algo como eso. Se maravilló con su textura suave y las gruesas venitas del glande. Pasó la lengua por la punta haciendo que saltara en su mano. Sentía que crecía. Se sintió poderosa por estar creando ese efecto en Ulises.

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LOS JUEGOS DEL AMOR.
Roman d'amourElla se ilusionó con León. Su vida estaba llena de sueños e ilusiones que empezaban con él y terminan con él. Una mañana fue a buscarle para darle una sorpresa y oye una conversación que deseó no haber oido nunca. Huye del lugar destrozaday tropieza...