El pequeño Ulises tenía la extraña manía de ver fotos, le gustaba coger los álbumes de su madre y preguntar por las personas que veía retratadas.
Ese día se fijó en una foto especial, se levantó del suelo y caminó con paso vacilante hasta la cocina buscando a su mamá.
Mayra estaba haciendo la cena y la comida del día siguiente, cuando sintió que alguien le tiraba de la falda. Se dio la vuelta para sonreírle a su pequeño, él le enseñó la foto que tenía y preguntó:
-¿Papá?-
Ella cogió al niño en brazos y miró la foto que le mostraba, se le encogió el corazón cuando los ojos azules le sonrieron. En sus ojos volvieron a acumularse las lágrimas por aquella sonrisa que creaba mariposas en su estomago.
Intentando no sollozar contestó a su hijo:
-Si cariño. Es papá.-
Ulises junior miró la foto frunciendo el ceño, luego sonrió y volvió a mirar a Mayra:
-¿Por qué papá no ta?- Preguntó otra vez el niño con su media lengua.
-Él quiere estar, pero no le dejan. Pero nos encontrará, volverá a estar con nosotros algún día.- Contestó ella intentando no derrumbarse. Ya casi se había acostumbrado a la idea de que su marido no iba a volver. Y ya no confiaba en el destino.
Apagó la comida y fue al salón para recoger las fotos y guardarlas. Para entretenerlo le dio su juguete favorito, un piano con diferentes sonidos y lo dejó jugando en el sillón.
Cogió el cuaderno para diseñar los últimos encargos de su tía cuando esta entró por la puerta como una exhalación.
Mayra se fijó que lloraba y temblaba. Se preguntó que le habría pasado para estar así. La guió a la cocina y le preparó un té. Esperó pacientemente a que se lo tomara. Mientras aprovechó para darle la cena al pequeño Ulises.
Incluso lo baño y lo acostó en su cuna para que se durmiera.
-Mamá yo no querer dormir.- Protestó el niño.
-Quédate aquí tesoro. Te prometo que mamá vendrá enseguida.- Pidió ella acercándole su oso musical, el pequeño lo aceptó contento.
Suspirando bajó para reunirse con su tía que seguía sentada en el mismo taburete en el que la dejara momentos antes.
Se acercó y Zaida la sorprendió arrodillándose a su lado, enterró la cara en sus piernas y lloró mientras con voz entrecortada le pedía perdón.
-Perdóname hija, perdóname por ser tan egoísta y tan mala. No me di cuenta de que me necesitabas, solo vi mi propio dolor. Mi venganza particular.-
Mayra la levantó con una fuerza que no era necesaria y la ayudó a llegar al sillón. Con frialdad le preguntó:
-¿A qué viene esto ahora?-
Zaida suspiró ahogándose en sus propios sollozos, miró a su sobrina con miedo y contó su historia, esperando que la entendiera:
-Yo tenía dieciocho años cuando mi padre y mi propio hermano me echaron de casa. Pero fueron tan generosos de comprarme este loft y pagarme la carrera. ¿Sabes por qué me echaron? Por enamorarme perdidamente de alguien que ellos consideraban inferior. Era el chofer de casa. Pensé que te llevabas bien con mi hermano, pensé que no te había repudiado y pensé en vengarme contigo.-
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LOS JUEGOS DEL AMOR.
RomanceElla se ilusionó con León. Su vida estaba llena de sueños e ilusiones que empezaban con él y terminan con él. Una mañana fue a buscarle para darle una sorpresa y oye una conversación que deseó no haber oido nunca. Huye del lugar destrozaday tropieza...