Capítulo 5: De confesiones y caricias

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Recuerdo que después del trabajo y de lo que pasó, yo me alejé de ti

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Recuerdo que después del trabajo y de lo que pasó, yo me alejé de ti. Cambiaba de rumbo cada vez que te veía, te evitaba a toda costa. Sentía que al hacer eso me estaba protegiendo, pero en sí lo único que hacía era dañarme.

Leyla y Marissa me decían que estaba siendo tonta, que lo mejor que podía hacer era hablar contigo y aclarar lo sucedido. Yo me negaba porque no me creía capaz de enfrentarte. El solo verte de lejos hacía a mi corazón latir rápido, así que no sería capaz de mirarte a los ojos y que respondieras todas las preguntas que me atormentaban.

Pero no fue necesario porque tú diste el primer paso.

Luego de haber terminado las clases, lo único que quería era marcharme a casa y descansar un poco; no obstante, creaste una especie de emboscada en el estacionamiento y de repente ya me tenías arrinconada en uno de los autos. Yo, como siempre, no podía estar más nerviosa. Sin embargo, cuando hice contacto con tus ojos y... no sé, sentí paz. Una paz que no había experimentado desde hace mucho tiempo, así que no me alejé y te escuché.

Escuché cada una de las palabras que salía de tus labios, palabras que eran melodía a mis oídos. Mi piel se erizó al momento en que tus dedos comenzaron un recorrido por mi rostro, acompañando lo que decías y enloqueciéndome cada vez más. Tus ojos, orbes azules, nunca dejaron los míos, y temía parpadear y que esa hermosa escena se esfumara en frente de mí.

Sin embargo, eso no iba a pasar porque era real. Tan real como tu roce sobre mi piel, tan real como tu confesión de amor en ese instante, tan real como el beso que nos dimos ese día en frente de toda la clase...

Tan real como ese otro beso que estábamos compartiendo.

Sin darnos cuenta de ello, la primera parte de nuestra historia estaba siendo sellada. Finalmente, nuestros sentimientos habían sido expuestos y todas mis dudas respecto a ti se habían disipado. Me gustabas y te gustaba. ¿Qué otra cosa podía hacerme tan feliz?

Aunque no todo iba a ser tan fácil, y te lo dije. Nada lo sería, pero al parecer a ti no te preocupaba ello. Me prometiste que, sin importar qué, no permitirías que nos separaran.

Mas no era fácil, no lo era... 



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