Toda la situación en sí se me hacía tan irreal que no me permití derramar lágrima alguna. No podía estar pasando, no...
Viajamos al otro día en la mañana. Ni siquiera desayunamos, ellos me dijeron que en el viaje comeríamos algo. Cuando guardaron todo en la maletera y me obligaron a entrar al auto de una vez por todas, me di cuenta que sí estaba sucediendo. Me iba a ir de la ciudad, quién sabe hasta cuándo, o tal vez ni siquiera volvería. Mis padres no me dieron ninguna explicación, nada era claro para mí.
Aproveché un momento en el que ellos entraron a la casa, ahora vacía, a revisar el sótano y marqué tu número. Algo que me gustaba de ti era que, sin importar la hora que fuera, siempre contestabas mis llamadas al instante. Cuando escuché tu voz al otro lado, tu ronca pero a la vez melodiosa voz, me rompí. No lo aguanté más. Las lágrimas y sollozos no tardaron en llegar.
Pude percibir la preocupación que sentías; no te gustaba verme llorar, eso lo sabía, pero no podía evitarlo. Dios, con tan solo escucharte mi corazón se rompía un poco más...
Sin embargo, no tenía mucho tiempo, mis padres no tardarían en volver y no les agradaría el hecho de que estuviera hablando contigo.
Así que, con gran esfuerzo y con las lágrimas derramándose por mi rostro con libertad, te dije que me iba. Me iba y no sabía cuándo volvería. No te di la oportunidad de hablar, no podía desperdiciar los segundos preciados.
Entonces, te lo confesé.
Te susurré con la voz rota lo mucho que te amaba y también lo mucho que lo sentía, pero no podíamos hacer nada. Luego tuve que colgar a la fuerza, ya que mis padres venían hacia el auto.
No pasé por alto el grito de angustia que lanzaste luego de haber terminado de hablar, aunque ya no importaba. Al fin y al cabo, la decisión había sido tomada.
Esa fue la tercera vez que nos separaron y yo la sentía como la última y la definitiva.
Adiós, amor...
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Volar a tu lado
Short Story«No es una historia de amor con un final feliz, ni mucho menos yo soy la princesa que fue rescatada por el apuesto príncipe de las garras de la malvada madrastra. Nuestra historia fue y es real, más real que esos ridículos cuentos de hadas. Un amor...