Capítulo 16: El reloj no dejaba de moverse

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Ashton:

El paso del tiempo me hizo inmune al dolor. O tal vez ya me estaba acostumbrando, no lo sabía. Lo único que entendía en ese entonces era que, aunque te extrañaba como nunca, debía resignarme a lo que había pasado.

La resignación, la maldita resignación. Eso fue lo que me debilitó por completo; tener que aceptar de una vez por todas que no volvería a tu lado.

A veces, cuando me atrevía a salir de mi nuevo cuarto, bajaba a la sala y me sentaba en el sofá —el cual ni siquiera se sentía como mi sofá; todo había cambiado— a mirar el reloj que colgaba encima de la chimenea. Las manecillas no dejaban de moverse, todo continuaba su rumbo. Sin embargo, yo estaba allí, sin poder seguir adelante. Me había quedado estancada, recordando el pasado y torturándome con él.

Ashton, ¿cuándo podría sacarte de mi mente?

Volar a tu ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora