1.- Los Daniels

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Matt se despertó a las seis con cuarenta y cinco minutos de la mañana como cada día desde que había entrado a la escuela a los seis años. Miro la mesita de noche como era su costumbre y sonrió al ver la cara sonriente y los ojos llenos de brillo de su madre mientras lo abrazaba, en la última foto que se había tomado con él a los diez años. Busco con la mano el despertador para apagarlo y sus dedos chocaron con otra fotografía se sentó en la cama y miro la foto, eran él y Gemma antes de que ella desapareciera de su vida, ella estaba feliz enseñaba la lengua a la cámara, mientras que él rodeaba los hombros de Gemma con sus brazos y su cara se acercaba hacia su mejilla, en cuánto vio la foto lo invadió la misma sensación de tristeza, de vacío, de furia y a la vez de esperanza que lo había embargado desde que ella había desaparecido.

Tomó aire, y se limpió un par de lágrimas que se habían escapado de sus ojos, apagó el despertador con un golpe demasiado fuerte y se dirigió al baño para darse una ducha.

Veinte minutos después ya se había terminado de duchar, se puso unos pantalones y una playera, luego se acercó al armario para buscar algo que ponerse, buscó su chaqueta pasando las prendas a toda prisa, en cuanto la encontró la quitó de las perchas, se dio la vuelta para encaminarse a la cocina y casi inmediatamente volvió la vista al armario, y allí estaba esa prenda; esa única prenda que lo hacía mantener la esperanza aun después de cuatro años, en ese momento lo invadió una impotencia terrible y no pudo evitar recordar aquel día cuando recibió la prenda.

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Mia estaba sentada en el sofá junto a Matt, Alex estaba sentado en frente de ellos mirando fijamente a su hermano con la misma mirada ausente de Matt, su padre se había ido a trabajar y como hace un par de meses no estaba en casa casi nunca, y con Matt en un estado de vulnerabilidad, Alex era prácticamente el mayor de los tres.

Llamaron a la puerta y Mia fue a abrir, Alex no le quitaba la mirada a Matt de encima.

Mia tenía solo cinco años así que llamó a su hermano mayor a la puerta. Matt se levantó del sofá y fue con Mia, se asomó al exterior, frunció el ceño y fue la primera vez en seis meses que vieron a Matt sin la mirada perdida.

El mensajero le entregó un paquete especial, no tenía dirección de remitente, pero la habían enviado los Daniels, sus manos comenzaron a temblar y abrió el paquete con dificultad, Alex y Mia se acercaron a él, dentro de la caja venía un vestido; un único vestido de color azul con detalles naranjas apagados. Olía a ella; a Gemma. Inmediatamente sacó el vestido de la caja, le colocó un protector para evitar que se ensuciase o que el aroma a ella se fuera y lo colgó justo a un lado del único vestido de su madre que su papá le permitió conservar.

Alex entró segundos después a su habitación con una nota en las manos.

—Venía al fondo de la caja. — Informó a su hermano.

— ¿Qué dice? —Preguntó él nervioso. — Alex ¿Qué dice?

Alex se quedó paralizado y Matt le arrebató el papel de las manos, identificó la bonita caligrafía de Barbie y leyó la nota.

'Matt, papá y mamá no saben que tienes el vestido de Gemma contigo, no saben que probablemente estás leyendo esto. Me obligue a mí misma a no poner nuestra dirección actual en el remitente, pero los chicos y yo creemos que no deberías buscar a Gemma, ya no. Hasta que sepamos si está bien todo este asunto, es complicado y no podría decírtelo por carta. Gemma está bien, todos nosotros estamos de acuerdo en que tendrías que tener algo suyo por si acaso. Espero volver a vernos, Matt, todos lo esperamos, pero hasta que Gemma este en esto no creemos que sería lo correcto. Bárbara Daniels.'

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Matt buscó la nota entre sus cajones y leyó mil veces más la nota, intentando averiguar porque Gemma no estaría, en algo así con sus hermanos, y porque no debería buscarla.

Amnesia al despertar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora