— ¿Cómo pudiste estar tú aquí y no yo? — Se quejó Ann —. Eso no es justo.
—Tuve suerte —respondió Matt, encogiéndose de hombros.
Gemma se echó a reír y apretó la mano de Matt. Él la miró con una sonrisa en el rostro, Ann frunció el ceño.
— Largo. Déjamela unos minutos. — Ordenó Ann
Matt besó la frente de Gemma y le guiño un ojo antes de levantarse para salir. Se detuvo junto a Ann y la miró con diversión, levantó una mano y desordenó el cabello de Ann a lo que ella respondió golpeando el brazo del chico con el puño, al mismo tiempo que ponía los ojos en blanco.
Luego cerró la puerta apenas Matt hubo salido, se acercó a la cama de su amiga con una mueca de exasperación. Gemma dejó de reír sin poder reprimir la sonrisita en el rostro. Ann negó con la cabeza y miró a su amiga con una amplia sonrisa.
— ¡Como vuelvas a hacerme eso...! —Ann tomó aire — ¡Vuelve a asustarme de esa manera y te prometo que yo misma te traigo a la vida de nuevo para después asesinarte con mis propias manos! ¡Te lo aseguro por todo en la vida!
Gemma soltó una carcajada, a pesar de la seriedad de la voz de su mejor amiga, y el dolor combinado con la preocupación (también con demasiada seriedad) pintada claramente en el rostro de ella.
—Te prometo que voy a tener más cuidado a partir de ahora —respondió ella.
Annalise tenía los ojos llenos de lágrimas, además de la cara y sus ojos totalmente rojos lo que delataban que había estado llorando, Gemma la abrazó fuertemente y Ann rompió en llanto, a Gemma le dolía ser la causa de ver a su mejor amiga así, se apartó de ella, poniéndole las manos en los hombros y apartándole su pelirrojo flequillo de sus enormes ojos dorados.
— ¿Esta vez me recuerdas bien? — preguntó Annalise con la voz rasposa
—Creo que sí —Respondió ella sin dejar de sonreírle —. Ann, lamento mucho por lo que te estoy haciendo pasar... en serio...
— No soy la única —Replicó ella —. Tus hermanos, tu madre. Matt...
Ann dejó caer las manos sobre el regazo, sin saber bien cómo debía continuar.
—¡Eh! —Gemma intentó que Ann dejara de mirar sus manos sin buenos resultados —. Oye, sé que no les gusta verme aquí. —Gemma volvió a apoyar la mano sobre el hombro de su amiga, hasta que finalmente Ann la miró —. Lo entiendo, pero estoy bien. No me ocurrió nada. Aún estoy aquí, no pasa nada.
Annalise pareció a punto de decir algo, pero no lo hizo, solo consiguió derramar unas cuantas lágrimas más.
— Pero ¿Te has preguntado cómo me sentí la primera vez, cuando descubrí que tenías Amnesia? ¿Qué no me recordabas?
—Si, lo he hecho. Imagino que no es nada agradable —murmuró Gemma.
—Pudiste haberme dejado sola, sola otra vez.
—Nunca te dejé sola. Y nunca lo haría.
Se pasaron las siguientes dos horas hablando, de todo lo que Gemma recordaba y de lo que aún no podía recordar claramente, sin dejar de reírse por cualquier cosa, y es que así eran las cosas entre ambas, con el más mínimo detalle podían crear algo tan simple y bobo que muchas veces Ann había tenido que ir al lavabo a limpiarse la cara de los restos de maquillaje que las lágrimas de risa le dejaba. La puerta de la habitación se abrió lentamente y Mayra asomó la cabeza por el espacio.
— ¿Ann?
Annalise volvió la cabeza para mirarla y sonrió.
— ¿Me la prestas por un momento? — preguntó señalando a Gemma
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Amnesia al despertar
RomanceGemma S. Daniels es una chica común y corriente con propensión a los accidentes. Es tan propensa a los accidentes que incluso las personas que la rodean pueden estar vulnerables, a los 12 años cuando iba en el primer curso de secundaria conoce al ch...