14.- El obsequio misterioso.

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Matt llegó a casa aproximadamente a las seis de la mañana, había estado pensando tanto en Mayra Daniels y todo lo que ella le había dicho que el sueño se le había escapado de repente, cuando se metió a la cama e intentó dormir no pudo conciliar el sueño ni siquiera un segundo.

Su puerta se abrió y Mia entró medio dormida, no se dio cuenta de que su hermano estaba despierto, simplemente se metió en la cama con él y se quedó en la orilla opuesta.

- ¿Pesadillas? - murmuró Matt a su hermana

Mia asintió sin muchas ganas de estar despierta a esa hora.

Matt se sintió tonto por preguntarle eso, sabía que si estaba allí era precisamente por eso, casi cada noche se iba a dormir con su hermano por las pesadillas.

- ¿Cuándo volverá papá? - susurró Mia con voz ronca, cuando Matt apenas había cerrado los ojos.

Matt abrió los ojos con indiferencia y volvió la cabeza hacía el lado donde estaba su hermana, Mia lo estaba mirando con sus ojos recién abiertos e intentando con todas sus fuerzas mantenerlos así; abiertos, parecía estar más bien dormida.

Matt se encogió de hombros, y se dio cuenta de que su hermana había vuelto a cerrar los ojos, pero seguía despierta.

- No lo sé - Respondió Matt

- ¿Por qué nunca se queda más de unas horas en casa?

Matt no supo que responderle y se quedó callado durante unos minutos, hasta que Mia se volvió a quedar dormida.

Él suspiró y volvió a cerrar los ojos tratando de conciliar el sueño.

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Alex tocó a la puerta de la habitación de su hermano y lentamente la abrió.

Encontró a Mia allí junto a Matt.

- Iba a preguntarte por Mia, pero creo... - Alex suspiró y se encogió de hombros - Que no hace falta

Entonces se fijó en Matt, estaba sentado al borde de la cama, se sostenía la cabeza con las manos y tenía cubierta la cara entre los brazos.

- ¿Qué te pasa?

- Era tan increíble - dijo Matt en voz baja - Entonces iba a venir hacía acá...

Alex caminó hasta ponerse en frente de su hermano, y lo miró a los ojos, Matt tenía la mirada perdida, sumido en sus pensamientos.

- Mayra estaba allí...

- ¿Mayra? - Preguntó Alex sorprendido - ¿Mayra? ¿La madre de Gemma?

- Ella estaba allí y luego... ¡puf! - Matt se apartó las manos de la cabeza y se enderezó, ignorando a su hermano. - Pero siempre encuentran la manera de quitármela...

Por fin Matt miró a su hermano a los ojos, y Alex pudo notar perfectamente que Matt tenía los ojos cristalizados, a causa de las lágrimas que su hermano luchaba por no dejar salir.

Alex conocía la opinión de su hermano, no le gustaba llorar justo cuando había alguien enfrente, o cuando corría el riesgo de ser visto.

Intentaba ser fuerte solo por ser el más grande de los tres, intentaba evitar que Mia creciera más rápido de lo debido y que él se preocupara tanto que se viese obligado a asumir el papel del mayor otra vez.

Matt se guardaba muchas de las cosas que sentía o pensaba, al igual que Gemma, no había personas a quienes Alex conociera mejor que ese par.

Su mejor amiga podía haber cambiado, pero Alex sabía que había algo dentro de ella que aún era como cuando ambos tenían doce.

Su hermano por otra parte era un caso completamente diferente, lo conocía desde que eran bebés, sabía todos los cambios que Matt había tenido a lo largo de los años y se había adaptado a ellos aprendiendo a sobrevivir con sus hermanos como el chico de en medio.

- Matt, vamos ¿Qué pasa? ¿Qué fue lo que paso ayer?

Matt le contó con todo detalle acerca de la noche anterior, sobre el beso, y cuando la había llevado a casa, lo que Fernanda le había dicho acerca de que muy en el fondo había la posibilidad de que Gemma lo estuviese esperando.

Le contó también la noche en la cocina y la charla con Mayra.

Alex no supo que se suponía que debía decirle acerca de nada, hacía mucho tiempo que no hablaba con los Daniels, después de que le llamaran al móvil para contarle lo del accidente y de pedirle que llamara a Annalise para que fuera con ella, que le pidieran que no dijera nada a Matt y para...

- ¿Sabías que sigue viendo a Ann? - Le preguntó Matt, sacando a Alex de sus pensamientos - Sigue siendo su mejor amiga, Gemma no me lo dijo, incluso me preguntó por ella. Como si no supiera quien era Ann o que era su mejor amiga.

-Matt... - Lo tranquilizó Alex, apoyándose de espaldas a la pared - Apenas estas volviendo a su vida, dale tiempo. Te puedo asegurar que Gemma no hizo eso con la intención de ocultarte algo.

Matt soltó una risita y le sonrió a su hermano con gratitud

- Parece que Mia no es la única que se parece a mamá ¿No es cierto, Alex?

Alex le devolvió la sonrisa a su hermano y se ajustó los auriculares antes de salir de la habitación de Matt.

×°•×°•×°•×°•×°•×

- ¿Gemma?

- ¿Matt? - respondió ella imitándolo con su tono de voz igual de bajo

- ¿Lo recibiste?

Ella se quedó mirando la cajita de un tamaño mediano que abarcaba casi toda la palma de su mano sin sobresalir mucho, era cuadrada y no muy voluminosa.

- Si - respondió ella, sin dejar de mirar el papel blanco con círculos de colores y moño de envolver color rosa -, aquí esta. Llegó hace un par de minutos.

Matt soltó un suspiro, y ella le siguió.

- Muchas gracias, Matt. No tenías por qué hacerlo.

Hubo un silencio del otro lado de la línea, Gemma se atrapó el labio inferior entre sus dientes mientras esperaba a que Matt hablara.

- Quizás no, pero quería hacerlo.

Gemma sonrió liberando su labio aunque sabía que él no podía verla.

Dos segundos después Matt tuvo que colgar porque su hermana estaba tan emocionada con su nueva mejor amiga, que técnicamente vivía con ella, así que él tenía que ir a recogerla a casa de Scarlett.

Gemma había sido incapaz de abrir el bonito y pequeño envoltorio que cubría... lo que fuese que había dentro.

Su madre había llegado por la tarde, la había destituido de sus deberes del colegio durante un par de minutos y le había entregado la misteriosa cajita solo con diciéndole:

"Esto llegó para ti hace un momento"

En cuanto Gemma la tomó su mamá le guiño un ojo, con una enorme sonrisa.

Lo que significaba que ella sabía perfectamente quien lo enviaba, incluso antes de que ella lo supiera.

Su madre también le entregó un sobre blanco, con su nombre escrito al frente con una caligrafía que ella no había visto nunca. Abrió la tarjeta donde ponía:

"Iría al fin del mundo solo por encontrarte. En esta vida y las que siguen, no importa nada. Pase lo que pase voy a estar donde estés tú. Te voy a seguir a cualquier lugar. No volveré a perderte. ¡Jamás! Y es una promesa. Porque eres la casualidad más hermosa que llegó a mi vida.

Te quiero mucho, nena

Con amor. Matt"

Amnesia al despertar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora