8.- Negaciones

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Gemma llegó a casa, le había suplicado a Matt que la dejase de vuelta en el centro comercial, él había hecho lo que le pedía a regañadientes, del centro comercial la puso en un taxi y le pidió al conductor que la llevara a casa a salvo.

Cuando Gemma finalmente llegó eran alrededor de las diez y las luces estaban apagadas, como si no hubiese nadie en casa, bajó del vehículo con cuidado de no hacer ruido en caso de que si hubiese alguien dentro pero que ese alguien estuviera dormido. No quería que todos se enteraran de que luego de estar fuera todo el día se le ocurría llegar dos horas antes de medianoche, no quería explicar que se había saltado una de las pocas prohibiciones de la familia (más bien de sus hermanos), abrió con cuidado la puerta, sin hacer un solo ruido entró y cerró la puerta tras de sí, apenas había dado dos pasos dejando atrás el vestíbulo cuando una luz se encendió, dejando al descubierto dos brazos en el reclinable de su padre, los brazos eran demasiado pequeños para pertenecer a su padre o a cualquiera de sus hermanos, incluso lo demasiado pequeños para pertenecer a su madre o a Barbie, lo cual la dejaba solo con dos opciones:

Las gemelas.

El reclinable dio vuelta quedando de frente a Gemma (quien se había detenido en seco al ver la luz encenderse, quedándose totalmente congelada por el susto) y mostrando las enormes sonrisas de Fernanda y Matilde que estaban apretujadas la una contra la otra en el enorme reclinable. Gemma abrió los ojos como plato al verlas a las dos allí cuando suponía que la única que sabía absolutamente todo era Fernanda.

Gemma hizo un gesto a Fernanda, señalando a Matilde y levantando interrogativamente los hombros, a lo que su hermana respondió mirando a su melliza y sonriendo.

- Tuve que decirle todo. -Se disculpó Fernanda - Me atrapó intentando hablar contigo, le parecía un poco injusto que yo lo supiera y no ella.

-Al final de cuentas, eres mi melliza, se supone que eres mi mejor amiga y nos contamos todo. - Intervino Matilde.

Gemma sonrió, con diversión y con cierta comprensión, negó con la cabeza y soltó una pequeña risita.

- De acuerdo.

Matilde arqueó ambas cejas al mismo tiempo que sonreía pícaramente a su hermana mayor.

- Así que... - el tono dulce de su voz había aparecido - ¿Matt? Eso sí que es lindo, G., de nuevo.

Matilde canturreó el nombre del chico provocando que Gemma se sonrojase, al escuchar la palabra "otra vez" Gemma no pudo evitar sonreír ampliamente, aun con el calor en las mejillas que las coloreaba de un tono rojo carmín, resaltando su pálida piel. Gemma puso los ojos en blanco sin poder borrar su sonrisa y haciendo caso omiso de la mirada de sus hermanas preguntó:

- ¿Qué? ¿Acaso estoy en problemas?

- Conmigo si, y en serios problemas, jovencita.

Gemma palideció a pesar de que le tomó un rato descubrir que no era la voz de ninguna de sus hermanas y otro momento en ubicarla dado el terror que sentía. Se dio media vuelta, mirando atemorizada a su madre, quien se encontraba a su espalda.

- Mami - Dijo Gemma con tono alegre y cantarín alargando la última "i", intentando librar un poco la tensión.

Mayra Daniels miró a su hija con el ceño y los labios fruncidos mientras que arrugaba la nariz ligeramente, igual que hacía su hija cuando estaban totalmente enfadadas.

- ¿Quieres explicarme dónde has estado? Entiende bien, Gemma, no puedes estar fuera por mucho tiempo... Y hoy te has quedado prácticamente todo el día fuera.

- Tampoco puedes encerrarme aquí toda la vida, mamá - Repuso Gemma suavemente

- No quiero encerrarte, Gemma, te quiero a salvo, quiero protegerte.

- Igual que a todos. Mamá, te prometo que te entiendo, pero no podemos tener miedo toda la vida simplemente por un accidente.

- Ya sabes lo que pasó, las cosas no son tan fáciles como tener miedo o no.

- No, no lo sé - Replicó ella - Nunca me han querido contar que fue lo que pasó aquel día, porque nos ocultamos o... nada, no me han dicho nada en cuatro años, ni siquiera cuando salí del hospital. No sabría absolutamente nada de lo que fue o no de no ser por Matt...

- Eh, Eh... - Interrumpió Mayra - ¿Matt? ¿Dijiste Matt?

Mayra gesticulaba con ambos índices mientras pronunciaba el nombre del chico que en algún tiempo fuera el novio de su hija. Gemma sabía que no tenía modo de solucionar las cosas que había dicho, no podía decirle a su madre que no había dicho el nombre de Matt, no serviría de nada negarlo y sabía que no le gustaría negarlo

- Mamá... - Suplicó Gemma - ¿Por qué no confías en mí? Nadie aquí me decía o iba a decir nada nunca, así que tuve que buscar a alguien que me ayude a recordar.

- ¿Y qué hay de nosotros? - preguntó Mayra, claramente enfadada.

- Mis hermanos no van a decirme nada, y ustedes tampoco ¿No me dijeron que obedeciera lo que los médicos me dijesen? Dijeron que si mi memoria volvía volvería sola ¿No es cierto? - Gemma comenzaba a gritar, sin importarle la hora que era - Pero en cuatro años no ha regresado todavía ¿Por qué aún a sabiendas de lo mucho que significa para mí recordar algo, no pueden ayudarme?

- Escúchame, Gemma - Mayra suspiró - Posiblemente Matt te dijo algo que fuese cierto, pero eso no significa que todo lo que te diga es cierto.

Su madre tenía razón, aunque fuera solo una pequeñísima parte, pero tenía razón y Gemma lo sabía, sin embargo, se limitó a fruncir el ceño y a mirar a Mayra con los ojos (castaños iguales a los de su madre) entrecerrados, como si no le creyera.

Sin decir nada más, Gemma se dio media vuelta, encaminándose a las escaleras y comenzar a subirlas de dos en dos.

- Gemma ¡Gemma! - llamó su madre sin dejar de repetirlo una y otra vez, pero antes de subir tras Gemma, la chica oyó como su madre reprendía a sus hermanas - Y ustedes también están en problemas, señoritas.

- ¿Por qué? - preguntó Fernanda fingiendo toda la inocencia que le fue posible

- Por permitir que su hermana se arriesgue de esa manera

- Está mal contar algo que tu hermana te cuenta y que prometiste no decir, sería como... romper una promesa - Señaló Matilde.

-Fer... Mati... - Mayra juntó las palmas de las manos y posó los dedos en su boca antes de continuar - Está mal ocultar algo que puede poner en peligro a tu hermana, por mucho que se lo hayas prometido.

- ¡Matt no representa ningún peligro para ella! Todos lo sabemos, él preferiría que le pasará cualquier cosa a él... pero no a ella. Él no permitiría que le pasara algo a Gemma. - Replicó Fernanda

- ¿No lo ven? Intentamos protegerlos de esto... a ambos. Ella no lo recuerda, él sufrirá si ella no lo recuerda nunca y ella se esforzará de más solo por él... ella quiere recordar, pero ese no es el modo de hacerlo.

- Es el único modo de hacerlo, él hará lo mejor para ella. - Susurró Matilde

Mayra subió las escaleras tras Gemma quien echó a correr hasta su habitación y se encerró con llave dentro. Su madre tocó suavemente a la puerta, suplicándole que por favor abriera la puerta, que aún no habían terminado de hablar.

Gemma hizo caso omiso de su madre y se recostó, dispuesta a meterse a la cama y llorar, sin embargo, al meterse a la cama no logró derramar ni una sola lágrima, esperó a que su madre dejase de llamar a la puerta diez minutos después, tomó el móvil del bolsillo de sus Jeans, buscó el número en su directorio y luego presionó llamar.

- ¿Todo está bien? - respondieron al otro lado, con voz somnolienta

-No... - susurró Gemma, cerró los ojos y volvió a intentarlo - Digo... sí... es solo que... ¿Podría verte mañana?

-No lo sé... No estoy muy seguro, ¿Quieres que vaya por ti a algún lugar?

Gemma hizo caso omiso del ofrecimiento de Matt y preguntó.

- ¿Puedo... es decir, podría ir a tu casa?

Amnesia al despertar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora