Capitulo 1: Pequeña Kim

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Me miré en el espejo y volví a pasar por enésima vez mis manos por mi uniforme para que estuviera perfectamente liso. Salí del cuarto de servicio y me reuní con Simon, el que iba a ser mi "jefe". No es mi jefe realmente, pero él está al mando en mi sección, debe vigilarme y yo debo de hacer todo lo que él me diga.

-Perfecto, ahora eres una más del Four Season Hotel.-dijo colocando bien mi plaquita donde se leía "Dakota". Yo me limité a sonreír.-Además, has llegado en el mejor momento.-dijo recorriendo el enorme hall.-Como sabes mañana se celebran unos premios muy importantes por lo que esto hoy estará repleto de famosos. Ya sabes, prohibido pedir fotos, autógrafos y hablar más allá de la relación cliente-servidor.

Asentí tomando nota mental de todo. Tampoco es que yo tuviera mucho interés en ver a los famosos, eso Anne lo hacía por mi y por ella. Yo había venido a trabajar y en eso iba a centrarme. Simon paró delante de una pequeña recepción en una sala aún más pequeña.

-Tu puesto de trabajo.-dijo señalando la mesa.-Solo tendrás que contestar llamadas telefónicas y hacer todo lo que los clientes te digan. Te ocuparás de la tercera planta y mitad de la cuarta.

Volví a asentir.

-Vale, creo que puedo hacerlo.

-Crees pero no esperes que sea fácil. Recuerda que hablamos de personas que ganan millones de dólares por semana, son más exigentes de lo que la televisión los hace ver. Por si en algún momento te encuentras atendiendo a una habitación cuando te llamen lleva el busca que hay encima de la mesa siempre.-dijo recalcando el siempre.

-Vale, bien. Todo entendido. Que lleguen los clientes.-sonreí.

-Si tienes alguna duda puedes llamarme a mi busca pero espero que no ya que yo a parte de vigilarte a ti y a cinco más como tú tengo que atender a cinco plantas.-dijo en tono mandón.-Buena suerte, Dakota.

-Gracias. Lo haré lo mejor que pueda.-sonreí.

Simon se fue y yo me senté en la silla que había detrás de la mesa. Nunca he sabido lo que es trabajar de verdad, pues mis padres tenían bastante dinero y nunca me dejaron hacer nada por mi misma así que supongo que tengo ganas de que el teléfono empiece a sonar. Aún era temprano y el hotel estaba tranquilo e impecable.


Habían pasado cuatro horas y me había recorrido el hotel al menos seis veces. Cada vez que llegaba a mi puesto el teléfono volvía a sonar que si champán, que si caviar, que si toallas nuevas, que si mis sábanas no huelen a lavanda...Tenía un turno de 12 horas y ya estaba agotada, más que agotada. Pude descansar al menos quince minutos antes de que volviera a sonar el teléfono.

-Servicio de habitaciones, ¿qué desea?-dije descolgando el teléfono desesperada.

-¿Podrían subir a mi suite toallas de piscina? Esperábamos que estuvieran en el armario pero no las encontramos por ningún lado.

Puse los ojos en blanco.

-¿Cuantas necesita?

-Dos.

-Dígame su número de habitación, por favor.

-La 315, estamos en la tercera planta.

-Enseguida se las subo.-colgué el teléfono y moví mi trasero hasta la sala donde se guardaban todas las toallas.

Llamé a la puerta de la suite. Mi busca volvió a sonar, era una llamada de la 410. Una mujer algo mayor y de pelo corto abrió la puerta y se echó a un lado para que pasara. Entré en la enorme habitación y dejé las dos toallas perfectamente sobre la cama.

-Aquí tiene sus toallas. Espero que disfrute de nuestros servicios de piscina. Si desean cualquier otra cosa no duden en llamarme.-dije y me dispuse a irme pero la mujer me miraba como si hubiera visto un fantasma.

-Es imposible...-susurro llevándose las manos a los labios.

Yo la miré extrañada. No sabía que hacer. Debería irme pero si ella se quedaba parada en medio del pasillo sería una falta de respeto apartarla. Por suerte mi busca volvió a sonar. Lo miré, era de nuevo la 410.

-Lo siento, señora. Tengo que irme.

-Claro.-se echó a un lado sin dejar de mirarme y yo salí de la habitación.

Que situación tan incómoda y extraña. Ni siquiera sabía quien era esa mujer.

La guerra de las Jenner [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora