Ojos de hielo

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Sus ojos azules oteaban el horizonte. Al balcón llegaban los vientos fríos del norte. Desde allí veía la llanura de hielo tan solitaria como ella misma.

Entró de nuevo en el castillo y bajó las escaleras de caracol hasta las mazmorras.

Se metió en una celda y tiró de un barrote, que abrió una puerta a sus espaldas.

Siguió bajando unas escaleras, esta vez empinadas.

Su vista se posó, de uno en uno, poco a poco, en todos los ojos inmoviles que la observaban.

Ahí estaban todos sus romances, esculpidos en cuerpos perfectos, helados por el paso del tiempo.

Suspiros sobre letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora