Capitán

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Miré a través del catalejo, las olas calmadas después de una gran tormenta acunaban El Explandor.

Cañones bien preparados por si algún barco con una tripulación más loca que la mía se atrevía a emboscarnos.

La tabla dispuesta para bajar al fondo del océano al marinero que se creía valiente, pero que en realidad había dado el paso que llegaba a la locura.

Solo nos faltaba el mastil y los agujeros de la estructura causados por las olas al romper, que con la tormenta habían llegado hacía que el barco poco a poco se fuera hundiendo, fusionandose con el agua.

-¡Nos hundimos mi capitán!

No nos hundiriamos, solo navegariamos por las profundidades del mar.

Suspiros sobre letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora