Tiovivo

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Se le había quedado grabado en la retina. Todos los niños felices, riendo, montados en la magnifica máquina que daba vueltas, en sus tallas creadas cuidadosamente. Había elefantes exóticos, galantes corceles, coloridos pájaros...

Ella los contemplaba con lágrimas en los ojos, la pequeña Susan nunca borraría de su mente aquel recuerdo.

Hija de zapatero pobre, no podía ni pagar con una moneda de cobre las ilusiones de su niña.

Pasó el tiempo, pero no con el se olvidaron los recuerdos.

Llegaron las fiestas al pobre pueblo, pero no con ellas la alegría de Susan. Ya había cumplido la mayoría de edad.

Dando un paseo con el largo vestido negro al que había acudido esa misma mañana a la funebre ceremonia por la muerte de su difunto padre se cruzó con el tiovivo ya desgastado por los años. Subió a el, a una talla blanca de un gran caballo, coronado con un brillante cuerno.

La chica empezó a girar al compás de las horas, de los días, de los meses... El tiovivo se paró pero ella continuó alli, esclava del tiempo, de sus sueños, de sus ilusiones...

Suspiros sobre letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora