Tres, dos, uno... YA

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-Tres, dos, uno... YA.

Pedaleé lo más rápido que pude pero la vieja bicicleta de mi abuelo no daba para más.

Raúl a mi lado puso la rueda por delante, me estaba ganando. Intenté darle más rápido a los pedales. Ahora ibamos iguales.

Quedaban unos cuantos kilómetros hasta los árboles que señalizaban el final.

Ibamos por un camino de piedras muy estrecho, el típico camino donde los señores mayores salían a pasear.

La bici de mi amigo se acercó a la mía peligrosamente. Me intenté alejar y resvalé por la orilla del camino cayendo en la laguna, seguida por Raúl.

Con suerte, al principio del estanque no cubría el agua así que estaba sentada en el lodo. Raúl y yo comenzamos a reirnos, ya era la tercera vez ese verano.

Suspiros sobre letrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora